Cat¨¢logo de borregos
El denominado toro de garant¨ªa es uno de los descubrimientos m¨¢s acertados del gremio taurino finisecular. En el entorno de las figuras actuales se exige este suced¨¢neo de toro con tanta aplicaci¨®n que a los toreros de arriba que no se anuncian con estas divisas se dice que han hecho un gesto o una gesta; el g¨¦nero de la haza?a depende de circunstancias aleatorias e intercambiables dif¨ªciles de comprender.El toro de garant¨ªa propicia el hilv¨¢n de los muletazos sin soluci¨®n de continuidad, aunque resulten siempre atropellados los unos y fuera de cacho la mayor¨ªa. Con este tipo de astados, cuando no est¨¢n por los suelos dando tumbos o pegandose enormes costaladas, se construyen trasteos largos y encimistas, donde no se rematan nunca los lances, aunque s¨ª las tandas, y varias veces con la misma vulgaridad.
Domecq / V¨ªctor, Abell¨¢n, Juli
Toros de Santiago Domecq, todos sospechosos de manipulaci¨®n fraudulenta de las astas. Mansos, aborregados e inv¨¢lidos. 4?, con genio.El V¨ªctor: estocada corta, descabello -aviso- y descabello (algunas palmas); estocada ca¨ªda y dos descabellos (vuelta). Miguel Abell¨¢n: estocada contraria (dos orejas); estocada atravesada, descabello -aviso- y siete descabellos (algunas palmas). El Juli: bajonazo enhebrado que asoma -aviso-, descabello y estocada atravesada (silencio); estocada casi entera y descabello (oreja). Plaza de Logro?o, 23 de septiembre. 3? corrida de feria. Lleno.
La corrida, seleccionada con mimo con El Juli como m¨¢ximo protagonista, fue un perfecto cat¨¢logo de toros con garant¨ªas de borreguez y mansedumbre: los hubo que se rebotaban de piquero en piquero dando coces y saliendo de naja en busca de la a?orada dehesa que jam¨¢s iban a volver a ver. Otros se encog¨ªan y, acobardados, se aplomaban sobre sus cuatro remos como esculturas. ?ste es el tipo de toro con alma de Don Tancredo, tan inm¨®vil como lisiado y funcional.
Tan in¨²til para la lidia como buscado por los apoderados y sus veedores en los fr¨ªos inviernos de las ganader¨ªas. Tambi¨¦n sali¨® el que ten¨ªa genio y reservaba sus embestidas hasta que se pon¨ªa por delante un blanco seguro. Son los infinitos matices que propician la casta borrega y comercial con las que se cortan orejas, rabos y se baten todos los r¨¦cords del Guiness.
No se lleg¨® a tanto en Logro?o pero falt¨® poco. Miguel Abell¨¢n se encontr¨® con el ¨²nico animal que se movi¨® con cierto aire. Orden¨® a los picadores que midieran el castigo y cit¨® a distancia. Embarcaba con el pico de la muleta y desped¨ªa el viaje hacia afuera. En el siguiente pase los terrenos se recortaban y tras mediar la habitual carrerita se volv¨ªa a colocar para engarzar los pases sin ninguna emoci¨®n. El toro con la cara a media altura y la muleta hecha un rebujo.
Fue una faena superficial y de medios pases. Al final llegaron la manoletinas y el delirio de las juveniles fans de El Juli que se hab¨ªan convertido, por unos minutos, en abellanistas convencidas. Una estocada contraria de r¨¢pido efecto trajo las dos primeras orejas de la feria. Abell¨¢n volvi¨® en el quinto dando largas cambiadas de recibo. El producto borrego que le correspondi¨® dur¨® cuatro tandas, un bajonazo y un carro de descabellos.
El Juli se las vio y se las dese¨® con un manso integral que hizo las delicias del p¨²blico. El animal no fue de condici¨®n pregonada y en la pa?osa se desplazaba con tranco infeliz. Fracas¨® con la espada El Juli y menos mal que en el ¨²ltimo, tras intrumetar derechazos e izquierdazos con ins¨®lita rapidez, se llev¨® la oreja que reconcili¨® a la estrella con todos sus incondicionales.
El V¨ªctor no es figura y se encontr¨® con dos regalitos. El jabonero tancredista y un geniudo cuarto con el que s¨®lo pudo darse un arrim¨®n.
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