"Ya est¨¢, es el fin"
Una dram¨¢tica cr¨®nica del desastre ferroviario en Londres emergi¨® ayer con elegancia literaria de pu?o y letra de la famosa novelista Jilly Cooper que se vio cara a cara con la muerte. El aterrador encuentro, del cual sali¨® con heridas y una blusa ensangrentada, no le impidi¨® registrar en su libreta los detalles de una de las peores tragedias del transporte p¨²blico en el Reino Unido en los ¨²ltimos tiempos. Cooper, que vive en Cotswolds y tom¨® el tren en Stroud para dar una conferencia en el Instituto de Arte de Strand, en Londres, registr¨® detalles en el mejor estilo period¨ªstico que ayud¨® a millones de lectores a conocer las impresiones de una tragedia que ha enlutado al pa¨ªs y que ha arrojado serias interrogantes sobre la seguridad de un servicio que diariamente transporta a millones de pasajeros cada d¨ªa mas preocupados por los riesgos de los trenes privados.
Cooper estaba haciendo un crucigrama en una c¨®moda butaca de primera clase cuando su vag¨®n salt¨® con el impacto del choque y se hall¨® s¨²bitamente como "un bocadillo humano" entre pasajeros muertos y heridos. "Me dije: ya est¨¢. Es el fin. Sent¨ª un fuerte dolor en el pecho y pens¨¦ que iba a morir. No se me vinieron a la mente las cosas que supuestamente te asaltan en circunstancias tan inesperadas como pensar en mis hijos, en mi marido o mis perros", cont¨® instantes despu¨¦s del choque.
"Te amo, Helen"
"Un hombre que viajaba a mi lado y que qued¨® malherido no dejaba de decir "te amo Helen y si no vuelvo a verte quiero que sepas lo mucho que te quiero". Cooper no est¨¢ segura si la mujer a la que hablaba su compa?ero de asiento estaba o no en el mismo vag¨®n.
El estruendo del choque estuvo seguido de una explosi¨®n que Cooper describe como el anuncio de una gigantesca llamarada que creci¨® descontroladamente hasta que alguien le tom¨® del brazo y le dijo: "Ven Jilly, es hora de largarnos de aqu¨ª". "Luego algunos pasajeros me ayudaron a huir del tren por la fracturada ventana del vag¨®n".
"Fue entonces cuando vi un perfecto y bello cielo azul, pero alrededor s¨®lo hab¨ªa un escenario de horror. Recuerdo haber dicho: jodido infierno, estoy con vida. Me di la vuelta y me encontr¨¦ con gente que lloraba. No lejos de all¨ª vi a un hombre que hab¨ªa perdido un brazo. De repente me acord¨¦ de que hab¨ªa dejado en el tren el ¨²nico manuscrito de mi pr¨®xima novela. Me acerqu¨¦ a un polic¨ªa para pedirle que me ayudara a recobrar el texto. "Es una cuesti¨®n de muy baja prioridad, se?ora", me dijo. Y ten¨ªa absolutamente toda la raz¨®n".
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