Ocurri¨® en Timor
Con total impunidad, cuando no con ayuda del Ej¨¦rcito, los milicianos proindonesios han desatado el terror en Timor Oriental mediante una campa?a que tiene todas las trazas de un nuevo episodio de limpieza ¨¦tnica. Es algo que se tem¨ªa. Justamente por ello resulta incomprensible que la ONU, que organiz¨® el refer¨¦ndum sobre el futuro del pa¨ªs, no hubiera tomado precauciones para evitar el ba?o de sangre que se est¨¢ produciendo tras la prevista victoria (78,5%) del voto independentista que rechaz¨® la autonom¨ªa ofrecida por Yakarta. Hay que pedir responsabilidades en primer lugar a los asesinos y al Gobierno indonesio, pero tambi¨¦n a la ONU por su imprevisi¨®n. El organismo internacional deleg¨® la seguridad en las Fuerzas Armadas y la polic¨ªa de Yakarta, que no han movido un dedo para detener la violencia sembrada durante la campa?a del refer¨¦ndum por las milicias proindonesias, mero ap¨¦ndice irregular del Ej¨¦rcito. Los asesinatos cometidos en los d¨ªas previos a la consulta del 30 de agosto eran un aviso inequ¨ªvoco de lo que pod¨ªa venir tras la previsible victoria de los independentistas.
Los milicianos han impuesto un apag¨®n informativo sobre Timor Oriental, expulsando a casi todos los medios de comunicaci¨®n y a una parte de la misi¨®n de la ONU. No quieren testigos de sus cr¨ªmenes. No respetan nada, ni la delegaci¨®n de la Cruz Roja, ni la residencia del obispo Carlos Ximenez Belo, premio Nobel de la Paz en 1996. De momento, la guerrilla timorense se mantiene a la expectativa. ?C¨®mo cumplir as¨ª la voluntad expresada en las urnas por casi el 80% de los electores? ?Intenta as¨ª el Ej¨¦rcito indonesio frenar las ansias independentistas en otros territorios de un archipi¨¦lago de 17.000 islas cuya apariencia de unidad manten¨ªa por medio de una brutal represi¨®n el r¨¦gimen de Suharto? ?Pretende detener los incipientes intentos de democratizaci¨®n en un momento de graves dificultades econ¨®micas? Sea como sea, el actual presidente indonesio, Yasuf Habibie, que aspira a su reeleci¨®n por la nueva Asamblea en noviembre, se juega su propio futuro en esta crisis. La democracia que intenta asomar en Indonesia nacer¨¢ muerta si se aplasta con la violencia la voluntad de los timorenses.
Para detener esta espiral no se puede confiar en Yakarta ni en las presiones internacionales. El env¨ªo de una misi¨®n de informaci¨®n del Consejo de Seguridad indica divisi¨®n e impotencia antes que voluntad de intervenci¨®n de la ONU. En nombre de la injerencia por razones humanitarias, sin aval de la ONU, se intervino en Kosovo. Timor, con 200.000 v¨ªctimas desde que Indonesia se hizo cargo de la colonia portuguesa 23 a?os atr¨¢s, queda lejos. Pero Indonesia es el cuarto pa¨ªs m¨¢s poblado de la tierra, por lo que hora a hora se va imponiendo la urgencia de una intervenci¨®n internacional, para la que ya est¨¢n dispuestos al menos la cercana Australia y la antigua metr¨®poli, Portugal.
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