La agricultura est¨¢ enferma
La invenci¨®n de la agricultura y la ganader¨ªa supuso para el hombre el final de una vida n¨®mada y llena de peligros para conseguir alimentos. Su vida pas¨® a ser sedentaria y se formaron n¨²cleos de poblaci¨®n donde la actividad principal era el cultivo o cr¨ªa de animales y plantas. Este dr¨¢stico cambio de vida redujo las enfermedades y el n¨²mero de muertes y fue aumentando la esperanza de vida de los humanos y su poblaci¨®n en el planeta. Para disponer de tierras de cultivo y de pastoreo, el hombre tuvo que talar y quemar bosques y matorrales. Para proteger sus plantas y animales, tuvo que cercar sus tierras y luchar contra animales e insectos que le eran perjudiciales. Fue la agricultura quien hizo al hombre consciente de que pod¨ªa dominar la naturaleza. Pas¨® de una actividad integrada en la vida salvaje a otra actividad que se enfrentaba a ¨¦sta. Con el paso de los siglos, la agricultura fue orient¨¢ndose por dos caminos diferentes: -Una actividad agr¨ªcola en la que se aprovechan o reciclan los subproductos del campo para un nuevo fin, donde hay un bajo consumo energ¨¦tico y de insumos y donde el impacto de la actividad sobre el paisaje natural es nulo o casi nulo. Un ejemplo: la dehesa de encinas y alcornoques, donde se integran la producci¨®n ganadera y la producci¨®n industrial de corcho. - Otra, en la que las t¨¦cnicas de producci¨®n, fuentes de energ¨ªa, insumos, y especies o razas de plantas y animales usados no se adaptan o no son los id¨®neos para las condiciones y la capacidad productiva del medio, desgast¨¢ndolas. Ejemplo: la agricultura del imperio griego que, con el paso de las generaciones, fue mostrando los efectos de una actividad que agotaba los recursos naturales. Sin duda, la agricultura y la ganader¨ªa fueron las dos primeras ciencias que el hombre utiliz¨® a un nivel pr¨¢ctico. Desde siempre han sido grandes beneficiarias de la Humanidad, convirti¨¦ndose en motores de progreso, calidad de vida y poder econ¨®mico de una naci¨®n. La evoluci¨®n que estas ciencias han sufrido con el paso de los siglos ha supuesto un perfeccionamiento tecnol¨®gico que les ha ido aportando mayor comodidad en el manejo y, c¨®mo no, mayor eficacia en la protecci¨®n y en los rendimientos de la producci¨®n. Con la Revoluci¨®n Verde entra en juego la tecnolog¨ªa: regad¨ªos, mecanizaci¨®n, qu¨ªmica para la fertilizaci¨®n y la producci¨®n de pesticidas, monocultivos, mejor¨ªa gen¨¦tica, etc¨¦tera. Pero a la vez, el medio ambiente est¨¢ sufriendo cada vez con mayor intensidad problemas como: contaminaci¨®n de acu¨ªferos, reducci¨®n de la capa de ozono por el uso de ciertos pesticidas, grave contaminaci¨®n ambiental por la fabricaci¨®n industrial de insumos agr¨ªcolas, mortalidad de aves y peces, p¨¦rdida de diversidad gen¨¦tica, p¨¦rdida de la calidad en los alimentos, residuos de pesticidas en los alimentos o problemas de salud entre los consumidores. Es la pol¨ªtica productivista (producir mucho con el menor esfuerzo, en la mayor brevedad y con la mayor rentabilidad posible) la que ha establecido las l¨ªneas de actuaci¨®n que se deben contemplar en la producci¨®n agr¨ªcola y ganadera. En esas l¨ªneas de actuaci¨®n no se contemplan el impacto medioambiental o la calidad nutritiva y organol¨¦ptica de los alimentos. Esto degenera en un alejamiento radical de lo que debe ser una agricultura perdurable, ya que se agotan insumos y energ¨ªa no renovables y se empobrece la capacidad del suelo de albergar vida. La consecuencia ¨²ltima es que las comarcas donde se hace agricultura intensiva son lugares donde suele haber un periodo corto (unas d¨¦cadas) de progreso, seguido de un r¨¢pido declive econ¨®mico y social, y finalmente las tierras se abandonan. Esa rentabilidad econ¨®mica que aporta la agricultura intensiva lo es s¨®lo a corto plazo. Es pues, un espejismo. Para m¨¢s