Rota, nostalgia del rock y tomates de "mayeto"
Amanece en Rota, donde nacen los tomates de mayeto y beben cerveza los marines. Aunque es verano y huele a mar, tanto como puede oler en una costa de aguas limpias tomada por toneladas de algas, Felipe Ben¨ªtez Reyes no piensa bajar a la playa, no lo hace nunca durante los meses de julio y agosto. El escritor, Premio Nacional de Literatura en 1996, naci¨® en este pueblo gaditano rematado por 16 kil¨®metros de playas que pueblan cada verano miles de sevillanos, jerezanos, americanos e, incluso, alg¨²n ruso. El autor de los poemas de Vidas improbables descubre, en un paseo un tanto an¨¢rquico en el que se entrelazan pasado y presente, los rincones de la Rota que est¨¢ de espaldas al mar. Sitios desde los que no se ve el oc¨¦ano Atl¨¢ntico y que, quiz¨¢s, muchos de los que se tuestan en sus playas no conozcan. Felipe Ben¨ªtez Reyes (Rota, 1960) se asoma desde el balc¨®n de su casa de la calle Veracruz, en obras desde hace m¨¢s de un a?o, y casi puede ver el rinc¨®n en el que dio sus primeros pases vestido de luces: un lujo de raso rojo y pasamaner¨ªa. "El callej¨®n de la Merced se convert¨ªa cada d¨ªa en nuestra plaza de toros particular. Ten¨ªamos seis o siete a?os y tore¨¢bamos todas las tardes, aunque unas veces te tocaba hacer de torero y otras de toro. Mi abuela me hizo un traje precioso", recuerda el escritor. Ese mismo callej¨®n alberg¨® uno de los seis cines de verano que lleg¨® a tener el pueblo y el Mercado Municipal, un lugar por el que el se asoma cada d¨ªa y en el que todav¨ªa pueden encontrarse algunos de los apreciados tomates de mayeto, esos que abundaban antes de que los americanos construyeran la Base Naval de Rota en los terrenos de las huertas. Ignacio Lia?o, el cronista de la ciudad que, a sus 91 a?os, mantiene viva la memoria del siglo, explica que lo de la definici¨®n de la hortaliza no est¨¢ muy clara. "Pienso que los llaman de mayeto porque son frutos tempranos, de mayo, pero otros aseguran que es porque los agricultores los pon¨ªan en mayas para transportarlos hasta C¨¢diz en el Barco de la Hora", asegura Lia?o, uno de los amigos a los que siempre acude Ben¨ªtez Reyes para resolver cualquier duda sobre su ciudad. El poeta, que volvi¨® a su pueblo en 1987, se siente c¨®modo en el lugar en el que creci¨® rodeado de contradicciones. "Cuando yo era adolescente Rota era un pueblo fascinante. Lleno de bares para americanos decorados con preciosas maderas y en los que no faltaban los billares y sonaban rock y rythm & blues. Los coches, de los que no cab¨ªan dos por la calle, y las motos... Estaba convencido de que el resto del mundo era as¨ª porque no conoc¨ªa otra cosa". La avenida San Fernando era territorio guiri, pero de esos bares, m¨ªticos para la generaci¨®n del escritor, ya no queda nada. "El ¨²ltimo reducto era el Cream, pero lo han cerrado y han puesto una tienda de productos capilares", comenta el novelista que hasta hace poco tocaba la guitarra en la banda local Speedy Machuca Wagon Blues Band. "Despu¨¦s crecimos, nos hicimos progres y desarrollamos sentimientos contradictorios por la existencia de la base en Rota". En la misma avenida, San Fernando, el poeta descubre una de sus debilidades: la comida al estilo canton¨¦s del Shangai, uno de los primeros restaurantes chinos que se abrieron en Andaluc¨ªa. La calle Mina es otro de esos lugares especiales, llena de bares para tapear por la noche: Emilio, La Mina, El Ancla... y, desde ah¨ª, al escritor le gusta desembocar en la calle Higuereta, donde hace 50 a?os terminaba el pueblo y est¨¢ la venta La Costilla, en cuya cocina naci¨® la famosa urta a la rote?a. El final ideal del paseo es el Royal Cinema, una buena pantalla al aire libre en la calle San Rafael para ver una de vampiros.
Un lugar sin interferencias
Poeta, novelista y ensayista, Felipe Ben¨ªtez Reyes tiene claro que, si viviera en otro sitio, "las cosas hubieran ido m¨¢s r¨¢pidas", pero ha elegido vivir en su pueblo, Rota. "Aqu¨ª se puede trabajar sin interferencias. Si uno tiene m¨¢s est¨ªmulos, el peligro de dispersarse es mayor", dice. De todas formas, no le va nada mal. A sus 39 a?os ha recibido el Premio Nacional de Literatura, el Luis Cernuda, el de la Cr¨ªtica y el del Ateneo de Sevilla de Novela, entre otros. Sus ¨²ltimas publicaciones son El equipaje abierto (Tusquets, 1996), en poes¨ªa; El novio del mundo (Tusquets, 1998), en novela; Maneras de perder (Tusquets, 1997), relatos, y Lo que viene despu¨¦s de lo peor (Planeta, 1998), en narrativa juvenil. El escritor es tambi¨¦n columnista de varios diarios y ha sido director de revistas como Fin de Siglo y Renacimiento. En su pueblo, como en cualquier otro de Andaluc¨ªa, no lo leen muchos, pero s¨ª lo quieren todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.