El Orfe¨®n Donostiarra estrena una ambiciosa sinfon¨ªa coral de Philip Glass en Salzburgo
La obra 'Requiem, Bardo and Nirmanakaya', dedicada a la paz, cierra el festival
La pen¨²ltima jornada del Festival de Salzburgo se vivi¨® el s¨¢bado en pleno esplendor sinf¨®nico. Entre la Filarm¨®nica de Viena con Simon Rattle, por la ma?ana, y la Filarm¨®nica de Berl¨ªn con Claudio Abbado, a ¨²ltima hora, ambas con sinfon¨ªas de Mahler, se estren¨® a media tarde la Sinfon¨ªa n¨²mero 5 (coral) de Philip Glass (Maryland, Baltimore, 1937), con Dennis Russell Davies al frente de la Orquesta de la Radio de Viena y el Orfe¨®n Donostiarra debutando con brillantez en la Sala Grande del Palacio de Festivales.
Philip Glass tiene un tir¨®n especial para un amplio sector de p¨²blico. No en vano es considerado el m¨¢s popular de los compositores cultos, y prueba de ello es que, incluso en Salzburgo, las localidades para su sinfon¨ªa por la paz se esfumaron por la v¨ªa r¨¢pida. Requiem, Bardo and Nirmanakaya, que as¨ª se llama la sinfon¨ªa, consta de 12 partes con una duraci¨®n de 73 minutos. Los efectivos son numerosos: cinco cantantes, coro mixto, coro de ni?os y orquesta bien nutrida en la que no faltan piano, celesta, xil¨®fono o glockenspiel.Es una obra ambiciosa, y en ella tiene una importancia fundamental el texto, unificado en ingl¨¦s, con fragmentos de libros de no menos de 24 culturas distintas en hebreo, tibetano, japon¨¦s, bengal¨ª, s¨¢nscrito, chino, griego o hind¨², entre otros. La escritura vocal sirve a la declamaci¨®n. La m¨²sica est¨¢ al servicio de la palabra. Los sonidos onomatop¨¦yicos e instrumentales t¨ªpicos en otras obras de Glass, aqu¨ª se utilizan a cuentagotas. Glass ha tratado de tender un puente entre el pasado y el futuro en esta sinfon¨ªa milenaria, c¨®smica, pretenciosa, envolvente y a veces reiterativa. Algunos momentos son bell¨ªsimos: la parte 11?, Paradise, con la soprano Dawn Upshaw proyectando su mejor lirismo; la 12?, Dedication, con un equilibrio celeste entre todos los participantes.
Las miradas se vuelven inevitablemente hacia atr¨¢s, a 1975-1976, para recordar aquel Einstein on the beach que, en la fusi¨®n de danza, canto, im¨¢genes, repeticiones y est¨¦tica de ruptura, revolucion¨® el mundo del teatro musical. Glass siempre ha buscado un soporte visual con el que trascender su concepci¨®n del sonido. Lo ha encontrado en la ¨®pera, claro, pero tambi¨¦n en el cine, como su experimentaci¨®n sobre La bella y la bestia de Cocteau, por ejemplo. Con la forma sinf¨®nico-coral, la estrategia es m¨¢s arriesgada y se refugia en la palabra. Palabras inspiradas en textos antiguos llenos de sabidur¨ªa; palabras para reflexionar y so?ar; m¨²sica como "veh¨ªculo para construir la paz", como dice Federico Mayor en uno de los textos introductorios del programa de mano.
Energ¨ªa y orden
Dennis Russell Davies dirigi¨® extraordinariamente. No es ninguna sorpresa. Domina a la perfecci¨®n estos mundos un poco fronterizos. Es un maestro en¨¦rgico, ordenado, preciso. Los tres cantantes masculinos -M. Schade, E. Owens, A. Dohmen- respondieron con solvencia, como el coro infantil procedente de Hungr¨ªa.El Orfe¨®n Donostiarra volvi¨® a salir airoso en su nuevo desaf¨ªo. Otra jornada hist¨®rica para los vascos. Su fraseo, su color, su flexibilidad en un repertorio poco habitual en ellos, fueron ejemplares. Sac¨® a flote sus mejores armas con una consistencia y una seguridad pasmosas. Recibi¨® el aplauso m¨¢s fuerte de la tarde, dentro de una explosi¨®n de 13 minutos de bravos y ovaciones con la sala puesta en pie, aderezados con un sector de sonoros abucheos al compositor, que fueron cediendo poco a poco ante el entusiasmo de sus partidarios.
El Festival de Salzburgo termin¨® ayer con un Rattle espectacular al frente de la Filarm¨®nica de Viena en un programa Kurtag-Mahler. Kurtag: un compositor de enorme importancia, una forma de hacer m¨²sica intimista y europea frente a la visi¨®n del sonido americano de Glass.
El balance de Salzburgo 99 se salda con tres nuevas producciones de primera l¨ªnea: La condenaci¨®n de Fausto de Berlioz, Doctor Fausto de Busoni y Les Boreades de Rameau; dos reposiciones muy creativas, Lulu y La flauta m¨¢gica; un estreno oper¨ªstico muy s¨®lido de Luciano Berio; una deslumbrante direcci¨®n de Gergiev en Jovanchina. Y tambi¨¦n con una nueva reafirmaci¨®n de una generaci¨®n de directores y cantantes ya imprescindibles: Rattle, Nagano, Jansons, Gergiev, entre los primeros; Sch?fer, Carlos ?lvarez, Hambson, Goerne, Merritt, Bonney, Workmam, Borodina, Kasarova, Bayo, Bartoli, Mattila, Fritoli, por los cantantes. Especialmente importante para el teatro y la m¨²sica espa?ola ha sido el ¨¦xito alcanzado por La Fura y el Orfe¨®n en sus dobletes. El n¨²mero de aficionados espa?oles desplazado a Salzburgo este a?o ha sido probablemente el m¨¢s elevado de la ¨²ltima d¨¦cada. Hab¨ªa razones. En Salzburgo se ha hablado castellano con la cabeza alta.
Babelia
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