"No existe una conciencia com¨²n europea"
Predijo la crisis del sistema comunista a partir del an¨¢lisis de datos sobre el aumento de la mortalidad infantil. En L"illusion ¨¦conomique se interesa por ese mismo fen¨®meno en los EE UU, as¨ª como por el descenso del nivel cultural de dicho pa¨ªs.Pregunta. ?Vamos hacia una crisis de la hegemon¨ªa estadounidense?.
Respuesta. Estamos viviendo un cambio de civilizaci¨®n. Hoy el discurso sobre el modelo de sociedad aparece reducido a lo econ¨®mico y esta dimensi¨®n s¨®lo se aborda en t¨¦rminos de corta duraci¨®n, casi de informaci¨®n burs¨¢til, sin analizar ciclos largos. Y lo cierto es que ¨¦ste es un momento de cambio, como el hundimiento del mundo antiguo, la reforma protestante o la Revoluci¨®n francesa. Si en los a?os 50 los EE UU eran el quinto pa¨ªs del mundo en la clasificaci¨®n, de menos a m¨¢s, relativa a la mortalidad infantil, hoy ocupan el puesto 22. ?se es un par¨¢metro indiscutible, que se suma a la crisis del nivel cultural, que cae entre 1963 y 1980, o, por ejemplo, a la proliferaci¨®n de casos de obesidad. En la URSS falseaban las estad¨ªsticas, las ocultaban, pero los EE UU son l¨²cidos y aceptan la realidad que les muestra el espejo.
P. Los recientes conflictos b¨¦licos -en Irak o en los Balcanes- no parecen confirmar esa crisis de hegemon¨ªa.
R. A menudo el declive econ¨®mico e intelectual va acompa?ado de un liderazgo agresivo en lo ideol¨®gico y militar. En el caso de los EE UU es impresionante ver que las ¨¦lites han abandonado los estudios cient¨ªficos y t¨¦cnicos. El despegue del pa¨ªs como gran potencia tuvo que ver con su capacidad para transformar la naturaleza, con la calidad de sus hombres de ciencia y sus ingenieros. Hoy los abogados ocupan el puesto de los ingenieros. Y los abogados pueden aumentar en un primer momento la rentabilidad de una empresa pero no parecen los m¨¢s dotados para lograr que la producci¨®n crezca. Una sociedad ascendente combina progreso intelectual y t¨¦cnico y los EE UU han abandonado todo lo que es industria, artesan¨ªa, t¨¦cnica. De ah¨ª sus 300.000 millones de d¨¦ficit.
P. Europa parece mejor dotada culturalmente pero usted tampoco es optimista respecto a su futuro.
R. Europa, aunque tecnol¨®gicamente sigue progresando, conoce un muy grave problema demogr¨¢fico que, en el mejor de los casos, la llevar¨¢ al estancamiento y en la hip¨®tesis pesimista a la cat¨¢strofe. Entre 1990 y el 2010 el n¨²mero de j¨®venes de 20 a 24 a?os disminuir¨¢ en un 11% en Francia, un 14% en Gran Breta?a, un 23% en Alemania y un 40% en Italia. En Espa?a la disminuci¨®n tambi¨¦n ser¨¢ muy importante pero un poco m¨¢s tard¨ªa. Un continente sin j¨®venes es un continente sin demanda, sin consumo. En ese contexto a¨²n me parece m¨¢s dif¨ªcil so?ar con la supervivencia de un instrumento monetario com¨²n. No hay moneda sin Estado, ni Estado sin Naci¨®n, ni Naci¨®n sin conciencia colectiva y las ¨²ltimas elecciones, por si hac¨ªa falta, han vuelto a confirmar que no existe una conciencia com¨²n europea.
P. Usted se declara partidario de una pol¨ªtica proteccionista.
R. S¨ª, pero no por razones de belicosidad competitiva sino para poder practicar una pol¨ªtica de relanzamiento de la econom¨ªa sirvi¨¦ndose del arma presupuestaria, de la capacidad de endeudamiento. Hoy el librecambismo, la mundializaci¨®n, hacen que la ¨²nica ambici¨®n de Europa sea la reducci¨®n del gasto p¨²blico. No soy un estatalista, creo que el Estado s¨®lo tiene que ocuparse de proteger las fronteras y de alg¨²n sector estrat¨¦gico pero Europa s¨®lo puede existir si crea un espacio protegido com¨²n y sale de la trampa malthusiana, de la obsesi¨®n por reducir costes, salarios y gasto, una obsesi¨®n que rompe la solidaridad interna. Los ¨¦xitos de Airbus o de la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n prueban que el proteccionismo, si no es eterno y es inteligente, no impide ser competitivo.
P. Pero esa pol¨ªtica proteccionista europea no figura en el orden del d¨ªa.
R. No. Para que Europa existiese como potencia aut¨®noma bastar¨ªa con que sus tres pa¨ªses latinos -Francia, Espa?a e Italia- aceptasen a Alemania como l¨ªder, pero eso est¨¢ lejos de suceder: todos preferimos la hegemon¨ªa estadounidense. Es algo que no se dice pero es cierto.
P. ?Es la divisi¨®n lo que lleva a preferir el liderazgo de EE UU antes que una uni¨®n de perfiles inciertos?
R. Las ¨¦lites europeas y japonesas tienen miedo y defienden la hegemon¨ªa americana a la que creen poder poner fin con s¨®lo cerrar la bolsa. Durante la guerra del Golfo los EE UU ya hicieron la guerra a cr¨¦dito pues luego pasaron la factura a los aliados. Esa inversi¨®n en lo militar les permite mantener una supremac¨ªa que sus 300.000 millones de d¨¦ficit debieran hacer imposible. Los EE UU tienen inter¨¦s en la mundializaci¨®n, en una sociedad y econom¨ªa mundializadas porque en ese caso ellos son el Estado que domina el planeta y el d¨¦ficit ya no es suyo sino que forma parte de los flujos comerciales planetarios. El ejemplo de la OTAN en Irak y Serbia me ha llevado a recordar lo que sucedi¨® con la liga de Delos. Los atenienses la impulsaron para protegerse ellos y las otras ciudades o islas -Tebas, Esparta, Delos, Eubea, Samos, etc.- de la amenaza persa. La aportaci¨®n de los socios fue cada vez menos importante en hombres y material y mayor en dinero. A partir de un cierto momento s¨®lo Atenas tuvo un ej¨¦rcito real y no tardaron con quedarse con la caja y exigir de sus aliados -que ahora ya no ten¨ªan derecho a abandonar la Liga de Delos sino quer¨ªan ser masacrados- contribuciones cada vez mayores. La OTAN parece ir por el mismo camino. A veces la historia antigua sirve para comprender mejor el presente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.