Greene lleg¨® a una cent¨¦sima de su sombra
El estadounidense roz¨® con sus 9,80 su propia plusmarca mundial de 9,79, y demostr¨® unos nervios de acero para aguantar la presi¨®n de Bruny Surin
La vieja guardia, representada por el siempre eficaz Bruny Surin, se neg¨® a aceptar una victoria c¨®moda de Maurice Greene, que hubo de tirar con todo para vencer en la final de 100 metros. 9,80 fue su tiempo, y eso significa que se qued¨® literalmente a un paso del r¨¦cord del mundo, del 9,79 que consigui¨® el propio Greene en Atenas el pasado mayo. Final hermosa, chorreante de adrenalina. La que necesit¨® el campe¨®n para ganar y la que derroch¨® Surin para hacer la carrera de su vida. Fue segundo con 9,84 segundos. Dicho as¨ª puede sonar a un gran registro, pero esa marca hay que mirarla con perspectiva. Hasta cuatro meses, era el r¨¦cord del mundo, obtenido por su compatriota Donovan Bailey en la final ol¨ªmpica de Atlanta. Por lo tanto, estamos ante el tercer hombre m¨¢s r¨¢pido de la historia, Ben Johnson aparte. Si a la circunstancia del gran tiempo de Surin se a?ade su edad (est¨¢ a punto de cumplir 33 a?os), nos encontramos frente a un atleta que ha representado de manera gloriosa a la vieja guardia.Algo quer¨ªan decir las grandes actuaciones de Surin en la segunda ronda y en su semifinal, donde gan¨® con tanta comodidad que lanz¨® un aviso a Greene. El canadiense corri¨® de manera tan rotunda como su musculatura. Se trata de otro velocista con la estampa de culturista. Se ha forjado el chasis a lo largo del tiempo, desde que comenz¨® como un humilde aspirante a la vacante de Ben Johnson. Natural de Hait¨ª, Surin tropez¨® en Canad¨¢ con todos los problemas que afectan a los antillanos pobres en Norteam¨¦rica y las consecuencias del caso Johnson, cuya ca¨ªda en desgracia coincidi¨® con la aparici¨®n de Surin en el panorama de la velocidad. "Siempre he tenido que luchar contra los prejuicios que despert¨® Ben Johnson en Canad¨¢", ha dicho Surin, un excelente atleta que nunca ha sido un actor central en las grandes competiciones. Con 32 a?os, parec¨ªa que hab¨ªa dejado atr¨¢s sus mejores tiempos. Pero en Sevilla estuvo colosal.
La influencia de Surin sobre la final fue decisiva en la gran marca de Greene. Obadele Thompson volvi¨® a evidenciar sus carencias en la gran competici¨®n. Se resigna a un papel lateral. Y los dem¨¢s no hacen oposici¨®n real al estadounidense. El brit¨¢nico Gardener es r¨¢pido pero demasiado ligero. Dwain Chambers, el otro brit¨¢nico, est¨¢ forjado en otro molde. Es fuerte, grande, poderoso. Pero tambi¨¦n es demasiado joven. Con 21 a?os se dispone a dominar sobre los velocistas europeos durante los pr¨®ximos a?os. En la final se conform¨® con ganar la otra carrera, la que disputaron todos aquellos que no eran Greene y Surin.
"Me tropec¨¦ en la salida", dijo Greene despu¨¦s de la final. Algo sucedi¨®, en efecto. Al norteamericano le cost¨® meter el turbo. Durante los 35 primeros metros se vio superado por Tim Harden e igualado por Surin. Harden fue espuma, el cl¨¢sico atleta de bolsillo que apunta pero no dispara. Tiene condiciones, pero le falta poder¨ªo para convertirse en un gran velocista. Probablemente es lo que pensar¨¢ John Smith, el hacedor de Maurice Greene. En sus manos, Harden podr¨ªa entrar en la categor¨ªa de los pesos pesados. Como le falta pegada, su actuaci¨®n termin¨® al paso por los 50 metros. Desde ese momento, desapareci¨® de escena y dej¨® el escenario para Greene y Surin.
Greene tuvo una cualidad important¨ªsima en su carrera. Se emple¨® como un campe¨®n. No entr¨® en estado de p¨¢nico ante el ataque de Surin, que se mantuvo junto al estadounidense metro por metro. Cualquier desfallecimiento, cualquier distracci¨®n, cualquier temor, hubiera acabado con Greene. Sin embargo, demostr¨® fibra en una final complicad¨ªsima, donde se le exigi¨® la segunda mejor marca de la historia para vencer. Quiz¨¢ por ese motivo, John Smith se refiri¨® en t¨¦rminos tan elogiosos a su disc¨ªpulo. "Me ha recordado a Carl Lewis", dijo el entrenador californiano para referirse a la actuaci¨®n de Mo Greene. Si algo distingu¨ªa a Lewis era su habilidad para superar las circunstancias m¨¢s dif¨ªciles. S¨®lo pareci¨® vulnerable en Se¨²l, cuando fue batido por Ben Johnson, aquel Johnson cargado de anabolizantes que puso el r¨¦cord mundial donde ahora lo tiene Greene (9,79).
Esa capacidad para competir bajo la m¨¢xima presi¨®n fue lo m¨¢s notable de Greene. Porque Surin no abandon¨® la caza hasta el final. Cuando termin¨® la carrera, el estadounidense no pudo reprimir un gesto de alivio. Grit¨®, salud¨® a la tropa del HSI (el equipo de John Smith) y dio la vuelta a la pista. Hab¨ªa sido la carrera m¨¢s dif¨ªcil del a?o, justo cuando nadie esperaba una oposici¨®n tan fuerte. Con la ausencia de Boldon, con la retirada de Fredericks, con la timidez de Thompson, s¨®lo pod¨ªa preverse una final sencilla para ¨¦l. Por fortuna, el atletismo acostumbra a poner en escena a personajes imprevistos. Surin, en este caso. Despu¨¦s de tantos a?os a la sombra de los mejores, el canadiense decidi¨® convertirse en protagonista de una gran fiesta. Lo hizo con tanta decisi¨®n que estuvo a punto de costar la victoria a Greene, de cuya categor¨ªa no hay duda. Se sab¨ªa de su capacidad para conseguir grandes marcas y no se cuestionaba su habilidad para competir. Pero nunca en circunstancias tan extremas, frente a un hombre que igual¨® el anterior r¨¦cord mundial. S¨®lo por ese acero de Greene mereci¨® la pena una final que deja para los archivos la segunda mejor marca de todos los tiempos. Una marca trabajada con mucha velocidad y un reguero de adrenalina.
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