Creadores de fantas¨ªa
El cubo de tres por tres metros del que dispone Teatro M¨¢gico es una suerte de p¨¦ndulo hipn¨®tico. El que pasa por su lado, bien en una plaza o cualquier lugar p¨²blico, se queda. Unos seres expresivos, con voz chillona algunos, grave otros, t¨ªmidos y alegres, refunfu?ones o encantadores, captan la atenci¨®n del espectador. Todos ellos son "descendientes" directos de la genial mu?eca que acaparara los caprichos infantiles en los a?os 40: como Mariquita P¨¦rez, los personajes fabricados por Isaac y Teresa, componentes de Teatro M¨¢gico, son de cart¨®n piedra. Con nada inventado pero con todo por descubrir para el espectador del nuevo siglo, este d¨²o se alza en reducto o excepci¨®n de fabricantes artesanales de marionetas. Todas las obras que escriben e interpretan tienen por protagonistas una veintena de irrepetibles mu?ecos creados expresamente para su funci¨®n teatral. "Es un proceso totalmente artesano por cuanto tienes que ser pintor, escultor y mec¨¢nico. Adem¨¢s de sastre para coser toda la ropa a medida", cuenta Teresa. La informaci¨®n complementaria a trav¨¦s de libros supone una gran ayuda a la pareja, que no duda en consultar vol¨²menes sobre la ropa de ¨¦poca, por ejemplo, para vestir a sus protagonistas conforme al siglo en que transcurre la historia. "Si nos situamos en el Siglo de Oro los cuellos deben ir de determinada manera, como las mangas o sombreros", apuntan. Lo que empez¨® como algo coyuntural -la primera marioneta la fabricaron con explicaciones recogidas por tel¨¦fono- ha llegado a un sistema de perfeccionamiento que convierte a Teatro M¨¢gico en una f¨¢brica a peque?a escala de t¨ªteres irrepetibles. Cada personaje goza de una expresi¨®n distinta y genuina; un carisma y una personalidad gritada desde las voces que Isaac y Teresa asignan a cada marioneta. "Tenemos tantos registros de voz que hemos llegado al punto de yo hacer las voces femeninas y Teresa, las masculinas", explica Isaac. Las historias escenificadas, lejos de repetir un esquema infantil o simplificado en exceso, mantienen la intriga y el inter¨¦s para todo tipo de p¨²blico. "Con las luces y el doble fondo que tenemos para el escenario situamos al espectador en el aula de un colegio o en el ambiente de un mercado de Estambul en cuesti¨®n de segundos. Pero por supuesto, la clave para el ¨¦xito es un punto de tensi¨®n, de que algo va mal hasta que se provoca un desenlace", explican los titiriteros. Otra labor paralela y practicada por Teatro M¨¢gico entre actuaci¨®n y actuaci¨®n consiste en la restauraci¨®n de gigantes cabezudos de muchos pueblos o colegios. El grado de deterioro con el que llegan al taller m¨¢gico acrecienta la satisfacci¨®n de sus restauradores al contemplar el resultado. As¨ª, los cabezudos del Ayuntamiento almeriense lucen desde hace meses el colorido y la alegr¨ªa que hace inconfundible la chispa del d¨²o titiritero. "Suelen venir en condiciones deplorables y con arreglos hechos por cualquiera con el esmalte de u?as. No son tratados como obras artesanales. Por eso, cuando los devolvemos restaurados les ponemos una estampita: "?Oye, esto es una pieza de artesan¨ªa. Cu¨ªdala!", comenta Teresa. Teatro M¨¢gico inici¨® su andadura en septiembre de 1988 y desde entonces, cada dos a?os, preparan un montaje nuevo. Para los protagonistas ocultos de estas historias m¨¢gicas, Isaac y Teresa, lo verdaderamente milagroso es el recuerdo imborrable que para el espectador supone contemplar un espect¨¢culo. El efecto visual resulta tan aparente que los chavales, al finalizar la representaci¨®n, preguntan convencidos: "?Y qui¨¦n se ha puesto el traje del cazador y del rey?".
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