Una pasi¨®n eficaz PEDRO ZARRALUKI
Hace ya muchos a?os, Hans Meinke visit¨® a Antonio Saura en su estudio de pintor en Par¨ªs. A los cinco minutos ya estaban hablando de literatura. Durante la conversaci¨®n, Antonio Saura le hizo una confidencia sorprendente: le dijo que se consideraba tanto pintor como ilustrador de libros. Meinke le pregunt¨® entonces cu¨¢les eran los que preferir¨ªa ilustrar, y Saura desgran¨® una larga lista. Ya fuera del estudio, el editor apunt¨® aquella lista en un papel y la convirti¨® en un plan de trabajo. Hoy en d¨ªa asegura, sin disimular su orgullo, que casi todos los libros citados por Saura fueron finalmente ilustrados por ¨¦l. Esta an¨¦cdota nos sirve, mejor que cualquier explicaci¨®n, para hacernos una idea de la manera de hacer de Hans Meinke. Su irrefrenable tendencia a proponerse empresas de largo aliento lo ha convertido en un hombre dif¨ªcil de localizar. Se escabulle hasta cuando su secretaria te llama por tel¨¦fono para decirte que por fin lo ha encontrado. En los breves segundos que a ella le lleva anunci¨¢rtelo, Meinke ya ha descubierto una nueva ocupaci¨®n en otro lugar, lo que sume a la sufrida se?orita en un gran desconsuelo. Conseguir una cita con Hans Meinke vendr¨ªa a ser una haza?a comparable con la de atrapar al Correcaminos. Tras varios intentos, logro quedar con ¨¦l en la editorial que actualmente dirige. En espera de que le avisen de mi llegada me dedico a observar la obra gr¨¢fica expuesta en el vest¨ªbulo. Me llama la atenci¨®n un grabado de G¨¹nter Grass, de 1993, titulado Autorretrato con gorra y sapo. Meinke ha llegado a mi lado sin que yo me d¨¦ cuenta. "Es magn¨ªfico, magn¨ªfico -me dice se?al¨¢ndolo con un ¨ªndice respetuoso-. G¨¹nter Grass ha seguido un proceso muy parecido al de Rafael Alberti. Con la edad, cada vez le interesa m¨¢s expresarse mediante el dibujo". Hans Meinke es un hombre de pelo cano, cejas pobladas y ojos profundos. Lleva unas gafas con montura de concha de una sutil poligonalidad. Me conduce hasta un despacho y nos sentamos a una mesa. De inmediato comienza a hablar. Tiene esa cualidad parad¨®jica propia de las personas muy activas: parece encontrarse a gusto en todas partes. Resulta realmente dif¨ªcil hablar con ¨¦l de otra cosa que no sea del mundo de los libros. Amontona ejemplares encima de la mesa: ediciones ilustradas por Eduardo Arroyo, por Albert R¨¤fols-Casamada, por Jos¨¦ Hern¨¢ndez. Meinke se refiere a esas ediciones ilustradas como "nuestro campo de flores". Me habla con entusiasmo y con dolor de Antonio Saura, que ilustr¨® para C¨ªrculo de Lectores El Quijote y Pinocho, entre tantos otros. "Desde los grandes cl¨¢sicos -asegura- no hay un solo caso de pintor importante occidental que haya dedicado una parte tan sustancial de su vida creativa a la ilustraci¨®n de libros". La lista que hiciera tantos a?os atr¨¢s al salir de su estudio de Par¨ªs se iba cumpliendo, pero el fallecimiento del pintor impedir¨ªa completarla. Antonio Saura alcanz¨® a ver las pruebas de imprenta del 1984 de Orwell, pero El critic¨®n de Graci¨¢n quedar¨ªa a medias. Meinke me explica que Saura dej¨® a su muerte 460 originales de esas ilustraciones, y que su familia le ha concedido el honor de pedirle que los cuide. Con ellos se ha inaugurado el centro cultural situado en el n¨²mero 52 de la calle Princesa, donde podr¨¢n contemplarse hasta el 12 de septiembre. Hans Meinke acaba las frases con un lento desfallecimiento que lleva a pensar en cierta fatiga verbal, pero que es en realidad su particular¨ªsima manera de enfatizar. Ese llegar al tutti de una idea mediante un volumen decreciente lleva a su interlocutor a inclinarse hacia ¨¦l a medida que le va resultando m¨¢s dif¨ªcil escucharle, lo que envuelve la conversaci¨®n en un aura de complicidad casi confesional. Intento que me hable un poco de su vida. Hijo de un consignatario de buques