Cinad¨®n en El Palmar
Cuenta Jenofonte que un espartano llamado Cinad¨®n urdi¨® una conspiraci¨®n para derribar una constituci¨®n que consagraba el predominio de una minor¨ªa, la de los "iguales". Denunciado por un conspirador timorato Cinad¨®n fue arrestado y cuando el magistrado le pregunt¨® por qu¨¦ una persona como ¨¦l trataba de derribar el r¨¦gimen replic¨®: "Yo no quiero ser menos que otro en Lacedemonia". Y ese exactamente es el n¨²cleo esencial de un conflicto, el de El Palmar, que parece dise?ado para dar la raz¨®n a una vieja observaci¨®n del que suscribe: que si Kafka hubiera nacido aqu¨ª ser¨ªa un reputado escritor costumbrista. La defensa letrada de las mujeres que han movido el pleito contra la Comunidad, la pr¨¢ctica totalidad de la prensa, los grupos municipales, el Ayuntamiento piloto y la alcaldesa han venido actuando como si se tratara de un asunto en el que lo fundamental sea que las mujeres puedan pescar en El Palmar. Por eso el Ayuntamiento y la se?ora Barber¨¢ han montado el n¨²mero del sorteo subsidiario que estaba llamado a ser lo que ha sido: un sonoro fiasco. Un fiasco tan completo que las recurrentes han mostrado sus reservas y desacuerdo tanto con el Ayuntamiento, como con la providencia de la Audiencia que estima ejecutada provisionalmente su recurrida sentencia con la celebraci¨®n del supletorio sorteo. Y tienen raz¨®n, cuando entonan, una vez m¨¢s, un "no es esto, no es esto". Porque la cuesti¨®n nuclear no es un asunto de pesetas, de pesca, es un asunto de identidad. El Palmar dej¨® de ser estrictamente una isla en 1940, pero socialmente sigue si¨¦ndolo. Es una comunidad muy arraigada al terru?o, que se percibe como un grupo singular con fronteras n¨ªtidamente marcadas. Es una comunidad en el sentido fuerte de la expresi¨®n. Como cualquier otra comunidad la de El Palmar requiere de instituciones que organicen, vertebren, mantengan, reproduzcan y den visibilidad al cuerpo com¨²n. En buena l¨®gica y en un caso como el que comentamos eso exigir¨ªa la existencia de una instituci¨®n p¨²blica que cumpliera esa funci¨®n. Y, si la legislaci¨®n de r¨¦gimen local no fuere la que es, y el Ayuntamiento de la ciudad no practicara el estricto centralismo de que hace gala. El Palmar podr¨ªa tener una instituci¨®n p¨²blica regida por un cuerpo representativo propio, El Palmar podr¨ªa tener una instituci¨®n p¨²blica regida por un cuerpo representativo propio. El Palmar podr¨ªa, y a¨²n deber¨ªa, tener algo as¨ª como un Ayuntamiento de barrio, pero no lo tiene. Mas como la naturaleza tiene horror al vac¨ªo lo que la legislaci¨®n y la corporaci¨®n municipal no hacen lo hacen otros. La instituci¨®n que organiza y vertebra la comunidad de El Palmar es una asociaci¨®n privada: el Com¨²n de Pescadores. Si, como en el pasado, hubiera una correspondencia estrecha entre la poblaci¨®n de la isla y los miembros de la Comunidad, eso no supondr¨ªa problemas serios. Lo que ocurre es que esa estrecha correspondencia ha tiempo que no se da. La Comunidad incluye a una parte de los ciudadanos de la isla, pero no a todos. Mas como la ausencia de instituciones p¨²blicas propias persiste, se obtiene la situaci¨®n actual: es una asociaci¨®n privada la que cumple el papel que la instituci¨®n p¨²blica por su inexistencia no cumple. Como asociaci¨®n privada que es la Comunidad se rige por sus propias normas, y admite a aquellas personas que tiene a bien, del mismo modo que no admite a aquellas que no desea, todo lo cual forma parte del derecho fundamental de asociaci¨®n, como el TC viene reconociendo, con particular rotundidad en los ¨²ltimos tiempos, por cierto. Como nadie puede tener derecho a imponer su presencia a quienes no la desean en el seno de la asociaci¨®n, la Comunidad tiene el poder legal, el derecho, a aceptar a quien desee y a no aceptar a quien tenga a bien. La consecuencia de la combinaci¨®n entre la carencia de instituci¨®n p¨²blica y el papel subsidiario del Com¨²n es, como no pod¨ªa ser menos, que en El Palmar hay miembros de la comunidad de dos categor¨ªas seg¨²n su acceso al ente que organiza y da visibilidad a la comunidad misma: quienes son miembros de la Comunidad de Pescadores, que son miembros de primera, y quienes no lo son, que son ciudadanos de El Palmar de segunda categor¨ªa. Por eso a las recurrentes lo que les interesa primariamente no es pescar, lo que les interesa es ser miembros de la Comunidad, por ellas y por sus hijos, porque les pasa lo que a Cinad¨®n, que no quieren ser menos que otros en el Palmar. Su problema es que el camino que siguen dif¨ªcilmente les llevar¨¢ a alcanzar ese objetivo. Porque para que puedan hacer efectiva su pretensi¨®n es indispensable convertir a la Comunidad en una asociaci¨®n de adscripci¨®n necesaria, y eso requiere convertirla en un ente p¨²blico, la asignaci¨®n a la Comunidad de las funciones p¨²blicas que hoy no tiene y que justifiquen la afiliaci¨®n necesaria, mediante una ley formal que cree la correspondiente corporaci¨®n. Por eso el Consejo Jur¨ªdico Consultivo, a consulta del Ayuntamiento, le dijo a ¨¦ste que carec¨ªa de competencia para intervenir. Al menos hasta la fecha nuestros ayuntamientos carecen de potestad legislativa. Por eso las recurrentes han seguido un camino que me parece errado, que en ese camino les siga el Ayuntamiento es m¨¢s dif¨ªcil de entender. Probablemente Cinad¨®n estar¨ªa de acuerdo con Marx: la ignorancia nunca ha beneficiado a nadie.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia.
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