El Valencia hace un trabajo muy profesional

El Valencia hizo un trabajo muy profesional para despachar a un equipo diminuto y abrirse paso en el club de los 32 mejores de Europa, competici¨®n que disputar¨¢ por segunda vez en su historia (lo hizo antes en 1971). El grupo de C¨²per incluso tuvo dos fases de cierta luminosidad (al principio del choque y mediada la segunda parte) cuyo valor queda relativizado por la escasa val¨ªa del rival. Pero hubo buenas noticias, como el despertar del Piojo L¨®pez, que va enton¨¢ndose a medida que va afinando su forma, el olfato goleador de S¨¢nchez, que siempre est¨¢ con la ca?a preparada, y la solvencia de Mendieta, a quien no dej¨® secuelas la desafortunada noche del s¨¢bado ante el Racing. Por lo dem¨¢s, por fin entr¨® el Valencia alguna que otra vez por las bandas (una de las obsesiones de C¨²per) y por la izquierda lleg¨® la jugada del Piojo, que, tras una pared con Mendieta, mand¨® al centro para que embocara S¨¢nchez.Y, sin embargo, C¨²per sigue luchando contra los genes, que se han incrustrado en el Valencia en forma de contragolpe, el rasgo que dej¨® grabado Ranieri. Y no hay forma de borrarlo. Intenta C¨²per que su equipo elabore, mande y toque, y no hay duda de lo intentan sus hombres, pero, pasados los primeros momentos de obediencia, los jugadores dan rienda a sus instintos. Y juegan c¨®mo saben: a contrapelo. El Valencia vive en la duda permanente, salvo que en esta ocasi¨®n no era el Racing el rival, sino el Hapoel, un conjunto limitad¨ªsimo.

Y eso que el arranque valencianista result¨® esperanzador. El caso es que, transcurridos 20 minutos, el Valencia pod¨ªa haber llenado un saco de goles pero no ten¨ªa ninguno. Se desperdici¨® tanto, que el grupo de C¨²per acab¨® cayendo en picado. Entr¨® en una fase desma?ada en la que qued¨® a su vez plenamente retratado el Hapoel Haifa, que s¨®lo se asom¨® una vez al balc¨®n de Ca?izares. Previamente, C¨²per el inmutable hab¨ªa desmentido en la alineaci¨®n a todos los periodistas que, ¨¢vidos de novedades, hab¨ªan supuesto un par de cambios en el equipo titular respecto al grupo que perdi¨® el s¨¢bado ante el Racing. No hubo ninguno.

La entrada en la segunda parte fue tan plomiza como el final de la primera: el Valencia estaba contento de que no pasara nada; y el Hapoel, para qu¨¦ enga?arse, tambi¨¦n (bastante grande ya le ven¨ªa que el marcador no se moviera). En realidad, s¨®lo el descaro de Farin¨®s y la perseverancia de Mendieta reservaban alguna emoci¨®n subida de tono a la parroquia. Precisamente el capit¨¢n Mendieta interpret¨® perfectamente la pared que le hab¨ªa marcado la carrera por la izquierda del Piojo L¨®pez, que centr¨® hacia atr¨¢s para que S¨¢nchez hiciera lo que sabe: ubicarse en la boca de gol para marcar. El gol despert¨® a m¨¢s de uno que se hab¨ªa quedado traspuesto, pero sobre todo despert¨® al equipo, que a partir de entonces jug¨® mucho m¨¢s alegre y relajado. Aunque fuera por unos minutos. Este estado de ¨¢nimo lo simboliz¨® m¨¢s que nadie Piojo L¨®pez, que cogi¨® carrerilla en ese instante y fue el de anta?o. C¨²per, que as¨ª lo percibi¨®, sustituy¨® al Piojo para que se llavara el agasajo del p¨²blico.