Extraditable
PINOCHET no es inmune y es extraditable a Espa?a: queda por lograr que sus cr¨ªmenes no queden impunes. Despu¨¦s de que los jueces de la C¨¢mara de los Lores rechazaran la inmunidad del actual senador vitalicio, el juez Bartle, de Londres, dio ayer un paso m¨¢s al confirmar que el dictador, detenido hace casi un a?o en Londres a instancias del juez Garz¨®n, es extraditable a Espa?a para responder de 34 acusaciones de tortura y una de conspiraci¨®n para la tortura. Acaben como acaben los recursos, o la eventual decisi¨®n del ministro brit¨¢nico del Interior, Jack Straw, sobre la extradici¨®n, Pinochet se est¨¢ quedando cada d¨ªa m¨¢s desnudo frente a la justicia: algo que debe satisfacer a la gente de bien. Parafraseando al juez Bartle, el caso Pinochet presagia el d¨ªa en que haya una sola ley para un solo mundo contra los dictadores criminales.La sentencia es satisfactoria para los dem¨®cratas porque abre el campo de las acusaciones por tortura no s¨®lo a quienes las sufrieron directamente, sino tambi¨¦n a los familiares de los desaparecidos. La funci¨®n de este juez era pronunciarse sobre la demanda de extradici¨®n, limitada por los lores a los delitos de tortura y conspiraci¨®n para la tortura cometidos desde diciembre de 1988, en las postrimer¨ªas del r¨¦gimen pinochetista, y no sobre la culpabilidad del acusado, que tendr¨¢n que determinar los tribunales. Pinochet no parece comprenderlo cuando afirma que "Espa?a no ha producido ninguna prueba" que demuestre su culpabilidad. De momento, es s¨®lo un acusado. Pero nada inocente.
El juez Bartle se ha limitado a lo que era su funci¨®n: considerar si hab¨ªa base legal para recomendar al ministro del Interior la extradici¨®n de Pinochet por las acusaciones de tortura y conspiraci¨®n para la tortura. Ha constatado que son delitos tanto en Espa?a como en el Reino Unido y que la Convenci¨®n contra la Tortura es de aplicaci¨®n universal. Al hacerlo, ha dado credibilidad al criterio de la Audiencia Nacional, donde se inici¨® este caso, confiando plenamente en los jueces espa?oles. Lo contrario que la Fiscal¨ªa del Estado espa?ol y de la Audiencia Nacional, una vez m¨¢s abochornados por la realidad.
Mientras todo esto sucede, seguimos sin saber lo que piensa al respecto el Gobierno espa?ol, que -como casi siempre- pretende quedar bien con todos y, sobre todo, no perder un solo voto con el caso, aunque para ello tenga que escurrir el bulto hasta el rid¨ªculo. Conocemos lo que piensa Margaret Tahtcher, pues lo ha dicho en p¨²blico, haci¨¦ndole un flaco favor a su amigo. Conocemos las tesis pol¨ªticamente incorrectas, aunque razonadas, de Felipe Gonz¨¢lez, contrarias a la extradici¨®n por motivos pol¨ªticos. De lo que opina Aznar, su Gobierno o el PP, lo ignoramos todo, aunque podamos suponerlo a trav¨¦s de las opiniones del ministerio fiscal. Sus portavoces se limitan a glosar su "neutralidad y respeto" ante las decisiones de los jueces brit¨¢nicos, mientras todos los dem¨¢s partidos nacionales y varios gobiernos extranjeros -entre ellos el finland¨¦s, presidente de turno del Consejo de la UE- han expresado sus valoraciones positivas sobre el fallo de ayer. Se trata de los derechos humanos.
Es natural que el Ejecutivo sea cauto para preservar las relaciones con Chile, que, es de esperar, mejorar¨¢n una vez se supere este caso. Pero no que con disimulo y doblez, por medio de la fiscal¨ªa, utilizando a emisarios diplom¨¢ticos para transmitir confusi¨®n a los jueces brit¨¢nicos o presionando a Straw para que deje eventualmente a Pinochet regresar a Chile por motivos humanitarios, intente zapar la labor de los jueces espa?oles que han abierto un nuevo camino. Aunque le pese a Piqu¨¦, este caso no es el de Garz¨®n, sino el del "Reino de Espa?a contra Augusto Pinochet Ugarte".
Varios caminos est¨¢n ahora abiertos. Pinochet puede recurrir y que el caso vuelva eventualmente ante los lores que act¨²an como tribunal supremo en el sistema ingl¨¦s, lo que garantiza largos meses de permanencia en Londres al general de 83 a?os. El recurso al Tribunal de La Haya tambi¨¦n resultar¨ªa un camino incierto y probablemente largo. Es del todo improbable que renuncie a recurrir la sentencia del juez Bartle a la espera de que el ministro del Interior, Jack Straw, deniegue la extradici¨®n por motivos de salud y le autorice a regresar a Chile. Las declaraciones de Blair contra Pinochet no parecen favorecer tal clemencia. Entre otras posibilidades, podr¨ªa el Gobierno chileno solicitar a su vez la extradici¨®n de Pinochet -lo que tendr¨ªa precedencia sobre cualquier otra demanda- para juzgarle all¨ª, aunque, hoy por hoy, resulte inconcebible. En todo caso, probablemente hoy todos sus semejantes en el mundo se sentir¨¢n menos impunes y dormir¨¢n menos tranquilos.
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