Calidad de vida y desigualdad social
Cada a?o por estas fechas, el Programa de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (PDHNU) publica un informe en el que los pa¨ªses del mundo son clasificados seg¨²n su calidad de vida, cuantificada en un indicador que sit¨²a a Espa?a en un nivel muy avanzado. Hasta el pasado a?o, nuestro pa¨ªs aparec¨ªa entre el 9? y el 11? lugar entre los pa¨ªses de mayor calidad de vida, situaci¨®n que los medios de informaci¨®n se?alaban con gran prominencia contribuyendo a crear la imagen tan extendida en el establishment medi¨¢tico, pol¨ªtico y econ¨®mico del pa¨ªs de que Espa?a va bien. En Catalu?a, los medios de informaci¨®n se apresuraban tambi¨¦n a informar al lector de que Catalu?a incluso iba mejor. Y la Generalitat de Catalu?a ha publicado este a?o, como parte de la campa?a electoral del partido que la gobierna, un informe (Catalunya, un pa¨ªs que creix) repartido a la poblaci¨®n que reside en Catalu?a en el que subraya de una forma muy preeminente que, seg¨²n el indicador del desarrollo humano desarrollado por el PDHNU, Catalu?a es el pa¨ªs de mayor calidad de vida del mundo despu¨¦s de Canad¨¢ y Noruega.Este mensaje excesivamente acr¨ªtico de las realidades espa?ola y catalana contin¨²a reproduci¨¦ndose a pesar de la informaci¨®n emp¨ªrica publicada tambi¨¦n en Espa?a que cuestiona el car¨¢cter cient¨ªfico del indicador utilizado por el PDHNU, mostrando que tal indicador fue elaborado en un contexto pol¨ªtico que limit¨® su credibilidad cient¨ªfica. Naciones Unidas no es una instituci¨®n cient¨ªfica, sino una instituci¨®n pol¨ªtica, y como tal est¨¢ sujeta a presiones que configuran sus informes y sus indicadores. En un art¨ªculo publicado en este diario el 8 de enero de 1998 (Estados impotentes), ya expliqu¨¦ que, cuando tal ¨ªndice se desarroll¨®, las variables utilizadas para calcularlo fueron escogidas de manera tal que EEUU (donde un ni?o de cada cuatro vive en la pobreza) saliera relativamente favorecido en aquella liga de calidad de vida. De ah¨ª que una variable muy importante de las cuatro utilizadas en el desarrollo de tal indicador fuera el porcentaje de la poblaci¨®n escolarizada pero sin incluir la calidad de tal escolarizaci¨®n. Tanto EEUU como Espa?a tienen un elevado porcentaje de escolarizaci¨®n, lo cual sit¨²a a estos pa¨ªses en una posici¨®n muy favorable en la lista de pa¨ªses de calidad de vida. Pero ya se?alaba en aquel art¨ªculo que otros indicadores m¨¢s cre¨ªbles cient¨ªficamente, desarrollados en centros acad¨¦micos y que inclu¨ªan muchas m¨¢s variables en el c¨¢lculo del indicador de calidad de vida que el indicador del PDHNU (como calidad de la educaci¨®n recibida) otorgaban a espa?a una posici¨®n muy por detr¨¢s (el puesto 21?) en aquella liga (Estes, R. The World Social Situation. University of Pensylvania, 1997). Los medios de informaci¨®n espa?oles contin¨²an ignorando esta realidad. El PDHNU, sin embargo, sensible a estas cr¨ªticas, ha mejorado este a?o el indicador de calidad de vida, lo cual ha situado a Espa?a en su ¨²ltimo informe en un 21? lugar, lo cual se debe primordialmente no al deterioro de la calidad de vida de los espa?oles sino a un mejoramiento de la manera de calcular tal indicador. En realidad, Espa?a, y Catalu?a dentro de ella, est¨¢n por detr¨¢s del n¨²mero que se merecer¨ªan por su nivel de riqueza (medida por el PIB per c¨¢pita), mostrando el retraso social en que viven y que el establishment medi¨¢tico ignora.
Un indicador que el PDHNU no ha corregido, sin embargo, es el de las desigualdades sociales dentro de cada pa¨ªs. Seg¨²n el indicador de desigualdades utilizado por el PDHNU, Espa?a es el pa¨ªs de la UE con menores desigualdades sociales. Como expresaba un titular de El PA?S, representativo de c¨®mo se present¨® la noticia en los medios de informaci¨®n espa?oles, "Espa?a es el pa¨ªs de la UE con una menor diferencia entre ricos y pobres, seg¨²n la ONU" (13 de julio pasado), y al d¨ªa siguiente, EL PA?S editorializaba que "las disparidades sociales en Espa?a son las m¨¢s bajas de la UE. Es un logro que hay que conservar". Otros editoriales de otros rotativos fueron menos comedidos, celebrando todos ellos que Espa?a estuviera a la cabeza de los pa¨ªses europeos que han corregido las desigualdades sociales.
