La oficialidad de las lenguas en Espa?a
Pasqual Maragall (vd. EL PAIS del 7 de julio de 1999) acaba de afirmar en Bruselas que el reconocimiento de la oficialidad de las lenguas auton¨®micas en todo el Estado (actualmente, s¨®lo lo son en sus respectivas comunidades aut¨®nomas, excepci¨®n hecha del castellano que lo es de todo el territorio espa?ol) es un objetivo no s¨®lo loable sino imprescindible para superar reticencias y complejos en el mapa pluricultural y auton¨®mico espa?ol. El pol¨ªtico catal¨¢n matiza que "no se trata de obligar a los estudiantes de Almer¨ªa a que aprendan catal¨¢n" sino que las lenguas propias de aquellas comunidades tengan la consideraci¨®n de bien cultural y ling¨¹¨ªstico en todo el Estado y como tales su presencia y validez en instituciones y documentaci¨®n. Sin duda la propuesta de Maragall, adem¨¢s de su indiscutible entidad como objetivo ling¨¹¨ªstico, ofrece aspectos enriquecedores en una nueva lectura de la realidad auton¨®mica espa?ola. Y tambi¨¦n en el encaje con Europa. Por ejemplo: la Carta Europea de Lenguas Minoritarias y Regionales excluye de tal consideraci¨®n aquellas que son oficiales en un estado. ?Son el vasco o el gallego, oficiales en una parte del Estado espa?ol, lenguas minoritarias o regionales y por tanto factible su inclusi¨®n en la Carta? Si respondemos negativamente dada su oficialidad, en parte al menos del territorio, cabe deducir que con la Carta Europea en la mano estas lenguas adquieren un rango de oficialidad, por tanto de posici¨®n jur¨ªdica, muy superior a la de las lenguas minorizadas (en Espa?a, y de acuerdo con la propia formulaci¨®n de los respectivos estatutos de autonom¨ªa, podr¨ªamos considerar como tales lenguas como el aran¨¦s, el bable, el altoaragon¨¦s, etc..., pero no evidentemente a las que han sido declaradas oficiales y propias en su estatuto). Si nos decant¨¢semos por la opci¨®n de incluir al catal¨¢n, gallego o vasco en el grupo de lenguas minoritarias la confusi¨®n jur¨ªdica y pol¨ªtica podr¨ªa ser de magnitudes peligros¨ªsimas. Pues, de alg¨²n modo, al no reconocer la oficialidad de la lengua introducir¨ªamos un elemento de trascendencia pol¨ªtica: ?los territorios donde la (las) lengua (s) es oficial no son Estado? T¨¦ngase en cuenta que la Carta Europea no afirma que la oficialidad deba serlo en todo el territorio de un estado, s¨®lo habla de oficialidad en el Estado. As¨ª pues, la dimensi¨®n de la proposici¨®n maragalliana podr¨ªa no s¨®lo ser contemplada desde una vertiente interna sino clarificar un espacio (el del contexto ling¨¹¨ªstico espa?ol en Europa) que actualmente es propicio a generar dudas y ambig¨¹edades. Pero a¨²n siendo importante lo anterior, lo m¨¢s trascendente de la palabras de Maragall, a mi entender, es la superaci¨®n de una injusta pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica que se aprecia contemplando el territorio espa?ol en conjunto. Y no me refiero, por obvio, a la necesaria consideraci¨®n de bien cultural (la Constituci¨®n dixit) de la que deben gozar esas lenguas por parte de una Administraci¨®n central que a menudo las considera mucho m¨¢s un quebradero de cabeza, cuya mejor soluci¨®n ser¨ªa su desaparici¨®n, que una identidad esencial en el proceso conformador de un pa¨ªs. Me refiero singularmente a la injusticia cometida con los ciudadanos de los territorios o comunidades sin lengua propia que aspiran, leg¨ªtimamente, al acceso laboral, administrativo o social en comunidades con lengua espec¨ªfica. ?Por qu¨¦ un ciudadano de Badajoz ha de partir en inferioridad de condiciones (o no partir, a menudo) en las pruebas para conseguir un lugar de trabajo en las administraciones catalana, gallega o valenciana? No, no vale, evidentemente, suprimir el requisito de conocimiento de la lengua propia del territorio porque en ese supuesto atacar¨ªamos un derecho trascendental: el de los ciudadanos a ser atendidos y considerados en su propia lengua. La oferta de ense?anza y promoci¨®n de las distintas lenguas auton¨®micas en todo el territorio espa?ol (no debemos olvidar el mandato constitucional que hay que considerar obligatorio para la administraci¨®n central) permitir¨ªa un grado de conocimiento, al menos posibilidad de conocimiento, superador del d¨¦ficit que en estos momentos tienen los ciudadanos en funci¨®n de la comunidad en la que residen. El acceso a un puesto de trabajo, el conocimiento de otra realidad cultural o la consideraci¨®n social en otro territorio no ser¨ªa, como ahora, objeto de desigualdad por el origen si no espacio de mejor y m¨¢s f¨¢cil convivencia y estima en la diversidad.
Jes¨²s Huguet es ex director general de Pol¨ªtica Ling¨¹¨ªstica.
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