Demograf¨ªa, inmigraci¨®n y reparto de riqueza
La autora advierte de que cada vez se acent¨²an m¨¢s las diferencias entre los paises ricos y los pobres.
Este verano se ha producido, entre numerosas noticias sobre inmigraci¨®n ilegal, una particularmente escalofriante, que ha tocado las conciencias. Dos ni?os guineanos aparec¨ªan congelados en el tren de aterrizaje de un avi¨®n dejando una petici¨®n de ayuda a los "se?ores miembros y responsables de Europa", el continente "m¨¢s bello y admirable", para progresar, para que ellos en ?frica pudieran llegar a ser como nosotros. Otros muchos mueren sin dejar cartas, tratando de alcanzar por mar nuestras so?adas costas, las que marcan el l¨ªmite entre la miseria y la abundancia. ?sta es una cara de la historia. La otra, que tambi¨¦n viene siendo noticia, es la del declive demogr¨¢fico en nuestro continente y el crecimiento imparable de la poblaci¨®n en el Tercer Mundo, lo que se traduce en una distancia cada vez mayor en renta per capita entre pa¨ªses ricos y pobres.Los datos publicados por la Oficina de Estad¨ªstica de la Uni¨®n Europea (UE) reflejan con claridad este declive. En 1950 la poblaci¨®n de lo que hoy es la UE representaba el 12% de la humanidad y hoy menos del 7%. Desde 1970 la tasa anual de crecimiento de la poblaci¨®n en el ¨¢rea se ha reducido desde el 6,4 por 1000 al 2,3 y el Indicador Sint¨¦tico de Fecundidad (ISF), es decir, el promedio de hijos por mujer, ha retrocedido desde 2,4 hasta 1,4. Todo ello lleva a prever un r¨¢pido envejecimiento demogr¨¢fico en las pr¨®ximas d¨¦cadas, aun en el caso de que se produzca una cierta recuperaci¨®n de la fecundidad, de la que no existen, por el momento, se?ales suficientemente consolidadas. Espa?a destaca en este contexto por un descenso de la fencundidad m¨¢s acusado que el promedio europeo, un crecimiento de la poblaci¨®n m¨¢s d¨¦bil y unas perspectivas de mayor envejecimiento. Estimaciones recientes del INE sit¨²an el ISF en 1,15, el valor m¨¢s bajo de la UE, mientras que en 1970 nuestro pa¨ªs presentaba el segundo m¨¢s elevado (2,9) despu¨¦s de Irlanda. La tasa de crecimiento de la poblaci¨®n espa?ola ha pasado del 8,8 por 1.000 en 1970 hasta el 1,3 por 1.000 en 1998 y el crecimiento vegetativo se aproxima a cero. En el pasado a?o, los datos de avance del movimiento natural de la poblaci¨®n muestran un n¨²mero de nacimientos (361.930) muy similar al de defunciones (357.925), lo que significa un crecimiento vegetativo de s¨®lo 4.005 personas, que podr¨ªa ser negativo en el futuro inmediato.
Proyectando estas tendencias, e introduciendo hip¨®tesis conservadoras sobre la inmigraci¨®n, se concluye que la poblaci¨®n espa?ola podr¨ªa iniciar una evoluci¨®n descendente en la segunda d¨¦cada del pr¨®ximo siglo. Por su parte, la poblaci¨®n en edad de trabajar ya ha dado muestras de estancamiento y comenzar¨¢ a declinar en los pr¨®ximos a?os, al llegar a la edad laboral las generaciones menguadas por el abrupto descenso de la fencundidad de finales de los setenta. Ello no se traducir¨¢ de inmediato en un descenso de la poblaci¨®n activa, puesto que la creciente participaci¨®n de las mujeres en el mercado laboral compensar¨¢ todav¨ªa durante unos a?os el declive demogr¨¢fico. Las proyecciones disponibles anticipan que el aumento de dicha poblaci¨®n activa se debilitar¨¢ progresivamente, hasta hacerse negativo hacia el quinquenio 2011-2016.
Este horizonte tiene unas consecuencias positivas evidentes para el objetivo de reducci¨®n del paro en nuestra econom¨ªa. En ausencia de cambios en las actuales tendencias, un crecimiento medio anual del empleo del 1,3% bastar¨ªa para reducir la tasa de paro sobre la poblaci¨®n activa hasta cifras inferiores al 10% en el a?o 2011. Si el ritmo de crecimiento del empleo se eleva al 2%, la tasa de paro descender¨ªa hasta situarse por debajo del 3% en dicho a?o. A partir de la segunda d¨¦cada del pr¨®ximo siglo, el retroceso de la poblaci¨®n activa permitir¨ªa eliminar r¨¢pidamente el paro con crecimientos muy d¨¦biles del empleo y se har¨ªa patente la insuficiencia de mano de obra, generando tensiones en los salarios y constituyendo una restricci¨®n al crecimiento econ¨®mico.
