De sal¨®n
Cortar ocho orejas y un rabo es posible toreando de sal¨®n. La prueba: plaza de San Sebasti¨¢in de los Reyes; Rivera Ord¨®?ez, Jos¨¦ Tom¨¢s y Morante de la Puebla al aparato.Habr¨ªa que a?adir los toros pero eso ser¨ªa una ordinariez. ?A quien importan los toros? Como grit¨® un espectador en una Feria de San Isidro dando respuesta a los aficionados del 7 que exig¨ªan toros, el que quiera ver toros que se vaya al zoo.
As¨ª que sin toros. Rivera, Tom¨¢s y Morante: ellos solos se bastan y sobran para cortar ocho orejas y un rabo. A qui¨¦n, eso ya ser¨ªa mucho preguntar.
Anunciaron toros, por supuesto, pero s¨®lo porque no anunciarlos quedar¨ªa feo. Seis hermosos y bravos toros, seis, dec¨ªa el cartel. Bueno, siempre se exagera. La gente en general y los espa?oles en particular sabemos que una cosa es predicar y otra dar trigo; y cuando a la hora de la verdad aparecieron por el port¨®n de chiqueros una sarta de novillos -algunos parec¨ªan becerrotes-, que no ten¨ªan resuello y obedec¨ªan a los toreros con una sumisi¨®n infinita, al p¨²blico en general y los aficionados en particular les pareci¨® lo m¨¢s natural del mundo. ?No figura en la carta de muchos restaurantes "merluza del pincho" y lo que te sirven es pescadilla gorda? Pues eso.
R¨ªo / Rivera, Tom¨¢s, Morante
Toros de Victoriano del R¨ªo, impresentables, sin ning¨²n trap¨ªo, anovillados y algunos con pinta de eralotes; 6? con presencia algo m¨¢s decorosa; 1? mocho, resto discretos de cabeza; inv¨¢lidos, se les simul¨® la suerte de varas; pastue?os, 2? de excepcional nobleza.Rivera Ord¨®?ez: tres pinchazos, estocada atravesada trasera y descabello (silencio); estocada ca¨ªda y rueda de peones (dos orejas con fuertes protestas). Jos¨¦ Tom¨¢s: pinchazo y estocada (dos orejas); media trasera y rueda insistente de peones (dos orejas y rabo). Morante de la Puebla: dos pinchazos, estocada, rueda de peones y descabello (vuelta); dos pinchazos y estocada recibiendo (dos orejas). Los tres espadas salieron a hombros por la puerta grande. Plaza de San Sebasti¨¢n de los Reyes, 31 de agosto. 7? corrida de feria. Lleno.
Lo importante era comprobar qui¨¦n sab¨ªa torear de sal¨®n. No se crea que torear de sal¨®n es tan f¨¢cil. Unos torean de sal¨®n y da gusto verlos, otros da la impresi¨®n de que se ponen a fregar. Y, tal cual, sucedi¨® en San Sebasti¨¢n de los Reyes con el toreo de sal¨®n que les hicieron los espadas de la terna a los novillotes sin resuello m¨¢s buenos que la mar.
Destac¨® Jos¨¦ Tom¨¢s en la parte excelsa del toreo de sal¨®n;Rivera Ord¨®?ez, en la contraria.
Jos¨¦ Tom¨¢s le hizo a su primero un faen¨®n de altos vuelos. Fin¨ªsimo en los lances a la ver¨®nica, quieto como un h¨²sar en las chicuelinas, solemne en los estatuarios, sobrado en los derechazos, cuando se ech¨® la muleta a la izquierda y embarc¨® los naturales aquello, tan raro de ver en la tauromaquia de los pegapases contempor¨¢neos, conmov¨ªa los sentidos, se daba por venido de la infinitud astral.
Al p¨²blico le llegaban las mismas sensaciones: "Es de otra galaxia", exclamaban unos al observar la hier¨¢tica apostura del artista; "Nunca se ha visto nada igual", ponderaban otros al producirse la exacta, pulcra, suave ligaz¨®n de los pases. El rabo que ten¨ªa ganado el torero acab¨® en el desolladero pues pinch¨® antes de conseguir la estocada que despen¨® al ente embestidor.
Pero sin rabo no se hab¨ªa de ir Jos¨¦ Tom¨¢s y lo recibi¨®, s¨ªmbolo del premio m¨¢ximo, tras su siguiente intervenci¨®n, que transcurri¨® en medio del delirio y continuas aclamaciones de "?torero!". Puede que esa segunda faena no la creara tan emotiva como la primera. A los sentidos, regalados por los sabores y los aromas, nos hemos de referir. La segunda, abundosa en muletazos con ambas manos, magn¨ªfica al tirar de pases de pecho, trincherillas, molinetes y dem¨¢s av¨ªos ejecutados con arm¨®nica belleza, no fue ligada de verdad (o sea: lo que se dice ligada-ligada) hasta que cuaj¨® la ¨²ltima tanda de derechazos. Y puso la plaza en pie. Y cay¨® el rabo.
?Qui¨¦n ser¨ªa capaz de torear mejor?
Los otros dos espadas se aprestaron a emularle. De tener que hacerlo con toros, a lo mejor no iban con tantas ganas. Mas trat¨¢ndose de toreo de sal¨®n, estaba hecho. Y, sin embargo, ni resultaba tan claro ni era tan f¨¢cil. A Rivera Ord¨®?ez, que sufri¨® una voltereta por su af¨¢n, que capote¨® y mulete¨® de rodilllas, el toreo de sal¨®n le sali¨® como quien friega. Morante de la Puebla, que hizo a su primer inv¨¢lido una faena superficial y deslavazada, hubo de emplearse a fondo con el sexto. Y ahora s¨ª.
Con el sexto, ¨²nico en la tarde que se parec¨ªa algo a un toro verdadero, Morante de la Puebla toc¨® con los dedos las cumbres del arte de torear. Demasiadas veces cort¨® la faena y no se explica su empe?o en meter de matute los derechazos siendo el pit¨®n bueno del toro el izquierdo, su mano buena la izquierda tambi¨¦n, y cada vez que la empleaba para los naturales recreaba un toreo excelso y pon¨ªa la plaza boca abajo. No s¨®lo por lo de parar, templar y mandar, o lo de cargar la suerte y ligar los pases, que hizo con ajuste y hondura; sino por la torer¨ªa. "?Hay un torero en la plaza!", voce¨® alguien. Y era una gran verdad. Por pinchar no le dieron el rabo y estuvo mal pues luego cobr¨® una estocada recibiendo que lo justificar¨ªa, y entonces en vez de un rabo se habr¨ªan cortado dos para mayor gloria del toreo de sal¨®n.
El toreo de sal¨®n tiene su busilis. La pr¨®xima vez baja un servidor, que lo borda.
Babelia
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