inri, aqu¨ª en Andaluc¨ªa la escasez e lluvia golpea una y otra vez al sufrido agricultor, haci¨¦ndole dependiente de factores (el clima) que el hombre no puede controlar y convirtiendo as¨ª su medio de ganarse la vida en una ruleta rusa. Todo esto hace que la poblaci¨®n activa dedicada a la agricultura descienda vertiginosamente. Las administraciones intentan evitarlo subvencionando por doquier la actividad agr¨ªcola. As¨ª, todas las estrategias pol¨ªticas han conducido a que la agricultura dependa de un sistema basado en subvenciones donde, de no existir ¨¦stas, la mayor¨ªa de los campesinos se retirar¨ªan del campo al no tener rentabilidad. Vemos c¨®mo la agricultura se est¨¢ cuestionando a s¨ª misma en la sociedad: abandono de tierra, se castiga la producci¨®n en exceso, los agricultores son cada vez menos en n¨²mero y, a¨²n as¨ª, no pueden vivir de la agricultura. La agricultura est¨¢ enferma, tiene unos sistemas de producci¨®n de dudosa perdurabilidad, cada vez m¨¢s ofrece productos de dudosa calidad, su pol¨ªtica y sistema econ¨®mico se tambalea como si fuera un gigante de pies peque?os. En definitiva, no es capaz de sostenerse por s¨ª sola y todas las inyecciones presupuestarias que recibe no hacen otra cosa que alargar y empeorar su agon¨ªa. El papel del agricultor como gestor del medio ambiente debe ser recuperado, como un profesional que no dependa de la mano de las administraciones, y que por fin encuentre rentabilidad a su trabajo. Necesitamos todos cambiar de mentalidad y fomentar una actividad rural que tenga como prioridad la salud y la conservaci¨®n del medio. Porque buscando en las cosechas calidad antes que cantidad el agricultor valorar¨¢ m¨¢s su trabajo por ser ¨¦l quien consigue gestionar una actividad m¨¢s acorde con el campo, con el medio natural, y se ver¨¢ doblemente valorado por la sociedad, que consume un producto m¨¢s sano y sabroso y sin ning¨²n tipo de consecuencias perjudiciales para la naturaleza. Se habla y se escribe mucho sobre sostenibilidad, palabra que todos relacionamos con sistemas equilibrados, no contaminados y rentables. Los gobiernos comienzan a orientar sus pol¨ªticas agrarias hacia este punto, pero a¨²n de forma muy t¨ªmida. Son los intereses econ¨®micos de una industria que provee a la Agricultura de insumos, los que impiden que se establezca acuerdos y programas serios y rigurosos sobre la conservaci¨®n sostenible de comarcas rurales en el ¨¢mbito global. Partiendo de estas premisas de sostenibilidad, de producci¨®n y conservaci¨®n conviviendo juntas, los agricultores y ganaderos ecol¨®gicos representan, hoy d¨ªa, el ¨²nico ejemplo de que este cambio de mentalidad tiene alternativa y resultados rentables. La agricultura y ganader¨ªa ecol¨®gicas est¨¢n demostrando que pueden aumentar las rentas agrarias, ser mejorantes para el suelo y los paisajes rurales, ser ahorradores en consumo energ¨¦tico y de insumos, y no ser impactantes con el medio ambiente. Por eso pensamos que es imprescindible que las pol¨ªticas de desarrollo rural contemplen a la agricultura y ganader¨ªa ecol¨®gica como eje b¨¢sico de sus l¨ªneas de actuaci¨®n, es necesario que las administraciones dejen de mantener en la UVI a una agricultura convencional ag¨®nica y vuelvan la mirada hacia una agricultura ecol¨®gica que est¨¢ dando sus primeros pasos, que es el ¨²nico futuro viable y que necesita de su amparo y mayor ayuda econ¨®mica para implantarse definitivamente en la sociedad y ser reconocida como el comienzo de un nuevo camino que va por la autoconservaci¨®n y la sostenibilidad a largo, muy largo plazo. Andaluc¨ªa es ya una referencia en agricultura ecol¨®gica y puede ser mucho m¨¢s si todas las partes asumen a¨²n m¨¢s sus responsabilidades.
Francisco Casero Rodr¨ªguez es presidente del Comit¨¦ Andaluz de Agricultura Ecol¨®gica.
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