La inexpugnable frontera de Chechenia
Un ej¨¦rcito regular dif¨ªcilmente podr¨ªa combatir en las monta?as que vieron nacer al jefe guerrillero Bas¨¢yev.
En Binoi, casi a tiro de piedra de la frontera administrativa entre Chechenia y Daguest¨¢n, la guerra con Rusia apenas se ve en este soleado atardecer oto?al. Pero se oye. Con mon¨®tona insistencia, los ca?ones lanzan desde Daguest¨¢n su carga destructiva sobre supuestas posiciones de la guerrilla islamista de Sh¨¢mil Bas¨¢yev, el jefe guerrillero (y terrorista, seg¨²n quien lo defina) que ha puesto en jaque en varias ocasiones a las tropas herederas del Ej¨¦rcito Rojo.El pasado septiembre, Binoi perdi¨® a ocho de sus vecinos, v¨ªctimas de los bombardeos a¨¦reos de represalia tras la segunda invasi¨®n de Daguest¨¢n por las milicias wahab¨ªes, que quer¨ªan implantar un Estado isl¨¢mico. Hoy, el recuerdo de esas muertes se refleja todav¨ªa en varias casas reducidas a escombros, en los restos de una bomba de una tonelada de peso y en el testimonio de los supervivientes. Como Josi, de unos 40 a?os, quien, pese a tener mujer y cuatro hijos, se niega a abandonar lo poco que tiene: un peque?o huerto familiar, algunas gallinas y cuatro cabras. Para ¨¦l, rusos y wahab¨ªes son las dos caras de la misma moneda, una amenaza, un peligro: "Tenemos miedo tanto de unos como de otros. No les queremos aqu¨ª. Necesitamos poder vivir en paz". Nadie en Binoi reconoce haber visto por aqu¨ª a Bas¨¢yev y a su m¨ªtico lugarteniente, el comandante saud¨ª Jatab. Tampoco en las aldeas vecinas, donde a veces alguien se atreve a aventurar que "dicen que anda por los alrededores". Esta es la tierra natal del legendario jefe, donde se mueve como pez en el agua. En estas monta?as est¨¢ su fuerza. Desde aqu¨ª lanz¨®, en agosto y en septiembre, dos ofensivas contra Daguest¨¢n, y hacia aqu¨ª se repleg¨® otras tantas veces.
Ahora, no hay constancia de que las fuerzas de Bas¨¢yev est¨¦n tomando parte activa en los combates que se desarrollan en el norte de la rep¨²blica independentista, donde los rusos quieren crear una franja de seguridad o, tal vez, preparar la gran ofensiva para extirpar de una vez el c¨¢ncer checheno.
S¨®lo en Darg¨® es visible el rastro de Bas¨¢yev, que un d¨ªa, durante la primera guerra ruso-chechena, se refugi¨® all¨ª tras ser herido en la incursi¨®n y toma de rehenes en Budi¨®novsk, que termin¨® costando m¨¢s de 1.000 vidas. Este es uno de los lugares m¨¢s peligrosos del mundo para cualquier occidental, que no puede aventurarse por aqu¨ª sin una fuerte escolta, a ser posible oficial. En estas colinas est¨¢n probablemente encerrados buena parte de los m¨¢s de 500 secuestrados que hay en Chechenia. No existe ninguna carretera para llegar a Darg¨®, ni siquiera ning¨²n camino que merezca ese nombre. S¨®lo un sendero de cabras que serpentea entre colinas llenas de hierba o barro, y que pasa por valles cruzados por riachuelos. Al final de una caminata que exige esp¨ªritu de alpinista, hab¨ªa ayer un pueblo de luto. Unas horas antes, un misil Grad ruso hab¨ªa segado la vida de Umar Mousigov, de 27 a?os. ?l no tuvo los mismos reflejos de su hermano Isa, de 22, que salt¨® del cami¨®n en el que ambos cargaban ma¨ªz en el momento justo en el que la muerte descend¨ªa desde el cielo. El mismo cielo al que clamaban al caer la tarde, casi aullando, las mujeres de la familia de Umar ante su cuerpo, cubierto con una s¨¢bana blanca.
Esta frontera es salvajemente hermosa e inaccesible para una conquista tradicional. Un Ej¨¦rcito regular dif¨ªcilmente podr¨ªa combatir aqu¨ª a grupos guerrilleros que conocen el terreno como la palma de su mano. Por eso las tropas rusas no han entrado de forma masiva. Si acaso, han tomado algunas colinas estrat¨¦gicas, pero sus operaciones son, fundamentalmente, artilleras y a¨¦reas. No existe aqu¨ª una franja de seguridad en territorio checheno: la l¨ªnea de defensa est¨¢ en Daguest¨¢n, al menos por ahora.
Llama la atenci¨®n que sigan todav¨ªa en pie los puentes que comunican Grozni con esta frontera, aunque con algunas huellas de bombardeos y que, en cambio, haya poderosas casas destruidas, y no precisamente de inter¨¦s militar. La insistencia de los rusos en que sus aviones s¨®lo lanzan acciones estrictamente controladas contra objetivos militares y bases guerrilleras se demuestra aqu¨ª carente de todo verdad.
Esta gente conoci¨® ya tiempos muy duros en la guerra total desarrollada entre diciembre de 1994 y agosto de 1996. No se fueron entonces y no se van ahora. Estos monta?eses no se dejan arrastrar por la guerra. No son ellos los que, en n¨²mero que ya superan los 100.000 engrosan las columnas de refugiados que abandonan estos d¨ªas Chechenia, huyendo de la guerra, con Ingushetia como su destino principal.
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