Venezuela, un pa¨ªs agotado por la rapi?a
Ch¨¢vez busca votos entre los millones de desheredados del 'boom' petrolero de los a?os setenta
ENVIADO ESPECIALVenezuela vive los ¨²ltimos d¨ªas de la IV Rep¨²blica. Y si ha de morir, lo har¨¢ a manos del presidente Hugo Ch¨¢vez y sus aliados, que buscan hoy en las urnas una mayor¨ªa en la Asamblea Nacional Constituyente que les permita enterrar la Carta Magna vigente, acabar con la Corte Suprema, disolver el Congreso y escribir a su gusto una nueva Constituci¨®n que les permita poner coto a los bandidos y mangoneadores que asaltaron el presupuesto nacional durante cuatro d¨¦cadas, seg¨²n cree la mayor¨ªa de venezolanos que llev¨® al antiguo teniente coronel sublevado a la presidencia en las elecciones de diciembre pasado.
El ambiente que se respira en el pa¨ªs es de convenci¨®n revolucionaria, y en los pasillos y despachos del nuevo Gobierno se recogen declaraciones asombrosas, como las del ministro de Relaciones Exteriores, Jos¨¦ Vicente Rangel, de 70 a?os, quien asegura que en Venezuela "la corrupci¨®n es lo ¨²nico que funciona", pues durante los 40 a?os en que se altern¨® en el poder la clase pol¨ªtica tradicional, socialdem¨®cratas y democristianos, fue mucha la desverg¨¹enza en el robo.
El ministro, considerado por muchos como la cara inteligente y amable del r¨¦gimen, revela sin indignarse el alcance del despojo sufrido por su pa¨ªs en las ¨²ltimas d¨¦cadas. "Los dep¨®sitos de venezolanos en el extranjero suman 90.000 millones de d¨®lares, tres veces la deuda externa del pa¨ªs, provenientes de las grandes fortunas que se amasaron", detalla Rangel. Veintitr¨¦s millones de venezolanos, el 80% de ellos pobres de conmiseraci¨®n, achacan sus atribulaciones a la rapi?a sufrida a manos de los pol¨ªticos de siempre, barridos de la presidencia por Ch¨¢vez, y parecen inclinados a entregar al nuevo l¨ªder los ¨²ltimos resortes del Estado en la votaci¨®n de hoy, para terror de los pudientes.
En las calles, mientras, suceden cosas no menos extraordinarias. En consonancia con otros agitadores al servicio de Ch¨¢vez, la funcionaria Carmen, con 20 a?os en el Ministerio de Transportes, acude desde hace d¨ªas a las puertas del Congreso a pedir que se pase "por la piedra" a los diputados de la oposici¨®n. Tantos y tan gruesos fueron sus insultos el jueves pasado, que legisladores socialdem¨®cratas, normalmente amedrentados por la turba que a diario exige su colgamiento, esta vez le respondieron, flamencos:
-No te linchamos porque ya est¨¢s viejita.
-Conmigo no se atreven, bola de maricones, que s¨®lo saben robar.
Sublevada, la funcionaria explica a quien quiera o¨ªr c¨®mo se mete mano en la caja oficial, se roba con descaro en los presupuestos y contratas, y se amasan fortunas con comisiones inconfesables. "Pilas de billetes se llevan. Bien lo s¨¦ yo, que llevo muchos a?os en el ministerio", declara.
-?Y usted no roba?
-Yo no puedo.
?se es el punto clave. Los m¨¢s esc¨¦pticos respecto a la revoluci¨®n moralizadora de Ch¨¢vez sospechan que el que no roba en Venezuela es porque, en efecto, no puede, y desconf¨ªan de que la nueva Constituci¨®n vaya a cambiar nada, como no fren¨® el latrocinio la Carta Magna de 1961, la moribunda, en expresi¨®n del presidente.
"La rabia no es porque roben, sino porque no les dejan nada que robar", sostiene, siempre pol¨¦mico, Manuel Caballero, de 67 a?os, "en la oposici¨®n desde los 15", catedr¨¢tico retirado de Historia de la Universidad Central de Caracas, escritor y uno de los columnistas m¨¢s temidos por todos los inquilinos del palacio presidencial de Miraflores en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, incluyendo el actual. Caballero afirma que la lucha anticorrupci¨®n ha sido la cantilena de los Ejecutivos venezolanos desde que ¨¦l se acuerda, y advierte contra la presunci¨®n de honestidad de Ch¨¢vez y los suyos. "Todo el mundo est¨¢ contra la corrupci¨®n, como contra el pecado, pero todo el mundo peca, porque es muy sabroso".
Sin torcer mucho las cosas, en Venezuela rige estos d¨ªas la perplejidad sincera de aquel viejo gobernador mexicano que se asombraba de que sus sucesores en el cargo no dispusiesen de dinero para contentar a los m¨¢s miserables y mantener con sobornos su base pol¨ªtica tradicional.
