Temor por Timor
La irresponsable pasividad del Gobierno indonesio puede provocar una hecatombe en Timor Oriental. La inacci¨®n del Ej¨¦rcito y la polic¨ªa ha dejado v¨ªa libre a la violencia de las milicias proindonesias tras la celebraci¨®n del refer¨¦ndum, que, de acuerdo con la alta participaci¨®n, superior al 90%, debe confirmar los deseos de independencia de los habitantes de aquella isla. Si los asesinatos y amendrentamientos han ocurrido antes de conocerse los resultados de la consulta, cualquier cosa puede pasar una vez que termine el recuento y sea hecho p¨²blico, especialmente si los agitadores se quedan sin testigos al lograr que se vayan los observadores internacionales y los periodistas que se hallan en Dili, la capital de la isla, pues tierra adentro se ignora lo que pueda estar acaeciendo.Las propias milicias proindonesias est¨¢n muy pr¨®ximas a las Fuerzas Armadas, para las que Timor era su coto particular, y que temen que el independentismo prolifere en otras islas del archipi¨¦lago. El presidente Habibie, por su parte, parece m¨¢s pendiente de los votos de que disponen los militares en la Asamblea para asegurarse su reelecci¨®n en noviembre pr¨®ximo, que de lo que ocurre en la isla que Indonesia ha gobernado con suma brutalidad durante casi cinco lustros. Y el Partido Democr¨¢tico, triunfador de las elecciones de junio pasado, es reticente a aceptar la independencia de Timor Oriental, pese a que con esta actitud mina la credibilidad de la naciente democracia en Indonesia.
Tras un rechazo inicial, se han elevado voces en el Gobierno indonesio a favor de que las Naciones Unidas, que han organizado el refer¨¦ndum, se encarguen de la seguridad de los ciudadanos. Pero los miles de tropas o polic¨ªas que pudiera mandar la ONU, si superara el cansancio provocado por un exceso de operaciones de paz y por los ataques contra su propia misi¨®n en Dili, llegar¨ªan tarde para evitar una nueva cat¨¢strofe humanitaria, cuando miles de personas esperan que alg¨²n barco les saque de all¨ª. En tal situaci¨®n hay que redoblar la presi¨®n internacional para lograr que el Gobierno y el Ej¨¦rcito indonesios salgan de su pasividad, pero es de temer que los mandos sobre el terreno desoigan cualquier orden. En todo caso, la comunidad internacional no debe abandonar a los ciudadanos de Timor a su suerte despu¨¦s de haberlos incitado a votar.
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