Tin¨ªn de Cercedilla
Santos Faustino Mar¨ªa L¨®pez cuida durante el verano el parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares
Tiene dos nombres de pila y un tercero por apellido, pero atiende por un diminutivo. Santos Faustino Mar¨ªa L¨®pez, m¨¢s conocido como Tin¨ªn, es de Cercedilla "de toda la vida", o sea, desde hace 41 a?os que naci¨®. En los ¨²ltimos tres, el dolor de espalda le acompa?a todos los lunes del verano: ese d¨ªa, Tin¨ªn recoge las ingentes cantidades de basura que los madrile?os dejan durante el fin de semana en el parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares.Con otros compa?eros, Tin¨ªn colma tres camiones con inmundicias. "De cada diez kilos de desperdicios, ocho provienen de los contenedores y el resto lo recopilamos nosotros, porque la gente lo deja tirado. Son, sobre todo, bolsas y botellas". Este c¨¢lculo del empleado de mantenimiento le lleva a una conclusi¨®n: "Aunque hay excepciones, la gente es cada vez m¨¢s limpia, porque se va concienciando de que no se pueden dejar tirados los desperdicios".
Hay visitantes que lo dejan notar. Mientras Tin¨ªn riega los ¨¢rboles, su compa?ero Manuel Hernaz atiende la entrada del parque por La Pedriza, la llamada puerta de La Camorza.
-Tenga, una bolsa y las instrucciones del parque.
-Gracias, pero no se preocupe, que nosotras somos bastante limpias -le respond¨ªa ayer una de las dos pasajeras de un turismo. Las chicas viajaban a bordo del veh¨ªculo que, a las doce, hac¨ªa el n¨²mero 140 de los ingresados en el parque. A esa hora, en Madrid ciudad, la temperatura rondaba ya los 30 grados: un acicate para recorrer 50 kil¨®metros en busca del refresc¨®n en un Manzanares a¨²n agreste pero ya con salmonella. Aunque en el panel de la entrada se desaconseja el ba?o por ese motivo, la clientela no se deja intimidar por el riesgo de sufrir v¨®mitos y diarrea. Los acalorados visitantes se desparraman con un objetivo prioritario: encontrar una poza tranquila en el aprendiz de r¨ªo.
"Si la entrada sigue a este ritmo, llegaremos a los 600 coches, aunque no estar¨¢n todos al tiempo", calcula Manuel. Un buen aforo para ser d¨ªa laborable. Nunca pueden permanecer m¨¢s de 500 veh¨ªculos simult¨¢neamente en el interior del parque: es el cupo decidido por la Consejer¨ªa de Medio Ambiente, tutora de la zona. De las 47.000 hect¨¢reas (como otros tantos campos de f¨²tbol) que abarca el recinto, la Administraci¨®n regional s¨®lo cuida directamente unas 12.000 hect¨¢reas, correspondientes a espacios naturales. As¨ª lo detalla el director del parque, Antonio Sanz.
La limitaci¨®n en la entrada de veh¨ªculos provoca esperas de hasta dos horas para acceder al parque durante los fines de semana. Esos d¨ªas, Tin¨ªn hace turnos de puerta, con las bolsas al brazo y las instrucciones en la mano. Le gusta estar ah¨ª, en la barrera, viendo las caras que muchas veces le resultan conocidas. Unos d¨ªas le toca controlar en La Pedriza y otros en La Barranca, junto a Navacerrada y m¨¢s cerca de su casa de Cercedilla. En este ¨²ltimo emplazamiento predominan los visitantes "con mayor cultura medioambiental", seg¨²n el director del parque.
En La Pedriza, los feriados son d¨ªas de familias provistas de ba?ador, nevera y merienda. Aunque tambi¨¦n haya escaladores dispuestos a rapelar sobre el granito. La barrera suele bajarse a las 10.30, hora y media despu¨¦s de alzarse. A partir de ese momento hay que aguardar a que un autom¨®vil abandone el recinto y deje espacio para el siguiente de la fila, que a veces llega hasta la carretera de Manzanares a Cerceda. Motoristas, ciclistas y peatones quedan exentos del cupo. Pero tampoco reciben bolsas ni instrucciones.
"Este agosto viene menos gente que en julio. Puede deberse a las vacaciones o a que ha hecho algunos d¨ªas frescos", se?ala Tin¨ªn. De todas formas, no falta el trabajo en plena temporada alta, entre junio y septiembre. En estos meses, la veintena de trabajadores fijos y los cinco eventuales (como ¨¦l) de la concesionaria del mantenimiento del parque, la empresa Trafosa, riegan, limpian, controlan y supervisan.
Con una jornada de siete de la ma?ana a tres de la tarde, y un contrato que abarca desde abril hasta noviembre, Tin¨ªn logra ejercer su primera profesi¨®n, la de ganadero, su preferida. "Antes mi familia ten¨ªa 18 o 20 vacas de leche en Cercedilla, pero hubo que quitarlas cuando entramos en el Mercado Com¨²n". Por culpa de la cuota l¨¢ctea, el hombre debi¨® buscar trabajo en los retenes de vigilancia medioambiental de su pueblo. "Aquello era peor, sobre todo porque la gente dejaba el campo m¨¢s sucio", compara. Hace tres a?os le ficharon para el parque regional. El horario y la temporalidad le permiten compatibilizar ese trabajo con su vocaci¨®n ganadera. Tin¨ªn atiende por las tardes a sus 14 vacas. De carne, eso s¨ª, que la leche ya no da.
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