El polvor¨ªn del C¨¢ucaso
Los extremistas musulmanes pretenden catalizar los conflictos inter¨¦tnicos
El C¨¢ucaso siempre ha tenido una gran importancia estrat¨¦gica para Rusia, pero tambi¨¦n ha sido una constante fuente de problemas y un foco de resistencia. El volc¨¢n cauc¨¢sico nunca se apag¨® del todo; ha permanecido activo y, de vez en cuando, sufre erupciones peligrosas para Rusia. La ¨²ltima sucedi¨® en Chechenia hace cuatro a?os y medio, despu¨¦s de que el presidente ruso, Bor¨ªs Yeltsin, decidiera lanzar a su Ej¨¦rcito contra los separatistas chechenos que hab¨ªan declarado su independencia en 1991. Ahora, la amenaza proviene de Daguest¨¢n, un complej¨ªsimo microcosmos ¨¦tnico.
El Kremlin se enfrenta de nuevo a una insurrecci¨®n armada en el C¨¢ucaso, pero esta vez con caracter¨ªsticas muy diferentes a las de Chechenia. Daguest¨¢n es un peque?o pa¨ªs monta?oso con un complicado equilibrio ¨¦tnico: sus dos millones de habitantes est¨¢n repartidos entre m¨¢s de 30 tribus diferentes, con idioma propio y una estructura social diferente. La mayor¨ªa poco tienen que ver entre s¨ª y con el Gobierno de la capital Majachkal¨¢.La principal etnia de Daguest¨¢n son los avar, que dominan en gran medida la vida pol¨ªtica de la rep¨²blica. De ah¨ª, el resentimiento de los otros grupos ¨¦tnicos y su deseo de formar su propia rep¨²blica o de obtener, al menos, una autonom¨ªa generosa.
Existen grandes tensiones hist¨®ricas entre los chechenos que viven en Daguest¨¢n y los avar. ?stas provienen de los tiempos de Josif Stalin, cuando deport¨® a los chechenos del C¨¢ucaso, acus¨¢ndoles de colaborar con las tropas invasoras nazis. En su ausencia, los avar ocuparon sus casas y tierras. Cuando en 1957, los chechenos -absueltos ya de la acusaci¨®n de traidores-, comenzaron a regresar, se encontraron con que sus aldeas estaban ocupadas. La autonom¨ªa que los chechenos e ingushes recobraron en 1957 no se extendi¨® a los dos distritos que forman parte de Daguest¨¢n, pero que antes estaban habitados por chechenos. De ah¨ª que algunos pol¨ªticos separatistas reivindiquen hoy su integraci¨®n en Chechenia.
Conflictos muy complejos
Pero adem¨¢s de los problemas que plantean los chechenos, existen otros de enorme complejidad pol¨ªtica. El movimiento nacional Tenglik -que representa a los kumikos, pueblo t¨²rquico que habita de forma mayoritaria en seis distritos daguestanos- desea la creaci¨®n de la Rep¨²blica Kumik, idea que cuenta con la oposici¨®n del resto de los pueblos daguestanos. El movimiento Birlik, que en Daguest¨¢n re¨²ne a los nogay, otro pueblo t¨²rquico del C¨¢ucaso, tambi¨¦n desea tener su autonom¨ªa dentro de la Federaci¨®n Rusa. Pero en este caso existe un agravante geogr¨¢fico: su anhelo supondr¨ªa la invasi¨®n de los territorios que hoy se encuentran divididos en tres rep¨²blicas diferentes: Nogay, en Daguest¨¢n; Sh¨®lkovskaya, en Chechenia, y Neftekumsk, en St¨¢vropol.Existe tambi¨¦n el problema de los lezguinos, un pueblo que se encuentra partido entre Daguest¨¢n y Azerbaiy¨¢n, pa¨ªs independiente desde 1991, cuando se desintegr¨® la Uni¨®n Sovi¨¦tica. La creaci¨®n de una nueva frontera estatal entre Daguest¨¢n y Azerbaiy¨¢n cre¨® un gran descontento entre los lezguinos, y no faltan en estos d¨ªas extremistas que quieren formar su propia rep¨²blica.
Precisamente es en estos problemas ¨¦tnicos donde se esconde la mayor amenaza para la integridad territorial de Daguest¨¢n y por ende de toda Rusia. Los integristas que el martes declararon un Estado isl¨¢mico independiente en los distritos monta?osos de Botlij y Tsumad¨¢ no representan, al menos de momento, un peligro serio para la supervivencia de Daguest¨¢n como rep¨²blica de la Federaci¨®n Rusa. Los extremistas musulmanes son pocos y minoritarios, incluso entre los musulmanes practicantes, y carecen de la influencia necesaria para unir a toda la poblaci¨®n daguestana y borrar las contradicciones de los diferentes grupos ¨¦tnicos.
Peligro catalizador
Pero esta rebeli¨®n nace en medio de un polvor¨ªn, por lo que podr¨ªa servir de catalizador para hacer explotar todas las contradicciones inter¨¦tnicas que permanecen latentes.Los expertos rusos en Mosc¨² consideran que algunos de los movimientos nacionales antes mecionados podr¨ªan aprovechar la situaci¨®n creada para lanzar sus propias rebeliones, convirtiendo Daguest¨¢n en un sangriento campo de batalla.
En frente tienen a un Ej¨¦rcito ruso agotado por la falta de material, la desmoralizaci¨®n y las pagas de miseria. Ya sucedi¨® en Chechenia: un Ej¨¦rcito te¨®ricamente superior sucumbi¨® al empuje de los independentistas y perdi¨® la guerra.
La primera explosi¨®n sangrienta en el C¨¢ucaso, ya en ¨¦poca de la Rusia independiente, ocurri¨® en oto?o de 1992 entre Osetia del Norte e Ingushetia. El problema fue similar: cuando los ingushes regresaron al C¨¢ucaso tras haber sido deportados en 1944 a Kazajist¨¢n y otras rep¨²blicas de Asia central, se encontraron con que los osetios hab¨ªan ocupado parte de sus territorios.
Hay otros muchos otros focos de tensi¨®n: en Kabardina-Balkaria, donde convive un pueblo t¨²rquico que fue deportado por Stalin (los balkaros) y otro cauc¨¢sico que no lo fue (los kabardinos). All¨ª se dan los mismos problemas que hay entre avar y chechenos, o entre ingushes y osetios del norte.
En cualquier momento puede estallar una guerra sangrienta en Karachai-Cherkesia, donde en el mes de mayo se realizaron elecciones presidenciales que te¨®ricamente gan¨® el candidato karachai, pero que los cherkesos no reconocen, y denuncian que hubo manipulaci¨®n del resultado.En este conflicto tambi¨¦n se esconde la mano de Stalin: los karachai fueron deportados y los cherkesos no.
Por ¨²ltimo, Adigueya puede presentar pretensiones territoriales a la provincia de St¨¢vropol; y tampoco cabe despreciar las contradicciones entre los cosacos (que fueron los que conquistaron estas tierras para el imperio de los zares y se asentaron despu¨¦s en ellas) y los pueblos aut¨®ctonos del C¨¢ucaso.
El desaf¨ªo con el que se topa el Kremlin en Daguest¨¢n no es nuevo: se trata de impedir que el polvor¨ªn del C¨¢ucaso explote en decenas de conflictos ¨¦tnicos que terminen con la presencia de Rusia de una regi¨®n rica en petr¨®leo, gas y otros recursos naturales. Mosc¨² trata, sobre todo, de impedir que se repita el modelo del hundimiento de la URSS en una escala rusa.
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