Sin la pelota, toros; con ella, toreros
F?TBOL: Fase de clasificaci¨®n de la Eurocopa 2000Con la llegada de Jos¨¦ Antonio Camacho, la selecci¨®n ha sufrido varios cambios radicales: tiene un sistema propio, se ha convertido en un equipo reconocible y ha logrado compaginar la intensidad defensiva con la calidad ofensiva. Tan evidente ha sido su transformaci¨®n que los expertos se han afanado en relacionarla con el temperamento del seleccionador, y as¨ª hemos seguido toda clase de teor¨ªas sobre la conexi¨®n entre la rudeza y el entusiasmo. Entre la rudeza de Camacho y el entusiasmo de sus futbolistas.Con ¨¢nimo de reconocerle tal cual es, bien podemos decir que basta con recordar dos episodios para calibrar su verdadero car¨¢cter. El primero data de su primera etapa como jugador, cuando, casi en edad juvenil, consegu¨ªa sucesivamente tres objetivos: alcanzar la titularidad en el Madrid, curtirse como jugador internacional y acreditarse en la doble misi¨®n de marcador y falso extremo. En resumen, su trabajo consist¨ªa en plantar cara al delantero m¨¢s h¨¢bil y sorprender por la espalda al defensor m¨¢s r¨¢pido. Pero, contra todas las apariencias, aquel deportista de hormig¨®n tambi¨¦n era fr¨¢gil: cierto d¨ªa sufri¨® la m¨¢s grave rotura de ligamentos. La temible triada.
Desde entonces, las noticias sobre ¨¦l comenzaron a espaciarse, y un a?o despu¨¦s estaba desahuciado. Por lo visto la operaci¨®n no hab¨ªa salido bien; m¨¢s a¨²n, seg¨²n c¨¢lculos pesimistas ya ser¨ªa un peque?o milagro que consiguiera asimilarse a una oscura vida de funcionario. A veces, alguno de sus amigos comentaba una escena conmovedora: las adherencias y malas calcificaciones imped¨ªan el juego de la rodilla, de modo que el fisioterapeuta deb¨ªa forzar la articulaci¨®n en agotadoras series de ejercicios que terminaban siendo una aut¨¦ntica tortura. Seg¨²n dec¨ªan, el pobre Camacho apretaba los dientes para ganar un miserable grado en el giro, pero nunca pod¨ªa contener las l¨¢grimas.
Dos a?os despu¨¦s, hab¨ªa logrado burlar su destino. Reaparec¨ªa, sumaba nuevos t¨ªtulos, y elevaba su estad¨ªstica como internacional hasta cifras desconocidas.
La segunda aventura corresponde a la etapa de las remontadas. El Real Madrid jugaba la Copa de la UEFA y hab¨ªa perdido por 5-1 el primer partido de su eliminatoria ante el Borussia en Moenchengladbach. Ante la naturaleza del descalabro, los muchachos se reunieron para hablar de la situaci¨®n. Nadie recordaba que un equipo alem¨¢n de primer nivel hubiera cedido jam¨¢s cuatro goles, por ello tendr¨ªan que analizar el asunto jugada a jugada. El plan ser¨ªa desmontar aquella especie de maquinaria pesada como si fuese un mecano.
Camacho y sus colegas tomaron varias decisiones: ante un equipo tan aguerrido deber¨ªan jugar duro en toda la cancha, de modo que los alemanes, una vez convencidos de que retener la pelota era peligroso, no tuvieran inconveniente en devolverla. Adem¨¢s, los jugadores deber¨ªan repartirse equitativamente el trabajo sucio y, sobre todo, llevar a los adversarios el convencimiento de que el partido durar¨ªa noventa minutos, ni uno menos. Para ello, el Madrid habr¨ªa de ejecutar su primer tiro a puerta antes de que se cumpliese el segundo minuto de juego. As¨ª fueron las cosas: antes del tiempo convenido, el portero alem¨¢n estaba despejando a c¨®rner una pelota envenenada. La hab¨ªa lanzado Camacho.
Noventa minutos despu¨¦s, los alemanes recib¨ªan el cuarto gol, volv¨ªan precipitadamente al aeropuerto y sal¨ªan, magullados y cariacontecidos, de Madrid y de la Copa de la UEFA.
Adem¨¢s de hacer el primero de los ensayos del f¨²tbol asambleario que le valdr¨ªa dos torneos consecutivos, el Madrid encontr¨® en Camacho la inspiraci¨®n de un estilo ¨¦pico. Pero su identificaci¨®n con la tosquedad no ha sido exacta, porque desde su llegada al f¨²tbol Jos¨¦ Antonio supo valorar en los dem¨¢s las cualidades que ¨¦l nunca tuvo, porque su cara cuarteada oculta a un tipo sensible, y porque en su c¨®digo profesional la entrega no es una cuesti¨®n de disciplina, sino de lealtad.
Dicho con sus propias palabras: "Ya te he demostrado que te aprecio; si t¨² me aprecias, demu¨¦stralo, chaval".
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