Fraude de ley
Ten¨ªa raz¨®n el presidente del Gobierno el mi¨¦rcoles pasado en la sesi¨®n de control parlamentario al decir que "es evidente que nadie puede pensar que el encausamiento de un jefe de Estado no puede no producir deterioro en las relaciones entre pa¨ªses". Justamente por eso, el ordenamiento faculta al Gobierno para que no d¨¦ curso a una solicitud de extradici¨®n si no lo estima oportuno. No es verdad que el Gobierno ante una solicitud de extradici¨®n no pueda hacer nada. Puede darle curso o no d¨¢rsela. La decisi¨®n judicial es condici¨®n necesaria, pero no suficiente. Si el Gobierno no hace suya dicha decisi¨®n, la solicitud de extradici¨®n no se tramita.
Pero si la tramita tiene que hacerla suya. Lo que no se puede aceptar es que un Gobierno haga suya la decisi¨®n judicial y no la haga simult¨¢neamente. No se puede aceptar que se d¨¦ curso a una solicitud de extradici¨®n y se act¨²e despu¨¦s subrepticiamente para que la extradicci¨®n no se produzca. Una vez que se ha dado curso a la solicitud de extradici¨®n, el Gobierno tiene que aceptar las consecuencias que de la misma se derivan. Lo contrario es un fraude de ley.
Por desgracia, ¨¦sa ha sido la actitud del Gobierno espa?ol en el caso Pinochet. Y esa actitud es la que est¨¢ envenenando el contencioso tanto con Chile como en el interior del pa¨ªs. No se puede tolerar que el fiscal general del Estado y toda la fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional est¨¦n actuando de la manera que lo est¨¢n haciendo. No se puede tolerar que se le hagan llegar a las autoridades chilenas mensajes que son incompatibles con la decisi¨®n que se adopt¨® en su d¨ªa de dar curso a la solicitud de extradici¨®n.
Si, por el motivo o por la conjunci¨®n de motivos que fuera, se consideraba que no se deb¨ªa juzgar a Pinochet en Espa?a, el Gobierno ten¨ªa que haber dado la cara y negarse a dar curso a la solicitud de extradici¨®n. ?se era el momento en que ten¨ªa que haber decidido de acuerdo con lo que realmente pensaba que era mejor para Espa?a.
De esta manera, el Gobierno habr¨ªa forzado un debate nacional que habr¨ªa sido, adem¨¢s, muy interesante. Es absurdo que ese debate se haya producido en Inglaterra y no se haya producido en Espa?a. En Inglaterra el partido conservador no ha tenido ninguna verg¨¹enza en defender una posici¨®n contraria a la extradici¨®n de Pinochet y en intentar crear un estado de opini¨®n favorable a una decisi¨®n en ese sentido por parte del ministro del Interior, independientemente de que lo consiguiera o no. Ha sido la posici¨®n de un partido democr¨¢tico sin complejos.
No es razonable pensar que en Espa?a no hay tanta gente en contra de la extradici¨®n de Pinochet como la que hay en Inglaterra. Y no es ning¨²n buen s¨ªntoma de salud democr¨¢tica que no se tenga el coraje de defender la posici¨®n propia y que se decida actuar a escondidas. ?No ten¨ªan la derecha espa?ola y el Gobierno argumentos para justificar la decisi¨®n de no dar curso a la extradici¨®n de Pinochet? Y si los ten¨ªa, ?por qu¨¦ no los ha hecho p¨²blicos? ?Por qu¨¦ ese empecinamiento en afirmar que el Gobierno no ten¨ªa margen de maniobra, cuando s¨ª lo ten¨ªa?
El Gobierno ten¨ªa margen de maniobra. Lo que ocurre es que ten¨ªa que gobernar, es decir, adoptar decisiones y soportar el coste correspondiente. No dar curso a la extradici¨®n ten¨ªa un coste. Darle curso, tambi¨¦n. Darle curso y no d¨¢rsela simult¨¢neamente tiene m¨¢s costes que ninguna otra decisi¨®n. Para el Gobierno y para el pa¨ªs.
Es cierto que, objetivamente, el encausamiento de un exjefe de Estado crea problemas. Pero si adem¨¢s se act¨²a fraudulentamente, no se adopta una actitud clara y se le dice al Gobierno chileno una cosa y se hace despu¨¦s otra distinta por miedo a la reacci¨®n de la opini¨®n p¨²blica espa?ola, los costes son todav¨ªa mayores. ?Cu¨¢l puede ser en este momento para el Gobierno chileno el valor de la palabra del presidente del Gobierno y del ministro de Asuntos Exteriores de Espa?a?
La cobard¨ªa es mala consejera en pol¨ªtica. M¨¢s todav¨ªa cuando se ocupa el Gobierno de la naci¨®n. Cuando no se tiene el valor de defender la posici¨®n propia, al Gobierno se le acaba perdiendo el respeto. Fuera y dentro.
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