No son borregos
Estos toros de Monteviejo, que Victorino Mart¨ªn cr¨ªa como rom¨¢ntica y complementaria tarea de sus trajines con los albaserradas, no tienen nada que ver con los borregos para el uso y abuso de las figuras. Son corn¨²petas de espl¨¦ndida presencia y trap¨ªo y de variado y desconcertante comportamiento. Requieren, para poder sacar alg¨²n partido de su juego problem¨¢tico, espadas con ciencia torera, pulso firme, piernas asentadas y cabeza fr¨ªa. Toreros lidiadores como los de antes, en una palabra. Ninguno de los tres espadas que formaban el cartel supo c¨®mo meterle mano a las laber¨ªnticas y complicadas embestidas de estos patas blancas de Victorino. Emilio Silvera se las vio, en primer lugar, con un ejemplar que se fren¨® por ambos pitones en el capote, hizo sonar el estribo y se quit¨® el palo en el caballo, esper¨® y busc¨® tablas en banderillas, para empezar desplaz¨¢ndose y repitiendo en la muleta. No tuvo el torero ni aguante ni decisi¨®n en el trasteo y el toro acab¨® haciendo hilo, acost¨¢ndose por ambos pitones y, por fin, aplomado.
Monteviejo / Silvera, Lara, Vasques
Toros de Monteviejo, con trap¨ªo, de juego variado e interesante, algunos flojearon. Emilio Silvera: estocada atravesada que asoma, descabello y se echa el toro (silencio); metisaca en los bajos (pitos). Pedro Lara: metisaca, pinchazo y estocada corta (silencio); estocada atravesad¨ªsima que asoma y estocada corta (silencio). Rui Bento Vasques: estocada ca¨ªda atravesada (aplausos y tambi¨¦n pitos al saludar); estocada ladeada (algunos pitos).Plaza de Las Ventas. 12 de septiembre. Un tercio de entrada.
El cuarto fue un toro pronto y entregado en varas y listo en la muleta, sobre todo por el pit¨®n izquierdo. Como no tomaba el enga?o con claridad, Silvera se desconfi¨® enseguida.
Tuvo Pedro Lara un lote de cara y cruz. La cara fue un astado manejable al que tore¨® aguantando coladas. No pasaba el bicho por el izquierdo y las maneras amanoletadas del diestro eran las menos apropiadas para meterle mano. Si hubiera cogido confianza, podr¨ªa haberle sacado partido.
La cruz fue la del quinto, con la cara alta en banderillas y refugiado en tablas durante la faena. Peligroso por el pit¨®n izquierdo y distra¨ªdo por el derecho, el torero madrile?o se limit¨® a intentar lo imposible.
Un toro muy bien armado, abanto de salida y que se iba de las suertes fue el primer enemigo de Rui Bento. Empez¨® el torero su faena sin acoplarse, a pesar de que el toro, flojo y alegre, no ofrec¨ªa muchos problemas. Cuando el torero se paraba y tiraba de ¨¦l, consegu¨ªa pases templados e incluso ligados, aunque siempre por debajo de la suave embestida del toro, que el torero no supo entender.
El ejemplar que cerr¨® plaza ya empez¨® a buscar al espada desde que sali¨®; luego floje¨®, se distrajo y escarb¨®. Tras dolerse en banderillas, lleg¨® a la muleta con alg¨²n problema de poca monta. Hab¨ªa que pararse y actuar con dominio y seguridad. Pero Rui Bento se comport¨® como si el toro fuera una ovejita y el morlaco termin¨® aprendiendo e intuyendo lo que le iban a hacer.
Ense?anza y moraleja: no trates a un monteviejo como si fuera una oveja.
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