Laboreo siniestro
El efecto 2000 ha llegado a los juzgados de la plaza de Castilla con medio a?o de ventaja. La justicia es lenta para lo bueno, pero para lo malo siempre ha tenido unos reflejos sorprendentes. Ninguna empresa, y las hay verdaderamente cochambrosas, hab¨ªa logrado tomar la delantera de este modo a las profec¨ªas apocal¨ªpticas relacionadas con el cambio de siglo y los ordenadores. Pero es que la justicia no es una empresa. Queremos decir que ni siquiera es una empresa. Por eso no funciona. Si uno fuera Margarita Mariscal de Gante, Dios no lo permita, subarrendar¨ªa la justicia a una empresa solvente, capaz de sanearla y sacarla a Bolsa, como la funeraria. Muchos ciudadanos creer¨ªan m¨¢s en la justicia si la impartiera El Corte Ingl¨¦s que la plaza de Castilla. Por eso es tan irrelevante ahora la discusi¨®n sobre el jurado: careciendo de m¨¢quinas de escribir, de luz el¨¦ctrica, de gomas de borrar, resulta pat¨¦tico ponerse anglosaj¨®n.De momento, habr¨ªa que privatizar la gesti¨®n de los sumarios, como ya se est¨¢ haciendo en la sanidad p¨²blica con los historiales cl¨ªnicos, y aplicar criterios de rentabilidad inmediata, ya que la justicia, sobre ser mala, contin¨²a resultando cara, especialmente para el usuario o v¨ªctima: el usuario de la justicia es siempre una v¨ªctima (pleitos tengas y los ganes). Luego hay que limpiar, hay que limpiar. Uno ha estado en la plaza de Castilla y aquello parece la Renfe de los a?os cuarenta. Es preciso lograr tambi¨¦n una mayor intimidad entre los declarantes y los oficiales o quienes quiera que sean esos se?ores que toman testimonios a destajo desde detr¨¢s de una mesa pringosa. Un amigo m¨ªo fue a divorciarse y todav¨ªa no sabe si le interrog¨® un juez, un secretario o un particular que se hab¨ªa sentado a fumar un cigarrillo. Adem¨¢s, mientras hablaba a voz en grito de cosas personales, no pod¨ªa dejar de o¨ªr la declaraci¨®n del de al lado, que no guardaba relaci¨®n alguna con lo suyo. La primera funci¨®n de la justicia es decir hasta d¨®nde llega lo de uno y d¨®nde empieza lo de otro. Cuando los sumarios se confunden, se enredan, se trastocan, aparece Kafka, tan de moda por cierto en los ¨²ltimos d¨ªas, mira que es casualidad.
Pero no hay que agobiarse. Las soluciones experimentadas en otros ¨¢mbitos laborales pueden aplicarse tambi¨¦n a la plaza de Castilla. Si faltan jueces o fiscales, o t¨¦cnicos en inform¨¢tica, acudan a una empresa de trabajo temporal, por Dios. Piensa uno que si esas empresas crecen como hongos no es por estimular la lucha de clases y todo eso, sino porque funcionan bien. Las Torres Kio, que est¨¢n ah¨ª mismo, junto a los juzgados, han sido levantadas sin duda por mano de obra subarrendada o perif¨¦rica, y f¨ªjense la altura que tienen. Es cierto que quedaron un poco torcidas, pero parece que se trata de una torcedura intencionada: cosas de la vanguardia. Peor estado presenta la justicia, siendo tan conservadora, as¨ª que no sabe uno si el deterioro general se debe a una cosa o su contraria. Jam¨¢s la reacci¨®n y la revoluci¨®n se dieron la mano como en la plaza de Castilla.
Alguien podr¨ªa argumentar que la siniestralidad laboral ha subido mucho en Madrid con la cultura del subarriendo (un 40% en el ¨²ltimo semestre, 42 muertos en lo que va de a?o), pero no se puede tener todo. Si queremos eficacia, es preciso actuar de forma un poco siniestra. As¨ª es como las cosas funcionan, qu¨¦ le vamos a hacer. El laboreo siniestro es la otra cara de la siniestralidad laboral: no pueden separarse sin que desaparezca el chollo. Algunos dir¨¢n que un profesional de la justicia tarda mucho en formarse y que no puede exponerse a la siniestralidad propia del resto de las actividades.
Pero de qu¨¦ nos sirve que estudien tanto, si luego fallan los sistemas inform¨¢ticos y el resultado final es que nos quedamos en la calle. Personalmente, si un d¨ªa tuviera que ser juzgado, me encantar¨ªa tener por juez a un marroqu¨ª de patera contratado temporalmente para ese menester. Creo que me comprender¨ªa mejor que la mayor¨ªa de los jueces en activo. Sobre todo, si en lugar de estar a sueldo del Ministerio de Justicia, o lo que sea eso que dirige do?a Margarita, le paga una empresa privada que ha obtenido la concesi¨®n en buena lid.
Entretanto, y para salir del atolladero, puedo recomendarles un inform¨¢tico que me saca de apuros cuando tengo problemas con mi ordenador. Se presenta en casa al poco de llamarle y resuelve el problema en diez minutos. Te cobra, eso s¨ª, un ojo de la cara, o un ri?¨®n. Quiz¨¢ no sea justo, pero es m¨¢s eficaz que la plaza de Castilla. Y no huele tan mal.
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