Evolucionario Blair
"LA LUCHA de clases ha terminado", pero hay que "barrer a las fuerzas del conservadurismo para liberar a las personas" y sacar del poder a las "viejas ¨¦lites" que mandan en el pa¨ªs. No es un revolucionario quien habla en una sociedad eminentemente clasista, sino el reformista Tony Blair ante el congreso laborista reunido estos d¨ªas en la costera ciudad de Bournemouth. Aunque tiene hasta el a?o 2002, son muchos los que piensan que Blair convocar¨¢ elecciones generales en 18 meses, y que, por ello, ya se ha puesto en tono electoral, ocupando terreno pol¨ªtico y criticando ferozmente al partido tory, "el de la caza del zorro, de Pinochet y de los pares hereditarios". Su ambici¨®n declarada es, sin embargo, modesta: que, al fin, un Gobierno laborista sea considerado como competente en la gesti¨®n, y poder completar al menos dos legislaturas consecutivas: algo que este partido centenario no ha conseguido en los 22 a?os que, en total, ha estado en el poder.Blair va graduando su discurso un poco m¨¢s hacia la izquierda. Habla menos de la Tercera V¨ªa y m¨¢s de objetivos sociales concretos -aunque no explique c¨®mo alcanzarlos-, volviendo a valorar la denigrada sanidad p¨²blica y centr¨¢ndose en algunos principios motores: la igualdad, sobre todo, de oportunidades, el radicalismo y una "agenda moral".
No es thatcherismo con piel de cordero. Blair ha transformado en poco m¨¢s de dos a?os el sistema pol¨ªtico brit¨¢nico con los procesos de autonom¨ªa de Escocia y en menor grado Gales (adem¨¢s del dif¨ªcil caso de Irlanda del Norte), la pr¨®xima reinstauraci¨®n de un Ayuntamiento de Londres con un alcalde elegido por sufragio universal, y en el horizonte, como promesa, la reforma de la C¨¢mara de los Lores y del sistema electoral mayoritario. El Gobierno de Blair tambi¨¦n est¨¢ promoviendo unas reformas sociales sin precedentes tras los a?os de marcha atr¨¢s bajo el thatcherismo. Se podr¨¢ considerar que no van suficientemente lejos, y que sus logros, como el salario m¨ªnimo, son ya algo normal en otras partes de Europa. Pero Blair hab¨ªa heredado a la vez un tejido industrial renovado y una sociedad quebrada por la desigualdad y la exclusi¨®n tras casi dos d¨¦cadas de un thatcherismo que gener¨® inmensas bolsas de pobreza. Por ello, tiene que plantearse ahora como prioridad la eliminaci¨®n en veinte a?os de la pobreza infantil, un ¨ªndice que en los veinte anteriores se elev¨® del 9% a una tercera parte de los ni?os brit¨¢nicos.
La situaci¨®n favorece a Blair. La econom¨ªa est¨¢ en buena forma, con un super¨¢vit fiscal de 10.000 millones de libras (2,6 billones de pesetas) este a?o, y posiblemente el doble en el 2000. Como en otros pa¨ªses, el debate se centra ahora en c¨®mo utilizar este super¨¢vit: ?bajar los impuestos o aumentar los gastos sociales? Probablemente el canciller del Exchequer, Gordon Brown, defensor a ultranza del rigor presupuestario, optar¨¢ por una combinaci¨®n de ambas posibilidades.
Pese a algunas disidencias, Schr?der debe envidiar de Blair c¨®mo controla plenamente su partido. Los conservadores, por su parte, est¨¢n radicalizados con la oposici¨®n a Europa como ¨²nica bandera. Pero Europa es, justamente, el mayor escollo con el que puede tropezar Blair. Mantiene su promesa de un refer¨¦dum sobre una integraci¨®n en el euro a la que a¨²n se muestra reacia mayoritariamente la poblaci¨®n. No basta con que el primer ministro y l¨ªder laborista asegure que el destino brit¨¢nico est¨¢ en Europa. Tiene que resultar m¨¢s convincente, no escudarse simplemente en la espera del momento econ¨®mico adecuado, y no dejar el pleno compromiso europe¨ªsta ¨²nicamente en boca de su ministro de Exteriores. Pues de otro modo el euro puede acabar convirti¨¦ndose en el Dunkerke de Blair, en vez de en su gran triunfo, nacional y europeo.
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