Debatir: las formas y el fondo JOAN B. CULLA I CLAR?
Lo admito: me equivoqu¨¦. Yo cre¨ªa que cuando lo que se debate p¨²blicamente no son conductas personales, sino opiniones, puntos de vista o posicionamientos que -adem¨¢s- no tienen un car¨¢cter estrictamente individual, era l¨ªcito y hasta saludable no se?alar con el nombre al contraopinante, evitando as¨ª entrar en alusiones ad hominem y rebajando un poco la agresividad que toda pol¨¦mica comporta. Mi intenci¨®n no era en absoluto menospreciar a ilustres articulistas, y tampoco eludir sus posibles r¨¦plicas; pretend¨ªa apenas despersonalizar en lo posible las discusiones. Pues bien, ha sido un error. En pocos d¨ªas, mis buenos amigos y colegas de p¨¢gina Francesc de Carreras y Antoni Puigverd se han manifestado -p¨²blicamente uno, de forma privada el otro- molestos y dolidos por la manera un tanto el¨ªptica que escog¨ª para discrepar de sus tesis respectivas. Queda entendido, y ambos tienen mis disculpas. Y puesto que el profesor De Carreras muestra su preferencia por esa forma de cuerpo a cuerpo dial¨¦ctico que pasa por citar ocho o diez veces en dos folios el apellido de aquel a quien se replica, vamos a tratar de complacerle. En 1990 ante la crisis del Golfo, en 1999 ante la crisis de Kosovo, Francesc de Carreras ha mantenido una posici¨®n coherente, invariable: en uno y otro caso estuvo en contra de las coaliciones militares encabezadas -?horror!- por Estados Unidos, y ha considerado in¨²tiles, ileg¨ªtimas e injustificadas las guerras llevadas a cabo para expulsar tanto a las tropas iraqu¨ªes de Kuwait como a las fuerzas serbias de Kosovo. L¨¢stima que, hace nueve a?os igual que ahora, a mi estimado compa?ero de claustro universitario se le olvide explicar de qu¨¦ otra forma se pod¨ªa conseguir el restablecimiento de la soberan¨ªa kuwait¨ª y el desenvolvimiento seguro de la comunidad albanokosovar en su propia tierra. ?Tal vez a base de rogativas y novenas? De cualquier modo, lo m¨¢s complicado de la tenaz postura de De Carreras es c¨®mo justificarla con argumentos dignos de ¨¦l. Porque es evidente que el ilustre catedr¨¢tico no puede recurrir al antiamericanismo primario del que alardean algunos voceros paleoizquierdistas, y ser¨ªa un insulto a su inteligencia esperar que hiciese una apolog¨ªa expl¨ªcita y frontal de gobernantes de la catadura de Sadam Husein o Slobodan Milosevic. As¨ª, pues, su t¨¢ctica tiene dos facetas: la primera consiste en condenar proforma el Anschluss de Kuwait o la represi¨®n antialbanesa en Kosovo, pero invocando acto seguido tal c¨²mulo de circunstancias atenuantes, hall¨¢ndole al agresor tantas disculpas -en un caso la "brutal desigualdad econ¨®mica" entre Irak y Kuwait, la artificialidad del emirato, la necesidad iraqu¨ª de abrirse una salida al mar..., en el otro las responsabilidades externas en la muerte de la Yugoslavia titista, la imprevisi¨®n de la OTAN, la provocadora actividad armada de la UCK...- que, en ¨²ltimo t¨¦rmino, la condena inicial queda diluida y neutralizada. La segunda faceta estriba en subrayar que la movilizaci¨®n occidental, tanto en el Golfo como en los Balcanes, no obedec¨ªa a un impulso filantr¨®pico ni a un ang¨¦lico af¨¢n por defender el bien frente al mal -lo cual es una pura obviedad-, que el planeta est¨¢ lleno de agravios al derecho internacional y a los derechos humanos -otra triste evidencia- y que si unos suscitan intervenciones militares y otros no, ello se debe a que tanto Kuwait como Kosovo han sido meras excusas, coartadas de ocultos y vast¨ªsimos intereses: el control de la producci¨®n petrolera, las disposiciones geoestrat¨¦gicas de la superpotencia ¨²nica, el neocolonialismo, el neoliberalismo, la confrontaci¨®n Norte-Sur, el desarrollo del complejo militar-industrial yanqui, etc¨¦tera. Y, claro, cuando el an¨¢lisis y las implicaciones alcanzan estas alturas y estas complejidades, ?qu¨¦ importancia tienen ya los criminales desmanes de Sadam o de Milosevic, las fosas comunes en Kosovo y las familias enteras asfixiadas en el Kurdist¨¢n iraqu¨ª? En su en¨¦rgico art¨ªculo del pasado d¨ªa 15, Francesc de Carreras me acusa de tergiversador y de falsario por haber afirmado, entre otras cosas, que ¨¦l defendi¨® a Sadam Husein en el momento de la invasi¨®n de Kuwait. Y bien, para que los lectores puedan juzgar, transcribir¨¦ literalmente las palabras que el aguerrido polemista dedicaba, el 20 de agosto de 1990, al dictador de Bagdad: "Sadam Husein y los ¨¢rabes que le apoyan tienen poderosas razones para hacer lo que han hecho. Y estas razones no son las propias de un energ¨²meno ¨¢vido de poder, sino de un muy h¨¢bil pol¨ªtico que, desde su mundo cultural, defiende los intereses de su pueblo y, en cualquier caso, constituye ya desde hoy un eslab¨®n m¨¢s en la hist¨®rica y a menudo desgraciada lucha de los pueblos por alcanzar niveles m¨ªnimos de dignidad humana (sic)". ?He escrito m¨¢s arriba que, de Kuwait a Kosovo, las tesis del profesor De Carreras han permanecido inc¨®lumes, invariables? Me apresuro a rectificar: de momento, no conozco ning¨²n texto suyo donde se califique a Milosevic de muy h¨¢bil pol¨ªtico, defensor de los intereses del pueblo serbio y palad¨ªn de la lucha por la dignidad humana. Despu¨¦s de nueve a?os, algo vamos ganando.
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