Casas sin agua ni duchas
Hace ya m¨¢s de 10 a?os que el cultivo intensivo en bajo en los invernaderos que tapizan Almer¨ªa oblig¨® a reclutar mano de obra africana. Se les ofreci¨® trabajo. Nada m¨¢s.Al llegar se encontraron con que no ten¨ªan d¨®nde vivir. "La gente no alquila casas a los africanos. Prefieren a los lituanos, a la gente del Este, que son blancos y rubios y dan menos problemas", dice Juan Segura, en cuyo cortijo aloja a una decena de subsaharianos. A cada uno les cobra 10.000 pesetas al mes. Tienen agua, luz, tel¨¦fono... "Es que Juan es buena gente", dicen los inquilinos.
No es lo normal. Lo normal es que vivan en ruinas o chabolas, sin servicios m¨ªnimos, o en cortijos abandonados y caros. El marroqu¨ª Mohamed Izzauoi paga 20.000 pesetas al mes por 35 metros cuadrados en los que vive con su mujer y cuatro hijos. No tienen ni luz ni agua. Y los hay que est¨¢n mucho peor.
"La gente se queja de que est¨¢n siempre en la calle. Ellos se re¨²nen a hablar hasta la hora de dormir para estar el menor tiempo posible en esas chabolas", alega ?ngeles Carrasco, de Comisiones Obreras. Adem¨¢s, no los dejan entrar casi en ning¨²n bar. "No saben beber. Con dos ca?as se vuelven como locos", se alega en Campohermoso.
Los inmigrantes tienen que retirarse a estas casas infrahumanas tras su trabajo en los invernaderos. Bajo los pl¨¢sticos blanqueados, la jornada laboral es de ocho horas. Si tienen todos sus papeles en regla, los inmigrantes cobran de 4.000 a 4.600 pesetas al d¨ªa. Si est¨¢n indocumentados, la paga se queda en 3.600.
Despu¨¦s de pasarse el d¨ªa bajo los invernaderos, verdaderos hornos en estas fechas, ponerse bajo una ducha es todo un lujo. Aunque se apa?an como pueden, esta obligada falta de higiene provoca el rechazo en la poblaci¨®n. "Es que son unos guarros", se oye con frecuencia.
Nadie es racista, claro, pero a los magreb¨ªes se les designa como moros, a los subsaharianos se les llama negros y a los lituanos, lituanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.