Un lector con actitud m¨¢s cr¨ªtica habr¨ªa detectado ya algo sospechoso en las cifras del informe de 1999 del PDHNU sobre las desigualdades sociales, puesto que se?ala que el promedio de renta de los ricos en Espa?a es de algo m¨¢s de tres millones y medio de pesetas (3,7), cifra que cualquier observador de c¨®mo viven los ricos en Espa?a puede concluir f¨¢cilmente que con tal cantidad no se vive como ellos viven en nuestro pa¨ªs. El indicador de la distribuci¨®n de la renta utilizado por el PDHNU es m¨¢s sensible, y recoge mejor las rentas del trabajo que las rentas del capital (que son en Espa?a de las m¨¢s altas en la OCDE). Otros estudios m¨¢s rigurosos, como el bien conocido y respetado estudio comparativo internacional de la distribuci¨®n de la renta producido por el Luxemburg Study Group (LSG), (Income Inequalities in Twenty Nations. 1998), muestra que, en contra de lo que dicen el PDHNU y los medios de informaci¨®n en Espa?a, nuestro pa¨ªs tiene las mayores desigualdades de renta en la UE y en la OCDE, con mayor porcentaje de gente que vive bajo el umbral de la pobreza. En realidad, es f¨¢cil ver qui¨¦n lleva raz¨®n en el tema de si Espa?a es el pa¨ªs con menores o con mayores desigualdades en la UE o si Catalu?a es el pa¨ªs del mundo con menos desigualdades y con mayor calidad de vida. Mientras que las cifras de distribuci¨®n de la renta no son siempre cre¨ªbles o f¨¢ciles de calcular (Espa?a es, con Italia, el pa¨ªs de mayor fraude fiscal en la UE), las cifras vitales en las que se registra la fecha y domicilio de nacimiento y muerte de los ciudadanos y residentes s¨ª que lo son, lo cual nos permite cuantificar los a?os de vida de nuestra ciudadan¨ªa (por su lugar de residencia habitual y clase social). Y es ah¨ª donde las cifras de mortalidad dan m¨¢s la raz¨®n al LIS que al PDHNU. Espa?a es de los pa¨ªses en la UE con mayores desigualdades sociales, reflejada en los a?os de vida que los ricos viven m¨¢s que los pobres. En Catalu?a, parte importante de Espa?a, la diferencia entre los a?os de vida de los ciudadanos que viven en las zonas residenciales m¨¢s pudientes y los que viven en partes m¨¢s humildes es de las m¨¢s altas en la UE: diez a?os, tres m¨¢s que el promedio de la UE. Y una situaci¨®n semejante ocurre en otras comunidades de Espa?a.
Se olvida con excesiva frecuencia que la Espa?a democr¨¢tica hered¨® una de las estructuras sociales m¨¢s injustas en Europa, resultado, entre otros factores, de cuarenta a?os de una dictadura conservadora enormemente represiva con escasa sensibilidad social, sumamente favorable a las rentas del capital y muy desfavorable hacia las rentas del trabajo. La presi¨®n de las clases populares ejercida sobre las instituciones democr¨¢ticas redujo considerablemente estas desigualdades
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sociales no s¨®lo entre los ricos y los pobres, sino entre todos los estamentos y clases sociales, reducci¨®n que ocurri¨® sobre todo en la d¨¦cada de los a?os ochenta y principios de los a?os noventa, y que afect¨® a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n y no s¨®lo a sus extremos. Durante aquel periodo, el porcentaje de la renta nacional consumida por el 70% de la poblaci¨®n aument¨®, mientras que la del 20% de renta superior de la poblaci¨®n disminuy¨®. En Catalu?a, donde el 25% de los hogares m¨¢s pudientes consume m¨¢s del 45% de todo el consumo familiar mientras que el 25% de los hogares de renta menor consume s¨®lo un 12% del total, hemos visto que, despu¨¦s de la disminuci¨®n de las desigualdades en aquellos a?os, estas desigualdades han aumentado de nuevo (Las desigualtats socials a Catalunya. Editorial Mediterr¨¤nia, 1999). Hoy, Espa?a (y con ella Catalu?a) es el pa¨ªs, junto con Grecia y Portugal -pa¨ªses que tambi¨¦n sufrieron dictaduras de derechas profundamente represivas y conservadoras- que tiene mayores desigualdades de renta en la UE.
