Un retablo con m¨¢s de 30 responsables
Una llave de hierro de m¨¢s de 20 cent¨ªmetros abre las puertas del templo rom¨¢nico m¨¢s importante de Vizcaya: la iglesia de Andra Mari en Galdakao. All¨ª, bajo su ¨¢bside, se encuentra el retablo de San Jos¨¦, que data del siglo XVII. Desde el 15 de junio hasta el 15 de julio pasados este retablo de madera de nogal, que se halla en la parte izquierda del altar acompa?ado de otros como el de la Inmaculada, ha permanecido desmontado en las antiguas escuelas de Galdakao, que han sido utilizadas a modo de laboratorios. M¨¢s de 25 estudiantes de segundo, tercero y cuarto curso de la especialidad de restauraci¨®n de Bellas Artes de la UPV han trabajado una media de seis horas diar¨ªas para devolverle su apariencia original. Disolventes, resinas sint¨¦ticas, colas, barnices y acuarelas han sido algunos de los elementos necesarios para despegar la mugre que cubr¨ªa la mayor¨ªa de las piezas y para recomponer algunas de las partes que el paso del tiempo hab¨ªa arrancado. Un minucioso trabajo de desinfecci¨®n y de consolidaci¨®n de la madera, antes plagada de carcoma, permite viajar 350 a?os atr¨¢s y deja ver ahora el retablo tal como fue concebido. Las im¨¢genes han recuperado su viveza: el rostro del santo y el del ni?o Jes¨²s vuelven a tener el color sonrosado y la mirada vidriosa originales, y en los adornos y en las columnas relucen, otra vez, los tonos dorados. A los cinco artistas vascos que crearon esta obra de arte hace m¨¢s de 300 a?os: Antonio de Aboytiz, a quien corresponde la traza; Pedro de Aboytiz, a quien se debe la escultura; los pintores Sebasti¨¢n de Galbarriatu y Francisco de Bustr¨ªn y el carpintero I?igo Urizar, han de unirse ahora los m¨¢s de 25 que la han recreado. Con la restauraci¨®n de esta parte del retablo se completa y se concluye la labor que comenzaron estudiantes de Bellas Artes hace m¨¢s de 14 a?os bajo la direcci¨®n de la profesora Maite Urkullu, y gracias al convenio entre su facultad y el Museo Diocesano. La tarea, que ha tenido diferentes fases, ha sido continuada por la profesora Pilar Legorburu y por el profesor Fernando Bazeta, y subvencionada por el Ayuntamiento de Galdakao y por la Universidad del Pa¨ªs Vasco. Pero en este proyecto de recuperaci¨®n del patrimonio hist¨®rico vizca¨ªno a¨²n hay otra protagonista que tambi¨¦n ha alentado todo el proceso. Se trata de Mari, la mujer que guarda desde hace a?os la llave del templo. Su vida est¨¢ ¨ªntimamente ligada a la iglesia. Ella es la encargada de cuidarla: cambia las flores y abre sus puertas y las cierra cada d¨ªa. Su atenta mirada ha sido testigo de excepci¨®n en la reconstrucci¨®n del retablo. Ella ha acompa?ado a los grupos de estudiantes en sus visitas al templo y ha disfrutado, como si se tratase de su casa, los cambios que se han venido produciendo en la iglesia durante todos estos a?os. Primero fue el retablo central, que es el m¨¢s grande de todos, y luego los cuatro m¨¢s peque?os, los dedicados a Santa ?gueda, San Miguel, la Inmaculada y San Jos¨¦, en orden de restauraci¨®n. Los retablos, que rodean todo el altar del templo son las principales y las ¨²nicas piezas art¨ªsticas que contiene la parroquia que, a su vez, est¨¢ declarada monumento hist¨®rico art¨ªstico. Su construcci¨®n se inici¨® en el siglo XIII, aunque consta de una segunda parte de estilo renacentista. La realizaci¨®n de este proyecto no s¨®lo supone la posibilidad de contemplar de nuevo una obra de arte, sino que adem¨¢s ha sido una oportunidad para muchos estudiantes de poner en pr¨¢ctica los conocimientos adquiridos en las aulas y de acercarse un poco a lo que ser¨¢ su actividad profesional futura. Ayer se inauguraba, en la propia iglesia del barrio de Ejalde, el retablo completo ya restaurado. El olor del incienso se mezclaba con el de los m¨²ltiples productos utilizados para la recontrucci¨®n de la pieza art¨ªstica. Estudiantes emocionados, coordinadores y patrocinadores del proyecto acudieron al templo en lo que significaba el final de una tarea y la continuaci¨®n de una historia: la de los retablos de la iglesia de Andra Mari.
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