La violencia de Colombia amenaza a Panam¨¢
La polic¨ªa del pa¨ªs centroamericano no podr¨ªa evitar un sabotaje o un ataque guerrillero contra el canal
Apenas queda medio millar de soldados estadounidenses en Panam¨¢, y muchos temen que la guerrilla colombiana, o los paramilitares que la combaten, aprovechen la definitiva salida de las tropas gringas, el pr¨®ximo 31 de diciembre, para adentrarse en territorio nacional, saldar a tiros sus diferencias y agravar las calamidades sociales registradas en la selv¨¢tica frontera del Dari¨¦n.Panam¨¢ no tiene Ej¨¦rcito, vigila la divisoria sur un destacamento de 1.500 polic¨ªas, y Estados Unidos no parece dispuesto a que tan exigua fuerza controle un tramo fundamental del istmo que une Am¨¦rica Central con Am¨¦rica del Sur y de las rutas de accesos al canal construido hace 85 a?os para enlazar los oc¨¦anos Atl¨¢ntico y Pac¨ªfico. El conflicto colombiano arrastra casi 40 a?os sin soluci¨®n a la vista, y no s¨®lo complic¨® las relaciones con Venezuela despu¨¦s de que el presidente Hugo Ch¨¢vez se manifestara proclive a entablar conversaciones bilaterales con la guerrilla qui¨¦ralo o no el Gobierno de Andr¨¦s Pastrana. Tambi¨¦n en los l¨ªmites paname?os la situaci¨®n se enreda. El jefe paramilitar colombiano Carlos Casta?o ha declarado blanco de sus ataques a la Guardia Nacional paname?a, a la que acus¨® de complicidades con la guerrilla en los sucios negocios del narcotr¨¢fico y el comercio de armas. Este cargo abri¨® un nuevo frente de preocupaci¨®n. "Notificamos p¨²blicamente a la canciller¨ªa colombiana y a la se?ora Mireya Moscoso, presidenta de Panam¨¢, que hemos declarado objetivo militar a todos aquellos miembros de la Guardia Nacional de ese pa¨ªs, quienes trabajan en abierta connivencia con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en la zona de la frontera. Tenemos pruebas fehacientes".
Un choque entre la Guardia Nacional y los paramilitares tendr¨ªa consecuencias graves en una provincia de 60.000 habitantes, el 62% en la pobreza, que subsisten con la pesca o la agricultura, y cuya extensi¨®n boscosa constituye el 22% del territorio istme?o. Panam¨¢ sufre las incursiones de las FARC, con 14.000 hombres en armas, y en el Dari¨¦n unidades guerrilleras eluden la persecuci¨®n del Ej¨¦rcito colombiano, descansan, se avituallan, o hacen planes. A esta inc¨®moda vecindad se suman ahora las amenazas del ultra Casta?o, cuyo terror contra secundan unos 4.000 hombres en bandas financiadas por terratenientes, ganaderos o narcotraficantes, desasosiegan.
Investida el 1 de septiembre, Mireya Moscoso, viuda del difunto patriarca Arnulfo Arias, tres veces presidente, tres veces derrocado, estudia qu¨¦ modalidad de colaboraci¨®n militar conviene, o es factible, con EEUU, que a final de a?o devolver¨¢ el canal en cumplimiento de los acuerdos Torrijos-Carter del 7 de septiembre de 1977, y desalojar¨¢ a sus ¨²ltimos soldados de las riberas de la v¨ªa acu¨¢tica. "Estamos mejorando las relaciones y cooperaci¨®n entre Panam¨¢ y Estados Unidos", declar¨® la pasada semana a corresponsales extranjeros Winston Spadafora, ministro de Interior.
Necesariamente deber¨¢ ser as¨ª porque en junio, el general Charles Wilhelm, responsable del Comando Sur, hab¨ªa advertido ante un comit¨¦ del Senado estadounidense que hab¨ªa que tomar cartas en el asunto, pues los cuerpos de seguridad paname?os carecen de mandos, entrenamiento y arsenal suficientes para contener un asalto a gran escala de las FARC. "O se protegen o los protegemos, vinieron a decirnos", interpret¨® una fuente pol¨ªtica consultada en Panam¨¢.
El Ej¨¦rcito, las Fuerzas Paname?as de Defensa, fue disuelto poco despu¨¦s de la invasi¨®n estadounidense a Panam¨¢, en 1989, que detuvo y encarcel¨® al general Manuel Antonio Noriega, bajo cargos de narcotr¨¢fico. Noriega siempre jug¨® a dos bandas y, seg¨²n fuentes period¨ªsticas, suscribi¨® un compromiso de no agresi¨®n con las FARC, cuyo perfil en el Dari¨¦n ser¨ªa bajo a cambio de la "tolerancia" paname?a con los cruces de frontera guerrilleros.
Acuerdo con EEUU
El Ejecutivo de Moscoso desear¨ªa cerrar los confines con Colombia, pero no tiene capacidad para hacerlo. Por ello sopesa un acuerdo con Estados Unidos con dos objetivos esenciales: facilitar a Washington la lucha regional contra el narcotr¨¢fico, la prioridad del norte, y amedrentar a las guerrillas desde el aire. En esa direcci¨®n, una de las alternativas a debate es permitir que aviones estadounidenses efect¨²en vuelos de reconocimiento despegando desde bases paname?as, en una f¨®rmula parecida a la acordada por el Pent¨¢gono con Ecuador o la isla antillana de Cura??o. Hasta ahora el centro de operaciones estadounidense contra el narcotr¨¢fico era la base de Howard, en la zona del canal, con 15.000 vuelos anuales de identificaci¨®n de los aviones sospechosos procedentes de la regi¨®n andina en ruta hacia Centroam¨¦rica y el Caribe. La defensa del canal de Panam¨¢ es otra de las preocupaciones norteamericanas. Fernando Manfredo, copresidente del Grupo de Trabajo binacional encargado de limpiar los campos de tiro y ¨¢reas de bombardeo utilizados desde 1903 por los marines, no cree que la salida de las tropas norteamericanas deba alarmar. Hace algunos a?os, una comisi¨®n de expertos y militares estadounidenses debati¨® sobre la protecci¨®n del canal y las posibles amenazas, inform¨® Manfredo a este diario. Las amenazas esgrimidas fueron: disturbios civiles, acto de sabotaje, o un ataque armado de un grupo guerrillero, o de otro pa¨ªs. Todos coincidieron en que frente a los disturbios o una incursi¨®n guerrillera menor, la polic¨ªa era suficiente. Un acto de sabotaje ni un mill¨®n de soldados pueden evitarlo. Y en el caso de un ataque desde un tercer pa¨ªs, los diez o quince mil soldados acantonados en Panam¨¢ ser¨ªan reforzados con el env¨ªo aerotransportado de 100.000 m¨¢s.
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