Memorable Simon Rattle en 'Les Bor¨¦ades'
El director convirti¨® en Salzburgo la ¨®pera de Rameau en una celebraci¨®n musical
ENVIADO ESPECIALSimon Rattle (Liverpool, 1955) demostr¨® con claridad en la primera de sus actuaciones de este verano en el Festival de Salzburgo por qu¨¦ es ahora el director de orquesta de referencia para el comienzo del nuevo siglo, y por qu¨¦ ha sido el elegido por la poderosa Filarm¨®nica de Berl¨ªn para sustituir a Claudio Abbado. Su versi¨®n de Les Bor¨¦ades (1764), al frente de la orquesta de instrumentos de ¨¦poca del Siglo de las Luces, fue un prodigio de sensibilidad, de multiplicaci¨®n de detalles, de alegr¨ªa de hacer m¨²sica, de amor a la vida.
La excelente ¨²ltima ¨®pera de Rameau se benefici¨®, adem¨¢s, de un reparto vocal equilibrado y en estilo encabezado por Barbara Bonney, de una puesta en escena refinada e imaginativa del matrimonio Herrmann, de una orquesta que roz¨® la perfecci¨®n y de un coro, European Voices, en estado de gracia. El ¨¦xito fue clamoroso.La muerte sorprendi¨® a Rameau durante los ensayos de su ¨²ltima ¨®pera. El estreno se suspendi¨® por esta circunstancia y los empresarios prefirieron volver a reponer por en¨¦sima vez Tancr¨¨de, de Campra. Les Bor¨¦ades permaneci¨® en el olvido hasta 1964, en que, incompleta, se ofreci¨® en una versi¨®n radiof¨®nica por la ORTF. John Eliot Gardiner la recuper¨® en versi¨®n ¨ªntegra en 1975 en Londres y posteriormente fue representada esc¨¦nicamente por primera vez en Aix-en-Provence en 1982 (?218 a?os despu¨¦s de ser compuesta!) y al a?o siguiente en Ly¨®n. Gardiner la grab¨® en disco y desde entonces, que yo sepa, ha permanecido en la sala de espera, salvo su suite de danzas, tocada con frecuencia por los Br¨¹ggen, Christie y el propio Rattle en Londres, Filadelfia, Berl¨ªn o Birmingham.
Rattle estuvo presente en la interpretaci¨®n londinense de Gardiner de Les Bor¨¦ades en 1975. Confiesa hoy que le dej¨® tocado esta m¨²sica que ¨¦l sit¨²a en esp¨ªritu m¨¢s cerca de Duke Ellington que de muchos de sus contempor¨¢neos. Incluso ha llamado a Rameau el Sch?nberg del siglo XVIII. La tragedia l¨ªrica alcanz¨® con ella su canto de cisne. Era como el final de una ¨¦poca. La integraci¨®n de danzas, coros y arias barrocas resum¨ªa en cierto modo una forma de vivir la obra de arte total a la francesa. Diderot y Rousseau no compart¨ªan este anclaje en el pasado. En realidad, era una despedida de una forma de espect¨¢culo. Quiz¨¢ tiene raz¨®n Gardiner cuando concede a esta obra p¨®stuma de Rameau la importancia de otros adioses como los de Monteverdi en La coronaci¨®n de Popea o Verdi en Falstaff.
Rattle dej¨® bien claro al matrimonio Herrmann que no deb¨ªa enfocar el espect¨¢culo a lo H?ndel, sino buscar m¨¢s bien una forma de est¨¦tica pr¨®xima al teatro de Kabuki. Los Herrmann, cuyas actuaciones oper¨ªsticas son a cuentagotas, aceptaron el reto. El resultado es una sinfon¨ªa de color de extra?a belleza, con un vestuario deslumbrante y unos efectos teatrales o circenses llenos de fantas¨ªa. Entre el refinamiento y el dominio de golpes de efecto teatral, la obra transcurre siempre con una mueca burlona ante el encanto de lo inesperado. La coreograf¨ªa de Vivienne Newport, tantos a?os al lado de Pina Bausch, es asimismo de una sutileza fundamental en la globalidad del espect¨¢culo.
Cantaron maravillosamente Charles Workman y Barbara Bonney. El reparto -Heidi Grant Murphy, Jeffrey Francis, Russell Braun...- estuvo conjuntad¨ªsimo, todos dentro de estilo. Sorprendente el coro por su juventud. La orquesta del Siglo de las Luces fue una bendici¨®n.
Y, por encima de todo, la lecci¨®n de Rattle, ya sentado con los m¨²sicos antes de comenzar evitando los aplausos de salida, sin chaqueta o frac, con uno de sus cl¨¢sicos chalecos. La orquesta, casi al nivel del p¨²blico para favorecer la d¨¦bil sonoridad de los instrumentos de ¨¦poca, permiti¨® ver y sentir la alegr¨ªa de hacer m¨²sica de Rattle, su cercan¨ªa gestual, sus complicidades, su permanente sonrisa, su entusiasmo. Rattle marca otro estilo. Es una bocanada de aire fresco.
Con la orquesta del Siglo de las Luces lleva trabajando m¨¢s de una d¨¦cada buscando las esencias sonoras de una ¨¦poca. Es el complemento a la fidelidad que ha mantenido con la orquesta de instrumentos modernos de Birmingham. No es, en cualquier caso, un fundamentalista. Su forma de dirigir est¨¢ en funci¨®n del repertorio que cultiva. Es una persona que emana sencillez. "Me considero afortunado por haber cantado una misa de Machaut con David Munrow en un extremo y haber trabajado con Pierre Boulez en el otro", ha declarado. Toda una definici¨®n.
Con todas estas confluencias de creatividades, la m¨²sica de Rameau fue para muchos un descubrimiento. No deja de ser curioso que asistiesen a la representaci¨®n en la ¨²ltima fila del ¨²ltimo piso unos espectadores j¨®venes fans de Rameau que hab¨ªan venido a Salzburgo ¨²nicamente para este espect¨¢culo. No eran de Par¨ªs, ni siquiera de Francia. Ven¨ªan de A Coru?a. Chapeau.
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