Un prodigio de fotogenia
Tiene fama de exc¨¦ntrica, pero esto quiz¨¢ le viene de su pinta de se?ora con sobredosis de alcurnia y tan libre que hace lo que le viene en gana con la naturalidad de quien cumple un deber. Es endiabladamente alta y la huesuda y elegante delgadez aumenta su elevaci¨®n, de forma que su cabeza flota por encima de las de los machos comunes que la rodean, dando la impresi¨®n de que los achanta y encandila al mismo tiempo.Hay en su presencia una desarmon¨ªa que por no s¨¦ qu¨¦ paradoja multiplica el poder de atracci¨®n que ejerce sobre la mirada de los otros. Quiz¨¢ contribuya a ello que haya que torcer hacia arriba la nuca para poder verle la cara de frente, a condici¨®n de que ella incline hacia abajo la suya.
Pero lo decisivo es que uno topa, choca, al final de este involuntario gesto reverencial, con unos ojos que no se parecen a los de nadie, de hermosura desconcertante. Sus casi dos metros se achican entonces y su estatura se instala en amables cercan¨ªas horizontales, porque con su rostro de frente se hace inexplicablemente f¨¢cil, c¨®modo y casi inevitable sostener su mirada y descubrir que su excentricidad o su desarmon¨ªa son en realidad peculiaridades amistosas y acogedoras.
Su fama de fiera bolchevique y la leyenda de su altivez se desvanecen entonces y es posible intuir de qu¨¦ rinc¨®n de su identidad procede el prodigio de su fotogenia, la que le permiti¨® devorar la c¨¢mara de Antonioni en su primera aparici¨®n en Blow-up y la de Zinnemann en Julia, donde de paso se trag¨® cruda en unos minutos a Jane Fonda, la protagonista. Y es que esta gran mujer, desde lejos con aspecto de inabordable, tiene, vista de cerca, el don de transmitir instant¨¢neamente un chorro de luz y de verdad, y en eso consiste precisamente el genio interpretativo.
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