Despu¨¦s del fin del mundo
JUSTO NAVARRO Lo mejor del verano es esto: uno piensa que la vida todav¨ªa tiene arreglo. Ir de vacaciones significa renovarse. La gente utiliza im¨¢genes industriales para referirse a este proceso: necesidad de recargar las pilas o limpiar el motor o cambiar de chip. Los que no se van de vacaciones son a¨²n m¨¢s optimistas y se sienten mejorados sin necesidad de viajar. Bajo el sol at¨®mico de agosto descubren que son clarividentes: han llegado a la conclusi¨®n de que en agosto descansa casi todo el mundo, lo que demuestra que descansar en agosto es un disparate, puesto que la mayor¨ªa de la gente es disparatada. Uno lleva todo el a?o sinti¨¦ndose cansado y torpe, y de pronto, mientras lee el peri¨®dico en la oficina vac¨ªa o atraviesa trabajosamente una plaza convertida en ascua mortal, se reconoce inteligente: - Qu¨¦ agradable es la ciudad sin nadie. S¨ª, muchas tiendas y bares han cerrado, o los propietarios tienen tanto calor que no pueden llegar a las persianas met¨¢licas para intentar levantarlas. Ya abrir¨¢n ma?ana: - Siempre ma?ana y nunca ma?anamos. La sombra del verano es el ma?ana: lo esencial del verano es la ilusi¨®n de que a finales de agosto estaremos listos para empezar lo peor del a?o. Las vacaciones son lo mejor porque nos preparan para lo peor. Yo paso agosto trabajando en compa?¨ªa de un gato que me han dejado sus amos, viajeros en agosto: el gato y yo, obligados a convivir, nos observamos desde lejos, independientes o introvertidos, o las dos cosas, aunque el gato parece m¨¢s introvertido e independiente que yo. Yo le comento las noticias del peri¨®dico. Han detectado materias fecales en los piensos para animales, quiz¨¢ en el pienso para gatos, le digo. ?Qu¨¦ dice el gato? Se niega a leer el peri¨®dico en agosto, y sigue devorando estrellas verdes y amarillas y ocres, agradables colores fecales, con forma de pastilla de ¨¦xtasis. El gato me rehu¨ªa y yo rehu¨ªa al gato en nuestra soledad foribunda de agosto. El primer d¨ªa me lanz¨® un rugido suave, como el soplo de un atomizador de perfume para mu?ecas Barbie, pero ahora es bastante mudo: yo soy incapaz de ser tan mudo como este gato, y le hablo. Cojo una galleta de gato, la pruebo y le comento el sabor: cart¨®n de caja de conservas en el que se han derramado dos latas de at¨²n fabricadas en 1975. Antes nos evit¨¢bamos y ahora los dos buscamos juntos los rincones m¨¢s frescos de la casa. Si me acerco, se pone meditativamente alerta, me mira a los ojos. Me transmite: -?Qu¨¦ quieres? Hemos establecido una cierta relaci¨®n telep¨¢tica: a la hora que sabe que me despierto me espera en la puerta del dormitorio. Podr¨ªa entrar, pero no entra. Me gu¨ªa escaleras abajo para que le eche la comida, y yo lo sigo. Entonces la luz cambia en la habitaci¨®n: es la hora de las migraciones, y, huyendo del clima, vamos juntos de habitaci¨®n en habitaci¨®n como otros animales cruzan continentes en planetas m¨¢s grandes. Ni el gato ni yo salimos mucho, y me imagino que somos los dos ¨²ltimos habitantes de un planeta carbonizado que se llama Agosto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.