Todo se arregl¨® con pasodobles
La segunda corrida de la feria de Legan¨¦s no existi¨®. S¨®lo hubo un concierto de m¨²sica durante los seis toros, interpretado por la charanga de la plaza, que destrozaba pasodoble tras pasodoble. Y no vimos corrida alguna porque los toros, que no pod¨ªan con el rabo, se paraban todos en la muleta, en cort¨ªsimos viajes por falta de fuerza. Embest¨ªan, s¨ª. Muchas veces al primer toque, pero luego levantaban la cabeza para defenderse del t¨ªo latoso de turno que les andaba incordiando con el trapo rojo.Pero todo esto los espectadores del festejo, influidos por el ambiente festivo que vive la ciudad, lo arreglaron pidiendo m¨²sica apenas el torero tomaba la muleta. Luego ven¨ªan los trapazos, las ca¨ªdas de los toros y el simulacro del toreo. Nada de eso importaba. All¨ª estaba la m¨²sica, tatach¨ªn, tatach¨ªn, tatach¨ªn, y todos contentos.
Bayones / Caballero, Cordob¨¦s, Mora
Toros de los Bayones (uno, sobrero), anovillados y muy flojos. 2?, de Gabriel Hern¨¢ndez, devuelto por inv¨¢lido. Los toros anunciados de Gavira se rechazaron en el reconocimiento.Manuel Caballero: aviso con mucho retraso y silencio; oreja. El Cordob¨¦s: oreja y dos orejas. Sali¨® a hombros. Eugenio de Mora: silencio, le perdonaron un aviso; aviso y silencio. Plaza de toros de Legan¨¦s, 17 de agosto. 2? corrida de feria. Menos de media entrada.
De todo este desprop¨®sito sali¨® triunfador El Cordob¨¦s, que se hart¨® de dar mantazos en sus dos toros, de irse al rabo entre el delirio del p¨²blico, y de hacer el histri¨®n con el salto de la rana y dem¨¢s desplantes del repertorio.
Manuel Caballero estuvo siempre en torero serio y entregado. Su primer toro fue un inv¨¢lido total, que se inutiliz¨® al darse un topetazo con un burladero. Con mucha visi¨®n t¨¦cnica, el torero, tras darse cuenta de las ca¨ªdas del animal, se lo llev¨® de los medios al tercio y all¨ª, lugar en el que el toro se empleaba menos, pudo pasarlo de muleta con temple y naturalidad, evitando que volviera a caerse. En el cuarto, que no pasaba por falta de fuerzas, tuvo que recurrir a lo que los toreros llaman "el arrim¨®n", para conseguir el corte de trofeo.
Ninguno de los dos toros que correspondieron a Eugenio de Mora le permiti¨® hacer ese su toreo de muletazo largo y mand¨®n. Su primer toro lleg¨® bronco y tirando hachazos al ¨²ltimo trance y el sexto, que se desplazaba m¨¢s, le dio lugar a que pudiera prolongarle el viaje en algunas ocasiones. Pero luego se eterniz¨® con el descabello y todo qued¨® en nada.
Est¨¢ visto que el remedio para remediar los males de la fiesta est¨¢ en el concierto de pasodobles. As¨ª que: "?M¨²sica, maestro!".
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