El campo de f¨²tbol, listo

No todo es catastrofismo y existe un lado positivo. El ¨ªndice de delincuencia com¨²n, en un territorio sin polic¨ªa y con un sistema judicial internacional m¨ªnimo, es sorprendentemente bajo. No hay sensaci¨®n de inseguridad por las calles y carreteras y todo el miedo a una agresi¨®n f¨ªsica viene derivado del enfrentamiento ¨¦tnico con los serbios.De un d¨ªa para otro abren sus puertas infinidad de tiendas, bares, librer¨ªas e incluso un club de tenis. Los cuidadores del estadio de Pristina se han reincorporado a sus puestos diez a?os despu¨¦s de ser despedidos y riegan y cortan el c¨¦sped del campo sin que nadie les pague, y las l¨ªneas de autobuses municipales ya est¨¢n en marcha, aunque ning¨²n vecino tenga claro si el Ayuntamiento funciona o no. La universidad ha reabierto sus puertas en una multitudinaria celebraci¨®n, y miles de escolares aguardan el comienzo del curso en cuanto se restauren los colegios.

"Kosovo es una fiesta", dice Vlora, una joven que todas las tardes pasea, arriba y abajo, por una atestada avenida de la Madre Teresa, que el Gobierno serbio no quiso hacer peatonal por temor a las manifestaciones y que ahora el Ej¨¦rcito brit¨¢nico cierra al tr¨¢fico todas las tardes para permitir el esparcimiento de los albanokosovares. Pero "la fiesta terminar¨¢ pronto. Hay que ponerse a trabajar", matiza Ahmet, su acompa?ante. A su lado, un ni?o pasa a toda velocidad en unos patines haciendo el s¨ªmbolo de la victoria.