D¨ªas de perros
Hace unos a?os, en un verano tan caluroso como ¨¦ste, estaba refugi¨¢ndome del implacable sol mesetario, tom¨¢ndome un refresco en un bar de pueblo, cuando se col¨® por la puerta una perrilla con la intenci¨®n de buscar tambi¨¦n un lugar donde resistir la calorina.Era una de esas perrillas que se ven solas por la calle, que parece que han aprendido a cruzar las carreteras y a sortear los coches, feas pero fieles a un amo que de vez en cuando las saca al campo y que de vez en cuando las echa de comer en un cuenco en la puerta de la casa.
Antes se ve¨ªan muchos perrillos como ¨¦sos en las calles de los pueblos, era el tipo de animal que sab¨ªa que hab¨ªa que huir de los ni?os, que normalmente les se?alaban como objeto de sus bromas, el tipo de chucho que dedicaba un amor desmedido a un due?o que le trataba con un afecto tan despegado que nunca parec¨ªa afecto.
La perrilla chica entr¨®, digo, en el bar.
La perrilla repos¨® sus tetas fl¨¢cidas sobre el suelo fresco y cerr¨® los ojos, pero los tuvo que abrir enseguida porque el due?o del establecimiento fue hacia ella con el mismo asco y la misma brutalidad que si le hubiera entrado una rata y la ech¨® a patadas en la barriga.
La perra se fue gimiendo y los clientes parece que miraron un momento la escena, pero enseguida volvieron a la tele para ver una de esas vueltas ciclistas que, con el calor y el verano, pueden provocarle a las almas sensibles una sensaci¨®n de soledad y depresi¨®n inmediatas.
A pesar de que hay gente muy cultivada que odia a los animales y practica su odio ironizando sobre las personas a las que nos gustan, como si tuvi¨¦ramos que ser gente ?o?a e infantil, es cierto que en Espa?a, de la misma forma que -quiero creer- se ha notado cierto progreso en el rudo y cejijunto comportamiento social, tambi¨¦n ha cambiado el trato hacia los animales, y por muy brutos que seamos vamos entendiendo que un animal de compa?¨ªa ayuda a personas solitarias a salir, a relacionarse y a encontrar a diario cari?o y alegr¨ªa al volver a casa.
Pero lo que no deja de sorprenderme es el tipo de perros que alguna gente elige para la convivencia diaria. Uno pasea por la sierra de Madrid y, de pronto, un animal enfurecido se tira contra la valla de una manera amenazante. No pasar¨ªa nada si el animal fuera de una raza controlable por el hombre. Si es peque?o no pasar¨ªa nada incluso si en un momento dado saltara la valla y quisiera atacarte. A un perro peque?o se le puede dominar.
Pero uno se pregunta por qu¨¦ los due?os de un chal¨¦ adosado que tienen un jard¨ªn de menos de cien metros cuadrados deciden comprar un perro rottweiler o similar para vigilar su propiedad, esos due?os que se van todo el d¨ªa a trabajar y dejan solo al animal, sin otro divertimiento que ense?arle los dientes a quien pase por delante de la valla.
Luego pasa lo que pasa.
Pasa que el perro, que es un animal social, que hace ya muchos siglos depende del cari?o humano, se vuelve loco. Se vuelve loco como le ocurrir¨ªa a cualquier ser humano.
Uno ve c¨®mo los due?os pasean a esos perros y no se aprecia ninguna alegr¨ªa ni en los perros ni en los due?os. El perrazo va tirando del due?o, y el due?o, intentando controlar al energ¨²meno.
Ese tipo de due?o de perrazo es el que te dice insistentemente:
"No te preocupes, si no hace nada, si es un perro muy bueno". Hay quien desprecia a las razas peque?as, porque les parecen cursis, poco nobles, pero ser¨ªa sensato pensar que los perros tienen que estar en proporci¨®n al lugar donde viven.
Hay due?os que deben sentir cierto placer conviviendo con animales incontrolables.
Seg¨²n lee uno en las p¨¢ginas de sucesos, nunca hacen nada, hasta que se les cruza el cable.
?No ser¨¢ que para algunos due?os tener un perro de ese tipo es una forma de tener un arma?
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