El fondo de las palabras
A todo el proceso iniciado en Estella hace un a?o cabr¨ªa aplicarle un dicho popular vasco: "Itzak ederrago inak baino". Las palabras son m¨¢s hermosas que los hechos. El lenguaje utilizado tanto por los protagonistas como por sus medios de comunicaci¨®n nada tiene que ver en apariencia con el pasado inmediato de horror que algunos de ellos provocaron. As¨ª, en la conmemoraci¨®n de aniversario lo que ofrecen tiene el aire de una homil¨ªa cordial donde se sientan las bases de un porvenir venturoso, del que los partidos estatales y los medios "saboteadores" se autoexcluyen incomprensiblemente. Hasta la foto de familia de los reunidos en Durango el domingo pasado podr¨ªa ser la de los antiguos alumnos que se re¨²nen para la festividad anual de la instituci¨®n religiosa donde se educaron. Las amplias sonrisas de Egibar y Otegi son las de los primeros de la clase de dos generaciones sucesivas que todav¨ªa recuerdan los premios recibidos, mientras Antton Karrera, un hist¨®rico de ETA hoy en IU, cruza las manos con gesto de recogimiento, a¨²n conmovido por la ceremonia que acaba de celebrarse. La prensa nacionalista insiste en esa presentaci¨®n de tintes amables, que culmina en la descripci¨®n de Lizarra y EH por el lehendakari.?nicamente la agria descalificaci¨®n de esos "saboteadores" que no comparten los planteamientos del pacto nos devuelve a la realidad: el mensaje de Lizarra habla de concordia y democracia, pero su fondo supone la aceptaci¨®n por los firmantes de la estrategia dualista, de confrontaci¨®n, propia de ETA. La ¨²nica concesi¨®n efectiva al pacifismo consiste en el prop¨®sito confesado de "lograr que desaparezcan las manifestaciones de violencia ligadas al conflicto", pero, por supuesto, s¨®lo se se?ala con el dedo a los estatalistas "irresponsables" que desoyen el llamamiento al "di¨¢logo". De proponer a ETA el abandono definitivo del terror, nada.
Otra cosa no ofrece el manifiesto del aniversario. Algo l¨®gico si pensamos en el contenido real de las propuestas del pacto suscrito en 1998. Para un lector ingenuo, nada m¨¢s positivo que las invocaciones de la paz y el di¨¢logo, sustentadas por un tr¨ªpode de exigencias "democr¨¢ticas": que los vascos no est¨¦n separados por fronteras administrativas ni pol¨ªticas ("territorialidad"), que en ese espacio unificado decidan su futuro ("marco de decisi¨®n") alcanzando "la soberan¨ªa". Y eso, dicen los de Lizarra, lo quiere "la mayor¨ªa social". La ¨²nica petici¨®n es que "los Estados implicados", resume el manifiesto, "respeten la palabra de los vascos". A falta de otras ocurrencias, piensan cont¨¢rselo a Aznar y Jospin para que lo entiendan. Claro que, a pesar del reclamo de la "democracia", va a ser dif¨ªcil que ambos presidentes acepten que sea preciso abrir un proceso de unificaci¨®n e independencia vascas en el marco del zazpiak bat, cuando el voto nacionalista vascofranc¨¦s, por no hablar del independentismo, es casi nulo, y el navarro y el alav¨¦s, muy minoritarios. Como lo es el deseo de los navarros a fundirse con la CAV. Cabe a partir de aqu¨ª formular las objeciones. ?Qu¨¦ tiene de democr¨¢tico un irredentismo delirante como el de Lizarra? ?En nombre de qu¨¦ democracia puede hablarse de derecho a ejercer la autodeterminaci¨®n, l¨¦ase a plantear una secesi¨®n abierta o larvada, cuando en el "marco de decisi¨®n" definido por los de Lizarra su opci¨®n "soberanista" es abrumadoramente minoritaria? ?Se les va a organizar entonces un refer¨¦ndum para que vayan ganando adeptos, se repetir¨¢ cada pocos a?os a lo Quebec hasta que ganen o se les dejar¨¢ manejar el proceso para que obtengan el fin deseado mediante los usos de la "democracia vasca"?
Sin duda, EH-HB y, claro, ETA buscan este ¨²ltimo camino, cuya expresi¨®n es esa mezcla de municipalismo de antiguo r¨¦gimen y representatividad de corte bolchevique que encarna la Asamblea de Electos (ya que, por desgracia, faltan los principales alcaldes). En ella habr¨ªa de residir el poder constituyente, tal y como ha mostrado Ch¨¢vez en Venezuela, arrumbando las instituciones democr¨¢ticas hoy vigentes. Pero esto es bien una farsa sin contenido, bien la destrucci¨®n de la democracia. Otra cosa no puede salir como alternativa de Lizarra seg¨²n sus planteamientos actuales. Entretanto, la paz sigue.
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