El Papa dice que el Cielo existe, pero no en un lugar f¨ªsico
El fin del milenio acent¨²a el debate sobre el para¨ªso y el infierno
La historia se repite, como la ca¨ªda de las estrellas. En los a?os finales del primer milenio acech¨® la obsesi¨®n del fin de los tiempos, y en este verano de 1999, descartado el d¨ªa fatal, las noticias se refieren a lo que los milenaristas llamaban la Ciudad de Dios. Juan Pablo II reapareci¨® ayer en muy buena forma para hablar del para¨ªso. "El Cielo existe, pero no est¨¢ en un lugar f¨ªsico entre las nubes", dijo.
Bronceado despu¨¦s de 14 d¨ªas de vacaciones en el Valle de Aosta (Italia), el Papa reanud¨® en el Vaticano las audiencias de los mi¨¦rcoles con una catequesis sobre el Para¨ªso. Existe, dijo, pero no es un lugar f¨ªsico donde localizar a Dios. "El cielo descrito con tantas im¨¢genes en las Escrituras no es una abstracci¨®n entre las nubes, sino una relaci¨®n viva y personal con Dios", afirm¨® ante diez mil personas reunidas en el Aula Pablo VI, informa la agencia France Press.El Apocalipsis, el ¨²ltimo de los libros que componen el Nuevo Testamento, ya no es necesariamente un dep¨®sito de im¨¢genes de terror que evocan un fin tr¨¢gico e irremediable. El Papa que conduce a la Iglesia hacia el tercer milenio, adem¨¢s de recuperado de sus achaques f¨ªsicos, se manifest¨® en la catequesis de ayer con el mismo optimismo de San Agust¨ªn. El cielo se entiende como "la casa de Dios", explic¨®, pero s¨®lo en un plano metaf¨®rico. Dios "ni se identifica con el cielo ni puede ser recluido en el cielo", a?adi¨® el Pont¨ªfice.
El infierno y el calor
Antes de regresar en helic¨®ptero a Castelgandolfo, a 30 kil¨®metros al sur de Roma, donde pasar¨¢ el resto de las vacaciones veraniegas, Juan Pablo II salud¨® en diferentes idiomas a los presentes en la sala vaticana y, cuando se dirigi¨® en polaco a un grupo de compatriotas, les dio las gracias "por el valor" que han demostrado al viajar a Roma en d¨ªas de tanto calor.Pero el calor ya no es una "pena de condenaci¨®n". Los te¨®logos de la Compa?¨ªa de Jes¨²s han recordado en el ¨²ltimo n¨²mero de su revista Civilt¨¤ Cattolica que "el infierno existe y es una verdad de la fe, pero no es un lugar". Si Jean-Paul Sartre, el fil¨®sofo existencialista franc¨¦s, opinaba que "el infierno son los otros", los jesuitas afirman ahora que se trata s¨®lo "de un estado del alma, un modo de ser de la persona en la que ¨¦sta sufre la pena de la privaci¨®n de Dios".
As¨ª que a la "pena de la condenaci¨®n" a?aden los jesuitas "la pena del sentido". Cuando ni?os se aprende que el infierno es el fuego y que est¨¢ bajo tierra. As¨ª lo describe Dante en la Divina Comedia y lo pintaron El Bosco y Beato Ang¨¦lico. Los jesuitas no est¨¢n de acuerdo. El fuego, para los te¨®logos ignacianos, es s¨®lo una imagen, una met¨¢fora sobre el estado de sufrimiento de "todo ser humano por el hecho de estar privado de Dios". Y el hombre "se autocondena" no cuando se equivoca ocasionalmente, sino cuando niega a Dios "para afirmarse a s¨ª mismo".
El Vaticano supervisa siempre los contenidos de esta prestigiosa revista de la Compa?¨ªa de Jes¨²s, de forma que en una semana, por boca del Papa o de sus te¨®logos, ya se sabe c¨®mo ve la Iglesia estos asuntos que angustian a los milenaristas e interesan a los creyentes cat¨®licos.
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