Los cr¨ªticos del PP canario ganan fuerza en Tenerife y exigen entrar en la nueva ejecutiva
El hombre fuerte de la direcci¨®n nacional del PP en Canarias, Jos¨¦ Manuel Soria, cuenta con el respaldo de los militantes del partido en Gran Canaria y en las islas menores, pero no en Tenerife. As¨ª se desprende del resultado de las elecciones para los compromisarios del IX Congreso del PP canario, que sit¨²an al actual presidente m¨¢s cerca de la reelecci¨®n, aunque con la resistencia del sector cr¨ªtico, liderado en Tenerife por Ignacio Gonz¨¢lez Santiago y auspiciado por la presidenta del partido en Gran Canaria, Mar¨ªa Eugenia M¨¢rquez, y por el anterior presidente regional, Jos¨¦ Miguel Bravo de Laguna. A pesar de su victoria, Soria sigue teniendo en Tenerife su principal problema. Tanto, que el sector encabezado por Gonz¨¢lez ha adelantado su intenci¨®n de forzarle a una negociaci¨®n que garantice que del congreso -a celebrar el 2 y 3 de octubre en Santa Cruz de Tenerife- salga una ejecutiva de integraci¨®n. "Si no se tiende una mano y se busca el consenso, Soria conducir¨ªa al partido a la ruptura", advirti¨® ayer el dimitido secretario de Comunicaci¨®n, Vicente ?lvarez Gil, quien a?adi¨® que "el presidente no puede machacar la voluntad de los militantes de Tenerife ni presidir el partido de espaldas a una de las dos islas con mayor peso dentro de la formaci¨®n".
Desde la corriente cr¨ªtica, que habla de empate t¨¦cnico entre las dos familias, se acusa a los afines al presidente de no haber propiciado el di¨¢logo en los d¨ªas previos a la votaci¨®n de los compromisarios. En su opini¨®n, las tensiones y la divisi¨®n del partido son responsabilidad de Soria, al que Gonz¨¢lez pide que "cambie de actitud y corrija un talante que est¨¢ dificultando el entendimiento".
El proceso de elecci¨®n de compromisarios, que no estuvo exento de dificultades y de momentos de crispaci¨®n en algunas sedes, abre un par¨¦ntesis hasta el congreso de octubre, en el que las familias del Partido Popular intentar¨¢n por todos los medios evitar un distanciamiento que los cr¨ªticos parecen querer llevar hasta sus ¨²ltimas consecuencias.
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