La contrapartida negativa de estas perspectivas es el aumento de la relaci¨®n de dependencia entre pasivos y activos y el futuro de nuestro sistema de pensiones. Desde una visi¨®n pesimista se afirma a menudo que, dada la disminuci¨®n de las cotizaciones y el aumento de los pensionistas, el sistema p¨²blico de protecci¨®n social, una pieza fundamental de las sociedades avanzadas y cohesionadas, no se podr¨¢ financiar a largo plazo en Espa?a, ni en general en Europa, sin reducir sustancialmente las prestaciones. Sin entrar en este debate ni en los diferentes c¨¢lculos, en ocasiones sesgados, que sustentan las distintas posiciones, es evidente que la mayor¨ªa de ellos parte de un horizonte demogr¨¢fico b¨¢sicamente determinado por el movimiento natural de la poblaci¨®n aut¨®ctona y en el que el factor migratorio desempe?a un papel secundario, al incorporar las proyecciones hip¨®tesis de entradas de emigrantes relativamente reducidas y aproximadamente constantes en el tiempo. Nada m¨¢s lejos de la realidad. La inmigraci¨®n est¨¢ siendo ya mucho m¨¢s elevada en Espa?a que la que se suele estimar a partir de las estad¨ªsticas oficiales (contingentes, permisos de trabajo y residencia, altas padronales, etc¨¦tera) y, adem¨¢s, tiende a aumentar r¨¢pidamente, como una consecuencia l¨®gica del avance de nuestro nivel de renta y de la decreciente presi¨®n de la poblaci¨®n espa?ola sobre el mercado de trabajo.
A pesar de la todav¨ªa elevada tasa de paso en Espa?a (15,6%, seg¨²n la EPA del segundo trimestre), ¨¦sta disminuye a un ritmo intenso, al concurrir una fuerte expansi¨®n del empleo, derivada de la fase alcista del ciclo econ¨®mico, con un aumento cada vez m¨¢s d¨¦bil de la poblaci¨®n activa. En algunas zonas espec¨ªficas, entre otras las costeras y tur¨ªsticas, comienza a constatarse la escasez de mano de obra en determinados puestos de trabajo y en ciertos sectores, como la construcci¨®n y la hosteler¨ªa, y adquiere una creciente entidad el recurso a una poblaci¨®n "importada" con demandas salariales m¨¢s bajas y, en ocasiones, ausencia de cargas sociales, si se trata de inmigraci¨®n ilegal. El riesgo de todo ello es que proliferen las situaciones de explotaci¨®n y marginaci¨®n y se ampl¨ªe la segmentaci¨®n en el mercado de trabajo, con un estrato de trabajadores, fundamentalmente los extranjeros, que ocupen los puestos de inferior cualificaci¨®n y remuneraci¨®n y peores condiciones laborales.
Aunque la disminuci¨®n de las diferencias de renta entre pa¨ªses ricos y pobres exige un esfuerzo de los primeros en ayuda al desarrollo muy superior al que se est¨¢ realizando, los movimientos de la poblaci¨®n tambi¨¦n contribuyen a la nivelaci¨®n. En concreto, en Epa?a, el fen¨®meno inmigratorio es imparable y su ordenaci¨®n se ha convertido en una prioridad, no s¨®lo por razones de equidad y justicia sino tambi¨¦n por un fin de eficacia del sistema. La econom¨ªa espa?ola tendr¨¢ que seguir progresando con cuotas crecientes de poblaci¨®n extranjera, como lo han hecho las de los pa¨ªses europeos m¨¢s avanzados, por lo que el aumento del nivel de renta de todos pasa inexorablemente porque dicha poblaci¨®n pague impuestos, cotice a la Seguridad Social y est¨¦ suficientemente formada e integrada socialmente. Todo ello, evidentemente dif¨ªcil de instrumentar, requiere con urgencia una pol¨ªtica inmigratoria integral en el marco de la UE, as¨ª como acuerdos pol¨ªticos, coordinaci¨®n entre administraciones y asignaci¨®n de recursos.
La nueva ley de Extranjer¨ªa, actualmente en discusi¨®n entre los grupos parlamentarios, proporciona una oportunidad para replantear las bases normaticas de esta pol¨ªtica, legalizar situaciones de hecho y avanzar radicalmente en la integraci¨®n, tal como demandan distintas organizaciones no gubernamentales y sindicales. Pero hay otros muchos instrumentos, entre ellos la pol¨ªtica educativa, que deber¨ªan incidir sobre estos objetivos de integraci¨®n y cohesi¨®n. Una pieza fundamental es la concienciaci¨®n progresiva del resto, es decir, "los que ya estaban", para que acepten el hecho migratorio no como una peste a combatir, sino como un factor de equilibrio de las diferencias de renta y de nuestra actual fase de declive demogr¨¢fico, as¨ª como de potencial enriquecimiento econ¨®mico y cultural, al igual que lo ha sido en otros pa¨ªses a los que nuestros antepasados se dirig¨ªan para salir de la miseria, como los ni?os guineanos.
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