"De mi seud¨®nimo puedo prescindir como de una maleta"
Jos¨¦ Irazu Garmedia (Astesu, Euskadi, 1951) es un completo desconocido en los ambientes literarios. Jos¨¦ Irazu, que se oculta tras Bernardo Atxaga, se plantea ahora la posibilidad de renunciar a su "m¨¢scara" literaria. La idea ha causado cierto revuelo entre sus lectores, pero este hombre pausado y afable sostiene que "se ha convertido una pulga en un elefante", y defiende a capa y espada su derecho a no alimentar m¨¢s la hoguera. Recientemente particip¨® en Santander en un curso sobre el Espacio narrativo organizado por la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo. Atxaga-Irazu, el escritor se define como un hombre espartano que un d¨ªa empez¨® a escribir porque sent¨ªa la necesidad de hacerlo. Sin m¨¢s. Este economista de formaci¨®n, que tambi¨¦n se interes¨® por la Filosof¨ªa, trabajaba en una sucursal bancaria cuando tom¨® la decisi¨®n de "trasladar el sue?o al d¨ªa a d¨ªa". "En la adolescencia, todo es rom¨¢ntico y uno cree que el oficio le gusta y quiere acercarse a ¨¦l. Luego llega el momento de ponerle el cascabel al gato. Yo s¨®lo me di cuenta de que lo pasaba mal en otros oficios. Sal¨ªa de trabajar y me sent¨ªa miserable porque no me interesaba lo que hac¨ªa, y pens¨¦ que val¨ªa la pena intentarlo, al menos una vez". Su opci¨®n no dejaba de ser temeraria, sobre todo para un joven que adem¨¢s escrib¨ªa en euskera; de eso hace 20 a?os.Por eso, no acaba de entender la pol¨¦mica surgida en torno a su cambio. Le ha sobrepasado. Es evidente que no le gusta hablar del tema. Colocarse un seud¨®nimo, dice, es dar un paso y entrar en el campo teatral, dar el salto entre la persona y el personaje. Y el personaje implica un comportamiento. "Cuando decid¨ª adquirir un nombre tuve inmediatamente la convicci¨®n de que me comportaba de una forma diferente, de una forma atxagiana. Alrededor del nombre empec¨¦ a desarrollar un tipo de actividad, por ejemplo lecturas frente al p¨²blico, que en aquella ¨¦poca eran muy poco convencionales. De mi nombre, de mi naturaleza, no sal¨ªa ese comportamiento. Luego, me recog¨ªa en casa y me sent¨ªa un poco ajeno a todo. Es una forma de buscarse en p¨²blico".
Ahora ni admite ni desmiente si se plantea un nuevo cambio de personaje. No lo considera importante e insiste en que lo l¨®gico ser¨ªa hacerlo si lo llegase a necesitar. "La ventaja de un seud¨®nimo, de una m¨¢scara, de un personaje, es que en realidad se puede prescindir de ¨¦l como se deja a una maleta. Es un nombre sin historia, que empieza en m¨ª y que puede acabar en m¨ª". La vida son dos vueltas, cree el escritor, y para dar la segunda igual puede ser conveniente cambiarse el antifaz.
El escritor disfruta al nadar entre g¨¦neros, al buscar cuentos que sean poes¨ªa, "o al rev¨¦s"; se niega a encasillarse tampoco en este aspecto porque en su idea de la escritura s¨®lo cabe la decidida voluntad de divertirse. "Soy una persona fundamentalmente curiosa. Esta curiosidad me ha hecho buscar mucho, tal vez demasiado". Ahora lidia con otra apuesta, una novela que quiere terminar en el plazo de un a?o y para la que volver¨¢ a cambiar de t¨¦cnica. "Para escribir una novela se agarra el hilo narrativo y se deja uno llevar. Hay escritores que incluso se hacen esquemas y que tienen este hilo antes de empezar. Quiero escribir piezas que en principio no tienen que estar alrededor de un hilo y luego ver la manera de encajarlas. Me atrae m¨¢s porque cuando escribo por piezas estoy seguro de que hay intensidad, que en ese momento quiero escribir justo eso".
Coleccionar conferencias
Como amante de la charla y la reflexi¨®n, Atxaga cultiva la curiosa costumbre de coleccionar conferencias, como f¨®rmula opuesta al ruido que predomina por doquier. "Lo mejor que arrastro de mi infancia es la mentalidad de aprender. Y una f¨®rmula estupenda son las conferencias. Escuchar al que habla, o¨ªr c¨®mo respira... y soy muy radical: si la persona dice cosas interesantes, le tomo una estima grand¨ªsima". Su ¨²ltimo regalo ha sido una colecci¨®n de conferencias de Borges en Argentina reflexionando alrededor del tango. "Las conferencias se oponen a las mesas redondas por lo que tienen de exigencia y de tensi¨®n. Es preciso prepararlas, uno no puede ponerse delante de 100 personas y decir cualquier cosa".
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