Compay, a las 4.30

Se dec¨ªa ayer que en este festival estaban "todas las Cubas", porque aparte de C¨¦spedes y Mayel¨ªn, estaban Compay Segundo y Willy Chirino, cubano de Miami. En Tenerife viven cerca de 13.000 cubanos, y a lo largo de toda la noche ondearon entre el p¨²blico varias banderas de la isla caribe?a.Compay Segundo encarn¨® ese esp¨ªritu de l¨²dico estoicismo al aparecer en escena despu¨¦s de las 4.30. El nonagenario artista se plant¨® con su imperturbable sonrisa y su sombrero, despu¨¦s de haber estado esperando entre bambalinas cerca de seis horas para actuar, y se enfrent¨®, con antediluviana serenidad, a los persistentes fallos de sonido que le quitaron la voz. La gente pitaba, pero Compay sali¨® adelante y hasta cant¨® Guantanamera, feliz de o¨ªr el sonido de los clarinetes que ahora tambi¨¦n lo acompa?an en el grupo.

Pese a todo, la gente no se mov¨ªa de ah¨ª. Al borde del mar, algunos se echaban agua de forma salvaje, y los botes de Cruz Roja se mov¨ªan preocupados por los cientos de personas que se daban ba?os a la luz de la luna. ?Qu¨¦ esperaban? Entre otras cosas, a Pedro Guerra. El cantautor predilecto de la isla sali¨® casi a las seis de la madrugada, y varias de sus canciones fueron coreadas por el p¨²blico de principio a fin. Se fue, pese a que miles de voces lo llamaban para unos bises. Quer¨ªan m¨¢s. Y lo tuvieron. La s¨®lida orquesta de Willy Chirino, acompa?ado por la cantante Lisette, reanim¨®, a golpe de la tan esperada m¨²sica para el cuerpo, a una masa que vio salir el sol con los brazos en alto y los pies en movimiento. La aut¨¦ntica danza ritual de adi¨®s al verano.