Emoci¨®n con los 'patas blancas'
Una gran novillada inaugur¨® la feria de Guadalajara. Los taurinos dir¨¢n que fue la peor del mundo, pero los aficionados estaban en que esa es la fiesta, ah¨ª est¨¢ el fundamento de la lidia, lo que da emoci¨®n al toreo y m¨¦rito a los toreros: el toro. Toro ¨ªntegro; en la presente ocasi¨®n novillo ¨ªntegro, con m¨¢s trap¨ªo y poder, con mayor casta y codicia que esos toros con vocaci¨®n de borregos que les echan a la figuras.
Ni siquiera pod¨ªa haber comparaci¨®n entre los novillos de Barcial -conocidos por los patas blancas- y lo que sueltan por ah¨ª cada tarde de feria. Novillos serios, bien armados, astifinos; algo que rara vez se ve en los tiempos que corren.
Novillos parejos en pesos, tipos y pelajes. Todos terciados y bajos de agujas aunque luciendo un trap¨ªo irreprochable. Todos exhibiendo en los bell¨ªsimos pelajes sus se?as de identidad sin faltar detalle: negros o entrepelaos, acaso girones tambi¨¦n, y adem¨¢s bragaos, calceteros y luceros. As¨ª los seis.
Barcial / Poveda, Vara, Serna
Novillos de Barcial, muy parejos, serios, con trap¨ªo, bien armados; fuertes, excepto 3? -inv¨¢lido- y 6?; varios derribaron. Con casta, algunos mansos, dificultosos en general. 3?, noble.Garc¨ªa Poveda: estocada (silencio); pinchazo y estocada corta (algunos pitos). S¨¢nchez Vara: pinchazo, estocada trasera y rueda de peones (palmas) bajonazo muy trasero y rueda de peones (exigua petici¨®n y vuelta). V¨ªctor de la Serna: media (oreja); estocada trasera ladeada y rueda de peones (minoritaria petici¨®n y vuelta). Plaza de Guadalajara, 11 de septiembre. 1? corrida de feria. Media entrada.
Los hubo bravos, los hubo mansos, pero la casta era inequ¨ªvoca en los seis. De ah¨ª su dificultad. De ah¨ª el m¨¦rito enorme de los novilleros, que no se amilanaron en absoluto.
Los novilleros -los tres- estuvieron hechos unos jabatos. Cada cual con sus capacidades y sus limitaciones, mas pundonorosos y valientes a toda prueba. Si los novillos no daban facilidades, y probaban las embestidas, o se quedaban cortos, o no las probaban ni se quedaban cortos sino que sacaban el peligro inherente a los toros encastados y codiciosos, se recrec¨ªan plantando cara a la adversidad. La emoci¨®n tambi¨¦n estaba ah¨ª -sobre todo estaba ah¨ª- en esa generosa entrega.
Luci¨® especialmente V¨ªctor de la Serna. Valeroso y torero en las ver¨®nicas con que salud¨® al tercero, que result¨® ser el m¨¢s noble de la novillada. Decidido y hondo en la faena de muleta, que plante¨® al natural. Apenas hab¨ªa instrumentado unos redondos cuando se ech¨® la muleta a la izquierda, lig¨® las suertes y, al concluir con un ce?ido pase de pecho la primera tanda, ya se hab¨ªa hecho con el novillo. Instrument¨® tres series m¨¢s, llevando con pulso y mando la humillada embestida. Se adorn¨® mediante una sucesi¨®n de ayudados, trincherillas y cambios de mano, y un molinete barroco puso punto final a la faena. L¨¢stima que no llevara el estoque pues en ese momento el novillo le pidi¨® la muerte. March¨® a buscarlo y, al volver, el patas blancas ya no se le cuadraba. El largo trasteo que emple¨® para perfilarse impidi¨® que alcanzara un triunfo grande. De todos modos cobr¨® media y le vali¨® la oreja.
Con el sexto estuvo igual de entregado si bien la estimable faena ya no alcanz¨® tanta hondura y ligaz¨®n. Y aunque mat¨® otra vez a la primera no hubo petici¨®n suficiente para concederle la oreja y perdi¨® la salida a hombros que estaba cantada.
El toreo al natural: lo practicaron tambi¨¦n o por lo menos lo intentaron con ahinco los otros dos espadas. Apenas se doblaban con el toro, ya ten¨ªan la muleta en la izquierda. El primero de Garc¨ªa Poveda tra¨ªa peligro por el sentido que desarroll¨® en el transcurso de la azarosa faena. Al cuarto, en cambio, que se comport¨® con poder y bravucona mansedumbre durante el primer tercio, Garc¨ªa Poveda no le sac¨® partido pese a que el animal devino manejable, y supli¨® el toreo por un c¨²mulo de alborotadas suertes y desplantes.
Dificultades tuvo asimismo el lote de S¨¢nchez Vara, y no le arredraron. Banderille¨® r¨¢pido, porfi¨® naturales a su primero, que se quedaba en la suerte, y en su segundo -ya manejable- ci?¨® derechazos, cuaj¨® una estupenda serie al natural, pas¨® de rodillas, tir¨® de manoletinas y hubiera alcanzado el ¨¦xito si no llega a ser porque meti¨® un indecorosobajonazo.
Triunfos merec¨ªan los tres espadas, con aquellos patas blancas de casta y poder. El que hizo cuarto, cuya lidia estuvo plagada de incidentes, provoc¨® una imagen hoy ins¨®lita, que parec¨ªa escapada de las estampas de La Lidia: dos caballos derribados, uno en el platillo, otro en el tercio, mientras acosaba a las cuadrillas el novillo c¨¢rdeno gir¨®n berrendo bragao lucero calcetero, m¨¢s serio que un juez a la antigua usanza y con una cornamenta de aqu¨ª te espero.
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