El Papa corrige el M¨¢s All¨¢
Los gobiernos aprovechan las vacaciones de verano para subir el precio del butano, pero el Papa este a?o revis¨® a la baja las promesas celestiales y, tambi¨¦n, los posibles sufrimientos de ultratumba. El Cielo, dijo el Pont¨ªfice, no es "un lugar f¨ªsico entre las nubes". El Infierno tampoco es "un lugar", sino "la situaci¨®n de quien se aparta de Dios". El Purgatorio es un estado provisional de "purificaci¨®n" que nada tiene que ver con ubicaciones terrenales. Y Satan¨¢s "est¨¢ vencido definitivamente; Jes¨²s nos ha liberado de su temor". La nueva escatolog¨ªa fue oficiada por Juan Pablo II en cuatro "catequesis" que acapararon sus dos ¨²ltimas audiencias de julio y las dos primeras de agosto. Pero la severa correcci¨®n a la doctrina tradicional de la Iglesia sobre la vida de ultratumba dej¨® fr¨ªos a los te¨®logos y tuvo escasa repercusi¨®n en los medios de comunicaci¨®n. S¨®lo los escritores articulistas, por igual en todo el orbe cat¨®lico, vieron incitada su imaginaci¨®n con mil met¨¢foras y no pocas diatribas.
Boccaccio, en su Vida de Dante, cuenta que el autor de la Divina Comedia imagin¨® su gran poema sobre el M¨¢s All¨¢ una tarde del 10 de junio de 1300 durante una excursi¨®n a los montes que rodean la ciudad de Florencia. El papa Juan Pablo II pronunci¨® su primera catequesis, la del Cielo, el pasado 21 de julio, la misma ma?ana en que regres¨® al Vaticano desde el hermoso Valle de Aosta, al pie del alpino Mont Blanc. Un buen lugar para pensar en el Infinito, apunta el arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo, autor de El mensaje del Papa. Juan Pablo II habla a los hombres. "En plenas vacaciones de verano y el Papa nos habla del Cielo. Te sorprende, pero es muy l¨®gico y muy hermoso lo que dijo", a?ade Amigo.
Fuera de tiempo
"El Papa no ha dicho nada nuevo", afirma J. Garc¨ªa Abril, director de Sal Terrae. "Para este viaje no se necesitan alforjas", concluye Juan Jos¨¦ Tamayo, autor de Para comprender la escatolog¨ªa cristiana. Los te¨®logos esgrimen una larga relaci¨®n de autores que proclamaron en los a?os sesenta, tras el Concilio Vaticano II, lo que ahora predica Juan Pablo II. Pero no niegan que, para una mirada de lego, la nueva escatolog¨ªa papal pone patas arriba la interpretaci¨®n cl¨¢sica de los textos sagrados, aquello que ense?aron a los ni?os espa?oles catecismos tan afamados como los de Astete y Ripalda y, sobre todo, la proclamaci¨®n del imponente Tom¨¢s de Aquino, suma teol¨®gica del catolicismo, que entre los placeres esenciales de los que van al Cielo colocaba en lugar preferente, adem¨¢s de la visi¨®n de Dios, el poco cristiano de la contemplaci¨®n de los sufrimientos a que est¨¢n sometidos los arrojados al Infierno. As¨ª que el colosal Dante, admirable tomista, predica esa fruici¨®n vengativa cuando, adem¨¢s de regodearse en la "regi¨®n de los condenados" con la cita de ladrones, usureros, alcahuetes, traidores, pr¨ªncipes negligentes, papas codiciosos y genios tramposos como Ulises (por lo del caballo de Troya), aprovecha para ajustar las cuentas a sus paisanos de Florencia, de los que fue prior antes de ser exiliado: en su largo viaje al m¨¢s all¨¢ el poeta cita a 38 florentinos, de los que 32 se pudren en los infiernos. Humano, demasiado humano.
El Papa libra ahora a sus fieles cat¨®licos de esa escatolog¨ªa apocal¨ªptica, tenebrosa y vengadora. Pero te¨®logos tan importantes como Hans K¨¹ng o Hans-Urs von Balthasar se le adelantaron 30 a?os, el primero con grave riesgo de anatematizaci¨®n. Fue consejero oficial del Concilio Vaticano II por decisi¨®n personal de Juan XXIII y era profesor de teolog¨ªa en la Universidad Cat¨®lica de Tubinga cuando fue apartado del cargo por sus escritos. En 1975 K¨¹ng dijo esto sobre el Cielo: "No se puede hoy, como en los tiempo b¨ªblicos, entender el firmamento azul como la parte exterior del sal¨®n del trono de Dios, sino como imagen del dominio invisible de Dios. El Cielo de la fe no es el cielo de los astronautas. No es un lugar, sino una forma de ser". Y escribi¨® esto sobre el Infierno: "No debe entenderse como un lugar del mundo supraterrestre o infraterrestre, sino como una exclusi¨®n de la comuni¨®n con el Dios vivo".
El Papa habla ahora de reclamar perd¨®n "a Dios y a los hermanos" por los agravios cometidos contra cient¨ªficos, fil¨®sofos y te¨®logos. Son legi¨®n los que piensan que la petici¨®n les concierne, y entre ellos los te¨®logos de la liberaci¨®n que, como el poeta, proclamaron que "hay otros mundos, pero est¨¢n en este". En palabras de Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo, autor de La alternativa cristiana, "la primera alienaci¨®n [de la jerarqu¨ªa] consiste en reducir la fe a un mensaje de salvaci¨®n para la otra vida". "[Esa fe] es in¨²til para transformar este mundo porque su objetivo est¨¢ en el otro mundo", cuando lo cierto es que el Vaticano II "no reduce la salvaci¨®n a la consecuci¨®n de la vida futura en el Cielo, sino a la actividad humana entera que abarca la dignidad de la persona humana". Tan tajante como Castillo fue el castigado Leonardo Boff. "El reino de Dios no es un territorio, sino un nuevo orden", dijo el te¨®logo brasile?o en 1977.
Acosado por la ciencia
Pero, si todo era tan evidente, ?por qu¨¦ el Papa revisa ahora, tan tarde, la doctrina oficial sobre el M¨¢s All¨¢? Hay tres respuestas relevantes. La primera tiene que ver con la ciencia: "el acoso de la ciencia", en palabras de Panorama, la revista italiana que m¨¢s ¨¦nfasis ha puesto en la nueva escatolog¨ªa papal. Roma no quiere repetir la amarga historia de Galileo, apunta.
La segunda raz¨®n tiene que ver con las estad¨ªsticas: el 60% de los romanos cat¨®licos cree en Cristo, pero no en el Infierno ni en el Para¨ªso. Y, por ¨²ltimo, se ha cumplido una obligaci¨®n conciliar que este Papa ha retrasado, dicen los te¨®logos, mucho m¨¢s de lo prudente. La Iglesia vive en su tiempo, y ha de poner al d¨ªa la interpretaci¨®n que en el pasado se hizo de los textos sagrados. Se trata del aggiornamento, la palabra preferida de Juan XXIII y su Vaticano II.
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