Es importante se?alar que las pol¨ªticas p¨²blicas llevadas a cabo por el Gobierno conservador, apoyadas por el partido gobernante de la Generalitat, han incrementado tales desigualdades, aumentando considerablemente la concentraci¨®n econ¨®mica en el pa¨ªs, con el consecuente perjuicio para la calidad de vida de la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa. Durante estos a?os hemos visto, por una parte, una reducci¨®n de la protecci¨®n social y su efecto redistributivo, con descenso del porcentaje del PIB que el Estado gasta en pensiones, con reducci¨®n del gasto social en los servicios de ayuda a las familias, con disminuci¨®n del gasto en escuelas p¨²blicas (incrementando en cambio el subsidio a las escuelas privadas), con disminuci¨®n del n¨²mero de becas que permiten a estudiantes de familias de menor renta integrarse en los estudios y un largo etc¨¦tera, mientras que por otra parte hemos visto tambi¨¦n c¨®mo las mismas opciones pol¨ªticas desarrollaban y apoyaban pol¨ªticas p¨²blicas que incrementaban sustancialmente las rentas de los grandes grupos empresariales y de las clases m¨¢s pudientes. El Gobierno espa?ol, por ejemplo, ha otorgado 1,3 billones de pesetas (una cantidad suficiente para ofrecer escuelas infantiles durante tres a?os para todos los ni?os de 0 a 3 a?os, creando a la vez 312.000 nuevos puestos de trabajo) de ayuda a los monopolios el¨¦ctricos que han tenido, por cierto, los beneficios empresariales m¨¢s elevados en Espa?a. En Catalu?a, este comportamiento monopolista ha significado que los ciudadanos catalanes est¨¦n obligados a contratar el suministro de electricidad (el segundo m¨¢s caro de la UE) con una de tales compa?¨ªas el¨¦ctricas, Endesa. Y cuando la presi¨®n popular ha exigido un descenso de las tarifas, este descenso ha beneficiado mucho m¨¢s a las grandes empresas que al ciudadano catal¨¢n normal y corriente.
Contribuyendo al crecimiento de tales desigualdades, hemos visto tambi¨¦n c¨®mo el Gobierno conservador, con el apoyo de la opci¨®n pol¨ªtica que gobierna la Generalitat de Catalu?a, ha realizado una reforma fiscal altamente regresiva, en la que las 125.000 personas de rentas m¨¢s altas en el pa¨ªs han dejado de pagar en impuestos cerca de 100.000 millones (cantidad suficiente para proveer servicios de atenci¨®n domiciliaria a todos los ancianos incapacitados, con la creaci¨®n de 120.000 nuevos puestos de trabajo), una cantidad equivalente a la que el Gobierno dice que dejar¨¢n de pagar el 56% de los contribuyentes (casi siete millones de personas) con rentas inferiores a dos millones de pesetas.
Es importante subrayar que, antes de que la correcci¨®n de las desigualdades se ralentizara con las pol¨ªticas actuales, la mayor¨ªa de estamentos y clases sociales se beneficiaron de la disminuci¨®n de tales desigualdades, ocurridas en los periodos democr¨¢ticos anteriores, aunque algunos de estos estamentos y clases se beneficiaron mucho m¨¢s que otros. Para amplios sectores de las clases populares, estos beneficios han sido bastante lentos y tard¨ªos. Entre estos ¨²ltimos est¨¢ el barrio de Ca n"Anglada, de Terrassa, uno de los barrios catalanes que se distinguieron por su lucha contra la dictadura franquista y que ha sido sujeto a una continua discriminaci¨®n de clase, incluyendo la de concentrar una gran mayor¨ªa de inmigrantes en su barrio, inmigrantes de otra cultura y lengua que han afectado profundamente desde las escuelas a la cultura del barrio, originando una protesta que inmediatamente ha sido definida de racista por las ¨¦lites bienpensantes de los medios de persuasi¨®n, que viven en su enorme mayor¨ªa en ¨¢reas no integradas. Aun cuando todo comportamiento racista (sea o no violento) debe denunciarse y condenarse, tal denuncia de racismo por parte de aquellas ¨¦lites carece de credibilidad debido a su largo silencio frente a la continua discriminaci¨®n existente contra la mayor¨ªa de vecinos de aquel barrio, credibilidad que tambi¨¦n es ausente cuando tal denuncia de racismo es hecha por autoridades gubernamentales que han estimulado, a trav¨¦s de sus pol¨ªticas p¨²blicas, una polarizaci¨®n y descohesi¨®n social que ha significado el mejor caldo de cultivo para la explosi¨®n de tales fen¨®menos. Como bien dec¨ªa Martin Luther King, el dirigente de los derechos civiles de EEUU, "lo que siempre se oculta en la denuncia del racismo es que, con frecuencia, detr¨¢s del racismo hay el clasismo, en el que se condena a una clase a un futuro de temores, inseguridades y sin esperanza que lucha por las migajas del banquete que celebran los que reproducen con el clasismo las bases del racismo" (The biografy of Martin Luther King. Penguin Books, 1978). De ah¨ª que las explosiones racistas en EEUU (y en Espa?a) siempre ocurran en los barrios obreros m¨¢s deteriorados. El problema no es, pues, la falta de tolerancia a la diversidad, sino el temor e inseguridad debidos a la falta de oportunidad. El incremento de las desigualdades y de la polarizaci¨®n social llevado a cabo por las ¨¦lites gobernantes conduce a lo segundo, y con ello facilitan lo primero.
Vi?ens Navarro es catedr¨¢tico y director del Programa de Pol¨ªticas P¨²blicas y Sociales. Universidad Pompeu Fabra-Johns Hopkins University.
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