Merc¨¨ solidaria

Comenzaba el "d¨ªa grande" de las fiestas de La Merc¨¨ cuando un centenar, aproximadamente, de barceloneses/as inici¨¢bamos la retirada de la v¨ªspera esperando la llegada del primer metro en la estaci¨®n de Pla?a de Catalunya. Entre las cabezadas que ¨ªbamos echando unos sobre otros nos sobresalt¨® la aparici¨®n de dos chicos armados, con aspecto paramilitar y banderas espa?olas en sus camisas, que se dedicaron a molestar a dos chavales magreb¨ªes que tambi¨¦n dormitaban en un banco. Que entre todos los presentes les hubiesen escogido a ellos para molestarlos no parec¨ªa ser casual. En un punto intermedio entre el miedo y la indignaci¨®n que sent¨ªa, tan s¨®lo osamos iniciar un abucheo. No supon¨ªa ninguna osad¨ªa e ingenuamente cre¨ª que quiz¨¢ algunos m¨¢s podr¨ªan sumarse a la reprobaci¨®n de la actitud de aquellas personas, y as¨ª, qui¨¦n sabe, conseguir que pudi¨¦ramos ir a dormir cada uno a nuestra casa. No fue as¨ª, todos/as los presentes continuaron dormitando excepto los dos chavales, que tuvieron que abandonar su camino y acompa?ar a los dos polic¨ªas descritos anteriormente. Comenzaba en la superficie un bonito d¨ªa de la Merc¨¨ con un bonito preg¨®n y un bonito cartel con motivos ¨¢rabes, que son tan bonitos siempre que no se lleven en la cara. A m¨ª Barcelona no me parece ya tan estupenda.Puede que su verg¨¹enza nos devuelva algo de nuestra dignidad. Es posible que no tenga ning¨²n efecto, pero sin que suponga ninguna heroicidad, qu¨¦ menos que realizar alg¨²n tipo de desaprobaci¨®n cuando presenciamos el trato que a menudo tiene nuestra polic¨ªa con algunos de nuestros convecinos/as. Eso s¨ª, casi siempre con todas las de la ley. Esa ley que aprueban los diputados/as que nosotros/as votamos.-