Dos visiones contrapuestas del mismo proceso

El impasse que el presidente Aznar ha diagnosticado en las relaciones del Gobierno con ETA-HB no resulta comparable con los momentos de crisis por los que atraviesa todo proceso de paz -en este aspecto s¨ª es pertinente el ejemplo del Ulster-. Adem¨¢s, ese estancamiento habr¨ªa que retrasarlo en el tiempo bastantes meses. Ser¨ªa la consecuencia no de la falta de sinton¨ªa entre las partes implicadas, sino del dibujo previo y absolutamente cerrado que cada una de ellas se hizo del proceso iniciado con la tregua de ETA. A la postre, la ausencia de atentados ha sido el aspecto m¨¢s definitorio y positivo de la situaci¨®n vivida durante el ¨²ltimo a?o.El objetivo esencial de ETA con la estrategia de Lizarra y el del Gobierno con su concepto de la "tregua-trampa" no ha sido nunca concluir en una mesa de negociaciones, como acontece en otros conflictos tan analizados desde el Pa¨ªs Vasco. Desde su comunicado del 16 de septiembre pasado, la organizaci¨®n terrorista, rompiendo con su vieja doctrina de la "negociaci¨®n pol¨ªtica", ha obviado de forma deliberada al Gobierno. Su apuesta ha sido la del desbordamiento. La negociaci¨®n ya no ser¨ªa necesaria porque la estrategia conjunta de las fuerzas nacionalistas en pos de la plena soberan¨ªa y la territorialidad de Euskal Herria dejar¨ªa al Estado espa?ol sin m¨¢s margen de maniobra que la de aceptar la autodeterminaci¨®n por la v¨ªa de hecho.

El Gobierno, por su parte, estaba convencido de que pod¨ªa acabar por la v¨ªa policial con ETA y ha visto siempre la din¨¢mica puesta en marcha en Lizarra como una h¨¢bil maniobra del MLNV para convertir una eventual derrota militar en una victoria pol¨ªtica. En consecuencia, s¨®lo se ha mostrado dispuesto a hablar con ETA de los presos y refugiados, previa comprobaci¨®n de sus intenciones reales de abandonar las armas. Este enfoque opuesto de la situaci¨®n ayuda a entender la sorprendente escasez de contactos entre las dos partes m¨¢s directamente implicadas en el "conflicto". El Gobierno no est¨¢ dispuesto a ofrecer a la organizaci¨®n terrorista concesiones pol¨ªticas y ETA en absoluto desea entrar en la ecuaci¨®n de paz por presos.

A ra¨ªz de esta partida de p¨®ker entre el Gobierno y ETA, cuya ¨²ltima jugada han sido las declaraciones de Aznar, los s¨ªntomas de estancamiento se han extendido a otros ¨¢mbitos de la compleja realidad vasca. La par¨¢lisis afecta al foro de di¨¢logo pol¨ªtico que auspicia el lehendakari Ibarretxe y el PNV, todav¨ªa in¨¦dito por el rechazo del PP y de los socialistas a compartir mesa con Euskal Herritarrok mientras no condene la violencia. Y se extiende tambi¨¦n al Pacto de Lizarra. A EH le gustar¨ªa avanzar al galope por la v¨ªa del desbordamiento y hacer ya de la Asamblea de Electos la instituci¨®n constituyente de la Euskal Herria que pretende. Pero el PNV y EA, aunque comparten el esp¨ªritu de Lizarra, no est¨¢n por la labor de saltar al vac¨ªo. El impasse alcanza la pol¨ªtica penitenciaria del Gobierno, uno de los aspectos en los que cuenta con menos apoyo pol¨ªtico, y se proyecta asimismo sobre la continuidad, con intermitencias, de la violencia callejera.

Lo que vaya a suceder con la tregua depender¨¢, sin embargo, de cu¨¢l haya sido el motivo que llev¨® a ETA a declararla. Por eso es esencial que el diagn¨®stico del Gobierno sea certero.