Cuando los perros ladran en soledad
La Sociedad Protectora de Animales calcula que este verano recoger¨¢ 500 canes abandonados
Cuando acabe el verano, la Sociedad Protectora de Animales tendr¨¢ 400 historias m¨¢s que contar. Cada una tendr¨¢ un autor (tambi¨¦n llamado due?o), una v¨ªctima (juguetona y amable) y, en la mitad de los casos, un terrible desenlace: la muerte en la perrera. Y es que la mitad de los canes abandonados que recoja esta entidad, poseedora del mayor centro canino de Madrid, ser¨¢n sacrificados por una mera cuesti¨®n log¨ªstica: el n¨²mero de ingresos supera con creces el de las salidas por adopci¨®n.En los recintos de la citada organizaci¨®n corretean 600 canes. Tienen la mirada triste porque han sido v¨ªctimas del rechazo de sus amos y expulsados de su hogar. Necesitados de cari?o, tratan de robarle alguna caricia al visitante. Parecen desesperados. Como Pepe, un mestizo de pitbull abandonado que el s¨¢bado se pegaba a Jos¨¦ Luis Torres, el veterinario de la sociedad. "Pepe resulta ya hasta pesado. Pero es que quiere que lo mimen; exige caricias continuamente", explica Torres. Pero las caricias humanas se venden caras entre los perros abandonados. Hay dentelladas por conseguir un roce de afecto. Y Pepe los consigue casi todos. Es el perro m¨¢s fuerte de la jaula y hace valer su jerarqu¨ªa. No tiene quien lo tosa, y cuando alg¨²n otro perro trata de conseguir una caranto?a del cuidador Pepe le gru?e y le ense?a los colmillos de forma intimidatoria. El otro can mete el rabo entre las patas y se da media vuelta.
El abandono provoca traumas psicol¨®gicos a los canes: "Algunos padecen depresi¨®n y dem¨¢s secuelas psicol¨®gicas tras los abandonos. Eso s¨ª, se recuperan r¨¢pidamente en cuanto encuentran la estabilidad de un nuevo hogar", aclar¨® Torres. arolina Pinedo, portavoz de la citada sociedad, explica que en verano se recoge una media de entre ocho y diez perros diarios. En cualquier otra ¨¦poca del a?o, la cifra no alcanza ni la mitad. "Los due?os buscan cualquier excusa para deshacerse del animal. Algunos alegan que no quieren al perro porque, de repente, y despu¨¦s de varios a?os de convivencia, les da alergia. O porque se ha vuelto agresivo, o porque se van a vivir fuera de la ciudad y no se lo pueden llevar. Pero la mayor¨ªa de las veces, la realidad es bien distinta, y lo que pasa es que se marchan de vacaciones y no quieren correr con la responsabilidad que implica el can", a?ade Pinedo.
Las mascotas se convierten en un mero incordio para algunos. No les cabe el perro en el coche y optan por dejarlo tirado en la cuneta o en parques o donde sea. Eso s¨ª, casi siempre lejos del domicilio para evitar que el fino instinto del perro lo lleve de vuelta a casa. Muchos de los canes abandonados mueren atropellados.
Los que se salvan de los parachoques son tantos que saturan las residencias caninas. Como el Centro de Integraci¨®n Canina de Majadahonda (Cicam), que recoge los perros abandonados en el oeste de la regi¨®n y alberga 120 perros cuando su capacidad m¨¢xima es de 90. "Si no los recogemos, hay que sacrificarlos. La residencia est¨¢ tan llena que para que ingrese un perro, casi hay que sacrificar otro y dejar una jaula libre", lamenta Encarna Garc¨ªa Cuenca, encargada del centro. El Cicam guarda los perros el m¨¢ximo tiempo posible. "Normalmente cuidamos de ellos cinco meses. As¨ª da tiempo a que lo reclame el due?o o lo adopte alguien. En verano s¨®lo los podemos guardar un mes, luego hay que sacrificarlos para dejar sitio a otros", a?ade. "Los que abandonan a sus perros nunca dicen que es porque se van de vacaciones, sino porque su mujer se ha quedado embarazada, porque se han divorciado y dem¨¢s", explica.
El Cicam (606362515), la Sociedad Protectora de Animales (913 116127) y el Centro de Protecci¨®n de Animales del Ayuntamiento (917344379) entregan canes en adopci¨®n por un precio aproximado de unas 2.000 pesetas.
El censo canino de la Comunidad tiene 400.000 perros, uno por cada ocho habitantes. Si al oficial se le suma el oficioso, es decir, el n¨²mero de perros sin identificar, la proporci¨®n se duplica. Y tambi¨¦n las historias tristes.
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