Durante muchos a?os, el dinero s¨ª alcanz¨®, y a chorros, a amplias capas de la sociedad venezolana. Fue cuando el brusco incremento de los precios del petr¨®leo en 1973 convirti¨® a este pa¨ªs, la mayor reserva de crudo fuera de Oriente Pr¨®ximo y tercer exportador mundial, en un para¨ªso en el que las clases medias cambiaban de coche cada a?o, el Estado manten¨ªa aplacados a los m¨¢s miserables con largueza en forma de subsidios, y la corrupci¨®n se entend¨ªa como una forma m¨¢s de repartir la riqueza, de "privatizaci¨®n de los recursos p¨²blicos", en expresi¨®n de Manuel Caballero. "Desde 1973 entr¨® tanto dinero en el pa¨ªs, que pr¨¢cticamente no se sab¨ªa qu¨¦ hacer con ¨¦l".
De esa tesis, que la s¨²bita riqueza de Venezuela comenz¨® entonces a cavar la tumba de las instituciones pol¨ªticas hasta desembocar en la crisis que hoy se ventila en las urnas, participa tambi¨¦n Eduardo Roche Lander, contralor general de la Rep¨²blica (equivalente a presidente del Tribunal de Cuentas) y cr¨ªtico sin remilgos de la ¨²ltima Administraci¨®n, la del presidente Rafael Caldera, corrupta como las anteriores. "Desde la primera presidencia de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez aumentaron tanto los precios del petr¨®leo que se produjo un caudal de riqueza no trabajado. La gente consider¨® que hab¨ªa que participar de ese dinero y redistribuirlo como fuera, de forma sana o insana", explica Roche Lander en su despacho de la Contralor¨ªa. Pero 20 a?os despu¨¦s, el precio del petr¨®leo no es ni sombra de lo que fue y, agotado el man¨¢ milagroso por el saqueo, apenas queda qu¨¦ repartir. "Eso produce desencanto en la poblaci¨®n", cuenta Roche Lander. "Si el pa¨ªs es rico y yo no, razona la gente, es porque hay alguien en el medio que se queda con todo: el Gobierno y los partidos pol¨ªticos". A medida que el dinero que chorreaba de arriba abajo y manten¨ªa el sistema bien engrasado dej¨® de fluir creci¨® el descontento social.
"El pueblo venezolano no pod¨ªa soportar que este pa¨ªs, que manej¨® miles de millones de d¨®lares, estuviese empobrecido como un pa¨ªs africano", justifica el ministro de Exteriores. El descontento y el resentimiento de la mayor¨ªa acabaron por calentar los cascos a los militares salvapatrias, y en 1992, Ch¨¢vez se levant¨® para acabar a la brava con la Rep¨²blica que se repart¨ªan a su beneficio los dos grandes partidos, el socialdem¨®crata Acci¨®n Democr¨¢tica (AD) y el democristiano Copei, de izquierdas uno, de derechas otro, ladrones todos, seg¨²n el golpista.
No lo logr¨®. Pero ah¨ª inici¨® la campa?a electoral que le llev¨® a la presidencia hace seis meses, y hoy est¨¢ a punto de culminar con las boletas de voto su revoluci¨®n, que ¨¦l denomina bolivariana, y que sus enemigos tachan de autoritaria y peligrosa para la democracia.
?Salvar¨¢ la nueva Constituci¨®n a Venezuela? "La corrupci¨®n es dif¨ªcil de combatir, tiene atrapados al poder judicial y a los organismos de investigaci¨®n", mantiene el ministro de Exteriores, y por eso se necesita arramblar con toda la estructura del Estado y acabar con el predominio de los pol¨ªticos tradicionales, en sustituci¨®n de los cuales Ch¨¢vez ha nombrado a numerosos militares, compa?eros de asonada en 1992 la mayor¨ªa.
"Con eso estoy mucho menos de acuerdo", advierte con precauci¨®n el contralor general de la Rep¨²blica. "Los grandes casos de corrupci¨®n han estado siempre entre los militares", afirma sin temor a irritar a Ch¨¢vez el hombre que m¨¢s sabe del asunto en Venezuela, mientras recuerda estafas variopintas del hoy supuesto garante del futuro limpio del pa¨ªs.
Con menos precauci¨®n que el contralor, Manuel Caballero, con sus casi siete d¨¦cadas de vida, ya ha visto mucho para esperar nada de la nueva Constituci¨®n. "Se va a producir un cambio, pero regresivo", deplora fatalista. "Todos los Gobiernos desde 1830 han buscado, de alguna manera, el progreso del pa¨ªs. ?ste es el primero que quiere ir para atr¨¢s, al siglo XIX, cuando el que mandaba era el general de turno. El Gobierno m¨¢s reaccionario de la historia de Venezuela es el de Ch¨¢vez".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.