procedente de Hamburgo, naci¨® en Palma de Mallorca en 1937. Pronto se trasladar¨ªa a Ceuta y al por entonces Protectorado Espa?ol de Marruecos, donde viv¨ªa parte de su familia. Esa zona del norte de ?frica ejerci¨® una poderosa fascinaci¨®n sobre ¨¦l y se convirti¨®, seg¨²n declara, en su isla del tesoro. All¨ª, alrededor del domicilio de sus t¨ªos abuelos en Tetu¨¢n, se encontraban dos culturas: la hispano-andaluza y la ¨¢rabe. Realiz¨® sus estudios de infancia y juventud entre Ceuta y Barcelona, hasta que se traslad¨® a Hamburgo a aprender la profesi¨®n de su padre. Pronto renunciar¨ªa a su futuro como agente naviero para emprender, en esa misma ciudad, la carrera de Ciencias Econ¨®micas. A?os despu¨¦s, un amigo le ense?¨® una oferta laboral en la prensa que le permitir¨ªa cumplir su deseo de regresar al mundo hisp¨¢nico: se trataba de lanzar aqu¨ª el a¨²n joven C¨ªrculo de Lectores. Meinke entr¨® como asistente de su primer director. Tras viajar a M¨¦xico, Venezuela y Colombia para estudiar el mercado, y tras una larga d¨¦cada trabajando en Stuttgart para otro grupo editorial, en 1980 regres¨® al C¨ªrculo de Lectores -y a Barcelona-, con el cargo de director general. Confiesa que lo que encontr¨® fue un gran piano algo desafinado. Se propuso convertir el C¨ªrculo en un instrumento de utilidad social en el campo de la cultura, y no en una empresa meramente comercial. "Tuvimos entonces la inmensa suerte de que Octavio Paz decidiera publicar sus obras completas con nosotros. Se hizo bajo su propia direcci¨®n. Durante los ¨²ltimos diez a?os de su vida se dedic¨® a ordenarlas, a clasificarlas en 15 tomos. Un tesoro, un verdadero tesoro". As¨ª empezaron a publicar las obras completas de diferentes autores, actividad que no se realizaba en nuestro pa¨ªs desde las famosas ediciones de Aguilar. Su ¨²ltimo logro ser¨¢n las obras de Kafka en 4 vol¨²menes, tras ocho a?os compil¨¢ndolas y retraduci¨¦ndolas. Cuando Hans Meinke busca algo -en los anaqueles de su despacho, o en la memoria- se impacienta de no encontrarlo enseguida, pues la b¨²squeda parece interrumpir una actividad mejor. Me muestra un libro de Mija¨ªl Bulg¨¢kov. "Mira esto. Es de la colecci¨®n La Tragedia de la Cultura. Autores rusos represaliados en los a?os m¨¢s duros de la URSS. Publicaremos muchos textos in¨¦ditos aqu¨ª y hasta en su propio pa¨ªs. Si tenemos suerte y los lectores nos acompa?an, ampliaremos esta colecci¨®n a otras ¨¢reas idiom¨¢ticas: Espa?a, por supuesto, y tambi¨¦n Alemania. La cultura siempre ha estado amenazada". Insisto en que me cuente algo m¨¢s de su vida. A los 60 a?os concluy¨® su etapa en la direcci¨®n general del C¨ªrculo de Lectores, dej¨¢ndolo con m¨¢s de un mill¨®n y medio de socios. Fue galardonado con la Creu de Sant Jordi y con la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, pero nada de eso le llev¨® a dar por terminada su labor. En la actualidad dirige Galaxia Gutenberg y C¨ªrculo del Arte, aparte de colaborar como patrono en diversas instituciones. Y este verano ha inaugurado el centro cultural de la calle Princesa. "No hacemos m¨¢s que reivindicar la dignidad de la letra impresa, y lo hacemos con las armas que tenemos los editores". Le pregunto qu¨¦ significa Barcelona para ¨¦l. "Barcelona es mi ciudad. Siempre he vivido en ciudades portuarias y siempre he vuelto a ellas. Emocionalmente me considero un alem¨¢n mediterr¨¢neo". Pero de inmediato, escap¨¢ndose una vez m¨¢s de s¨ª mismo, a?ade: "Todos los lectores, por modestos que sean, aspiran siempre a m¨¢s. Esa necesidad es la que nos hemos propuesto satisfacer. Si me preguntas en qu¨¦ creo, te dir¨¦ que soy un pesimista con causa. Creo que el mundo no tiene salvaci¨®n. Pero si hay una remota posibilidad de hacer algo por ¨¦l, ser¨¢ mediante la educaci¨®n y la cultura". Totalmente de acuerdo, se?or Meinke.
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