Para echarse a dormir

Iban saliendo los toros de la segunda corrida de la feria colmenare?a y un amodorrante sopor invad¨ªa los tendidos. Se abat¨ªan los p¨¢rpados del personal, se abr¨ªan las bocas en inevitables bostezos y se bamboleaban las testas en amenazadoras cabezadas. La culpa de aquellos irrechazables deseos de echarse a dormir la ten¨ªan los toros de Guardiola. Todos faltos de fuerza y sin motor. Y cuando los toros no se pueden mover por aquello de la pata tullida, la fiesta es un somn¨ªfero y un tost¨®n. Nada pudimos ver ayer y nada se vio. Ni siquiera un miserable quite, que ya es decir.Mariano Aguirre, representante de las pe?as federadas, viene presidiendo desde hace a?os las corridas de la feria de Colmenar. No le tiembla la mano a la hora de sacar el pa?uelo verde. Y en virtud de esa firmeza fueron para adentro, porque andaban dando tumbos y costaladas, el segundo de la tarde y el que deb¨ªa haber sido quinto, y que sali¨® como segundo bis, tras correr el turno de la espada. Tuvo que matar Uceda Leal los dos sobreros. El que hizo segundo fue un toro alto de agujas y astifino de defensas. Tom¨® una varita y un picotazo. Ten¨ªa la cara alta y lleg¨® a la muleta tardeando y sin fijeza. Uceda, que es diestro de mano baja y pase dominador, tuvo que trastearlo a media altura. Con el quinto construy¨® una faena de enfermero, con el mimo de la media altura, acompa?ando los viajes, m¨¢s que toreando y con total carencia de emoci¨®n. Todo eso transcurri¨® entre bostezos y palmitas. Pero no impidi¨® que, tras la muerte del corn¨²peta, se pidiera y se consiguiera la oreja. Pues no faltar¨ªa m¨¢s.

Pep¨ªn Liria, que es espada de conocidas haza?as frente a toros serios, no ha podido hacer nada con su lote de inv¨¢lidos. El primero fue un toro de media arrancada, que se ce?¨ªa por el pit¨®n izquierdo. Se acopl¨® mejor el torero por el pit¨®n derecho y cort¨® la faena cuando el animal empez¨® a caerse. Fue el cuarto el m¨¢s chico del encierro, y le simularon la suerte de varas. En la muleta punte¨® y manse¨®. La faena de Pep¨ªn tuvo muchas pausas, rectificaciones de terreno y algunos momentos de irse al rabo y agarrarse a los lomos. Desesperante y aburrido.

D¨¢vila Miura se enfrent¨® a un morlaco gazap¨®n y descastado, al que prob¨®, sin ¨¦xito, de mil maneras. Cuando se le col¨® por el pit¨®n derecho, lo machete¨® y lo envi¨® a las celestes praderas. El sexto tuvo peligro. Se frenaba por el derecho y no tomaba el enga?o. El torero le plant¨® cara, intent¨® tirar de ¨¦l por el izquierdo y aprovech¨® h¨¢bilmente algunos viajes. Fue el colof¨®n de una corrida en la que, a pesar de las ganas, nadie pudo dormir con el jaleo de las pe?as.