Diagn¨®stico de Maragall FRANCESC DE CARRERAS
Al modo de los diagn¨®sticos sobre planes estrat¨¦gicos, la semana pasada analiz¨¢bamos los puntos fuertes y los puntos d¨¦biles de la posici¨®n del candidato Jordi Pujol ante las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas. Examinemos hoy los puntos fuertes y d¨¦biles de su principal contrincante, Pasqual Maragall. Ante su primer punto fuerte caben pocas dudas: el balance de mandato de alcalde de Barcelona. Mucho m¨¢s que la simple organizaci¨®n de unos Juegos Ol¨ªmpicos, la transformaci¨®n de la ciudad de Barcelona es la principal tarjeta de presentaci¨®n del candidato Maragall. Insistir en ello no ser¨ªa otra cosa que poner de manifiesto lo obvio. Esta baza a favor del candidato socialista tiene todav¨ªa m¨¢s peso si la comparamos con la ejecutoria de Pujol al frente de la Generalitat. Si comparamos los cambios de Barcelona con los cambios acaecidos en Catalu?a el saldo neto parece claro: con much¨ªsimas menos competencias pol¨ªticas y m¨¢s escasos recursos econ¨®micos, Maragall ha transformado Barcelona con orden y planificaci¨®n, igualando la calidad de vida de las distintas zonas, haciendo una ciudad m¨¢s humana y agradable, abri¨¦ndola al turismo por primera vez en la historia, creando nuevos puestos de trabajo, ahorrando recursos y, desde los Juegos, reduciendo d¨¦ficit. Barcelona es el principal fundamento de su prestigio, carisma personal y popularidad. Un segundo punto fuerte de Maragall en estas elecciones son ciertas circunstancias de la sociedad catalana en las que su peculiar personalidad sirve de catalizador de muchas y muy variadas tendencias, a veces contrapuestas. Me refiero al cansancio que experimenta cierta parte de la sociedad catalana por los a?os de pujolismo, su insistencia en determinados temas y pr¨¢cticas, el agobio que para muchos supone insistir siempre en el enfrentamiento con Espa?a, en que la culpa de todo la tiene Madrid, en su abusivo refuerzo de supuestos estereotipos identitarios. Algo que parec¨ªa l¨®gico y normal tras los a?os de la dictadura se ha llegado a convertir en una pesada carga, reiterativa y no cre¨ªble, para muchos que al principio la justificaban. Pujol comienza a ser visto, desde estos sectores, como una caricatura de lo que hab¨ªa sido en los a?os ochenta. De este cansancio se beneficia Maragall, que re¨²ne un voto -de derechas y de izquierdas- que antes depositaba su confianza en Pujol y que, en otras elecciones, puede volver a su sede natural, sea la misma Converg¨¨ncia, sea el PP o sea, incluso, Esquerra Republicana. Pero Maragall tiene tambi¨¦n, sobre todo en estos momentos, notorios puntos d¨¦biles. El m¨¢s claro deriva del resultado de las recientes encuestas en un aspecto que se ha valorado poco y que, a mi modo de ver, es m¨¢s significativo que los pol¨¦micos repartos de esca?os y porcentajes de votos. Me refiero a la coincidencia de todas las encuestas en considerar positiva la labor de gobierno de Pujol en la Generalitat. Si cerca del 60% de catalanes considera que el actual Ejecutivo lo hace bien, ?para qu¨¦ el cambio?, ?cu¨¢l es la raz¨®n del mismo?, ?no es contradictorio cambiar el voto? Este es el dato que m¨¢s deber¨ªa preocupar a Maragall y a su equipo. La raz¨®n de este estado de opini¨®n de muchos catalanes es conocida. Por un lado, la labor de oposici¨®n del PSC en todos los a?os del mandato de Pujol ha sido extremadamente light, para decirlo con una palabra suave. El calificativo hard ser¨ªa, quiz¨¢, que la labor de oposici¨®n ha sido inexistente. Por otro lado, el candidato socialista, en su campa?a de los ¨²ltimos meses, tampoco ha realizado esta labor. Las razones son dif¨ªciles de comprender ya que es precisamente en el plano de la gesti¨®n donde Pujol tiene los puntos m¨¢s d¨¦biles. Vicente Navarro, nuestro m¨¢s reputado especialista en pol¨ªticas de bienestar, aportaba hace unos d¨ªas en estas mismas p¨¢ginas datos conocidos -divulgados en parte por estudios de este mismo autor- pero que no han calado todav¨ªa en la opini¨®n p¨²blica: la calidad de la ense?anza en Catalu?a se encuentra entre las peores de Espa?a -que, a su vez, es de las peores de Europa-, la sanidad -con un agujero financiero profund¨ªsimo- da un servicio que tambi¨¦n est¨¢ en los m¨¢s bajos niveles de todo el Estado, el d¨¦ficit y la deuda p¨²blica son de dimensiones colosales, las obras de infraestructura en transportes y comunicaciones -tan decisivas en una econom¨ªa moderna- est¨¢n muy por debajo de la media espa?ola. Todo ello -y mucho m¨¢s- no han sabido comunicarlo ni el PSC a trav¨¦s de la oposici¨®n ni el candidato Maragall en su campa?a. Esta incapacidad tiene una amplia repercusi¨®n electoral. Comienza a reconocerse que el secreto -a voces- de los triunfos de Pujol en las elecciones auton¨®micas es debido a la abstenci¨®n de parte de la poblaci¨®n, que considera que las competencias de la Generalitat no repercuten en su vida diaria; la abstenci¨®n no es otra cosa que una muestra de desinter¨¦s por la labor de la Generalitat. La cr¨ªtica a la acci¨®n de gobierno de Pujol pondr¨ªa de manifiesto a estos abstencionistas, en gran parte votantes socialistas en las elecciones generales, que precisamente las pol¨ªticas en las que es competente la Generalitat les afectan muy directamente. Ah¨ª ha habido una equivocada labor de oposici¨®n y un error en el enfoque de la actual campa?a electoral. Faltan poco m¨¢s de dos semanas de campa?a. Maragall, si quiere tener alguna opci¨®n a ganar, debe seguir utilizando sus puntos fuertes -que los tiene-, pero debe, sobre todo, provocar un cambio de la opini¨®n p¨²blica catalana respecto al grado de satisfacci¨®n de la pol¨ªtica de la Generalitat. S¨®lo as¨ª podr¨¢ atraerse a los tradicionales abstencionistas de las auton¨®micas, la clave definitiva de estas elecciones.
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