Prohibido ser espa?ol
Prodi ha consagrado dos categor¨ªas de europeos. Los arist¨®cratas son los brit¨¢nicos y los de la lengua del imperio. Los parias, el resto. Ayer consagr¨® esta discriminaci¨®n. Nombr¨®, en sustituci¨®n del portugu¨¦s Jo?o Vale de Almeida, a otro brit¨¢nico, Jonathan Faull, como segundo del Servicio de Prensa y Comunicaci¨®n, convertido en departamento de Propaganda. El jefe es el elegante Ricardo Levi -alias Ricky-, angl¨®filo. El tercero es el brit¨¢nico Peter Guilford, uno de los pocos que prefieren informar a actuar de papagayo.La anglofon¨ªa abruma, pese a que se intenta corregir rescatando a portavoces como el de Edith Cresson, Jean-Christophe Filori. M¨¢s sangrante: entre los 1.000 funcionarios espa?oles, la gente de Prodi no ha encontrado a uno s¨®lo grato. Y los que han buscado desconf¨ªan del nuevo circo. Ser espa?ol debe de ser una desgracia. Pero como las lenguas hisp¨¢nicas est¨¢n pujantes en el mundo -el mundo exterior al mundillo oficial del prodismo-, muchos las hablan en la intimidad. Desde el propio Levi hasta el portavoz franc¨¦s de De Palacio, que domina el catal¨¢n. Pero claro, es un acceso de tapadillo, por la puerta de servicio. Una verg¨¹enza.
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